Cumbres borrascosas y anticiclónicas

Alfonso Andrade Lago
Alfonso Andrade CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

César Quian

Había muchas expectativas puestas en esa cumbre hispano-alemana que finalmente se quedó en tres horas escasas

08 oct 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

«Os recibimos, americanos, con alegría...». Bueno, esta vez no eran americanos, sino alemanes, y Coruña dista mucho de ser Villar del Río, pero en el ambiente flotaba también esa sensación de visita fugaz y compromiso pasajero de Bienvenido, Mister Marshall.

Había muchas expectativas puestas en esa cumbre hispano-alemana que primero iba a durar dos días; luego, uno y medio; después, uno, y finalmente se quedó en tres horas escasas. Una cumbre un tanto borrascosa, más allá de que el día saludase con chuzos de punta a los presidentes Sánchez y Scholz, y que —se veía venir— no dejó grandes titulares ni económicos ni de política internacional.

Imposible. Tan jaleado cónclave pasó de puntillas por la ciudad sin que la mayoría de los dirigentes probasen siquiera las almohadas del hotel. Y lo que se intuía como pingües beneficios para la urbe se diluyeron en un discreto ensayo general.

La otra cumbre de la semana, (Alfonso Rueda-Inés Rey), a diferente escala, se celebró en cambio en un ambiente anticiclónico. En esta sí hubo una puesta en común relevante, tanto desde el prisma de la Xunta como del Ayuntamiento. Pero, sobre todo, se dio un paso firme hacia la normalización de las relaciones, de unas reuniones que deberían ser habituales entre presidente y alcaldesa, pero que aún no lo son.

La Xunta y un Concello de la relevancia del de Coruña están obligados a buscar consensos, porque lo que debe primar por encima de todo son los intereses de gallegos y coruñeses. Así que hay que entonar un olé por ese soplo anticiclónico de Rueda y Rey. O como diría Berlanga en Mister Marshall: «Olé mi madre, olé mi suegra y olé mi tía».