Treinta años del paseo del Orzán

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA

A CORUÑA

En 1992 se inauguró la zona peatonal y el párking que transformó la ciudad

21 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

En el año 1975 ya se hablaba de posicionar A Coruña como la «primera ciudad turística del norte de España» y transformar las playas de Riazor y Orzán en los mejores arenales de la costa. El proyecto implicaba la correspondiente ampliación de la zona de arena, la construcción de un enorme paseo marítimo, novedosos servicios para los bañistas (duchas, baños públicos, socorristas...) y también un aparcamiento subterráneo «con capacidad para más de 3.000 vehículos». La idea era explotar ese potencial turístico llegando incluso a citar el atractivo que las olas del Orzán tenían «para practicar ese moderno deporte que es el surf». También en aquella época se planteaba un paseo marítimo con un párking subterráneo, con «salidas directas a la playa, lo que incluso permitiría que los coches sirvieran a modo de casetas, pues los conductores podrían salir directamente en traje de baño a la playa». Es más, se planteaba también una entrada directa subterránea desde la calle San Andrés, por debajo de la rúa Alta, por la calle Sol y desde Panaderas-Zalaeta.

ALBERTO MARTI VILLARDEFRANCOS

Aunque la idea de una circunvalación que rodeara la península coruñesa venía de lejos, no fue hasta los años 80-90 del siglo pasado cuando la idea se materializó, aunque con bastantes cambios con respecto a los primeros bocetos.

Tras conseguir el apoyo del Estado, la primera piedra de las obras del paseo marítimo (en el tramo entre Salesianos y Esclavas) se puso el 10 de septiembre de 1990, con un presupuesto de más de mil millones de las antiguas pesetas pagadas al 50 % por el Ministerio de Fomento y el Ayuntamiento de A Coruña. Se construyó un nuevo muro para proteger el paseo, ensanchando de forma considerable el espacio para peatones y vehículos, y con cinco carriles de circulación en algunos de los tramos.

La sorpresa surgió a mitad de las obras, cuando la empresa adjudicataria, Ginés y Navarro, propuso aprovechar esas excavaciones para incorporar también un párking subterráneo. Tras muchas dudas, la corporación municipal aprobó el 8 de noviembre de 1991 que esa firma también hiciese el aparcamiento y se encargase de su posterior explotación. De esta forma, el gobierno local, que entonces estaba presidido por el socialista Francisco Vázquez, mató dos pájaros de un tiro.

Obras en tiempo récord

Coordinar las dos obras no fue fácil, ya que se trataba de dos proyectos independientes, aunque la ventaja de hacer coincidir ambos trabajos fue el abaratamiento de costes. En todo caso, hubo que adaptar plazos, reorganizar parámetros y soluciones técnicas así como modificar toda la logística. Aunque con muchas quejas por los inconvenientes, los trabajos se hicieron en un tiempo récord ya que en junio de 1992 las máquinas ya estaban asfaltando la avenida Barrié de la Maza. Y el 15 de julio de ese mismo año, el entonces ministro de Obras Públicas y Transporte, Josep Borrel, se encargaba de inaugurar el tramo más urbano del paseo marítimo, entre Salesianos y Esclavas. Ese día, Borrel dio un buen titular para la prensa, ya que comparaba la nueva fachada marítima con Copacabana. Según él, A Coruña nada tenía que envidiar a este conocido barrio de la ciudad carioca. «Únicamente el clima».

El aparcamiento subterráneo tardó algo más en ponerse en funcionamiento. De hecho, a modo de prueba, se habilitó de forma provisional y gratuita coincidiendo con un partido de fútbol que enfrentó al Deportivo con el Real Madrid. Así, estuvo abierto el primer sábado y domingo de octubre de 1992, para dar servicio a unos 400 vehículos, pero el lunes volvió a cerrar sus puertas. La inauguración oficial del párking se realizó el 17 de octubre.

El aparcamiento subterráneo que discurre paralelo a las playas de Orzán y Riazor fue un proyecto cambiante. Inicialmente se planteó con un presupuesto de 750 millones de las antiguas pesetas y contemplaba la construcción de 856 puntos de estacionamiento, distribuidos en una única planta con casi 1.600 metros de longitud. Tras introducir varias modificaciones en el proyecto, finalmente el coste fue de 921 millones de las antiguas pesetas. También se autorizó una ampliación en el número de plazas, como consecuencia de suprimir los viales subterráneos que comunicaban Barrié de la Maza con Modesta Goicouría y Regidor Somoza, por lo que su capacidad aumentó hasta los 1.052 turismos. El precio de venta de cada plaza en 1992 estaba fijado en 1,7 millones de las antiguas pesetas más IVA.

Tras finalizar el primer tramo del paseo marítimo, las diferentes Administraciones se lanzaron a dar continuidad a la obra hasta abarcar un recorrido de casi 13 kilómetros de longitud, lo que sigue posicionándolo como el más largo de toda Europa.

«Borrel hizo un seguimiento minucioso de las obras»

Las obras del paseo marítimo y párking subterráneo de Orzán-Riazor está llena de alegrías y sinsabores. Lo sabe bien Carlos González-Garcés, que en aquel momento ocupaba la concejalía de Seguridad Ciudadana y Tráfico. Confirma que ese proyecto fue «la mayor revolución urbanística y socioeconómica» que tuvo la ciudad. De hecho, recuerda que hasta ese momento A Coruña tenía su parte «de delante» (el puerto y La Marina) y su parte «de atrás», que iba desde el Orzán hasta Os Pelamios y la Torre. «Además, se hablaba de esa zona de una forma despectiva. Lo cierto es que estaba muy abandonada y era un foco de insalubridad», recuerda. El paseo marítimo permitió, además, descongestionar de tráfico el centro de la ciudad y, al mismo tiempo, trasladar allí actividades lúdicas como la batalla naval, eventos musicales, competiciones deportivas... «Todavía no puedo olvidar que una parte de la sociedad criticó mucho la afección al tráfico que tuvieron las obras durante su construcción. Pero todos sabíamos que ese proyecto era algo muy positivo para la ciudad». También eran conscientes de que la implantación del tranvía turístico no iba a tener una repercusión rentable como medio de transporte: «Se planteó como un sistema decorativo y turístico, pero fue la disculpa perfecta para hacer dos carriles más de plataforma. Y así lo aprobó Josep Borrell», recuerda. Sobre el exministro, González-Garcés recuerda varias anécdotas, como el «seguimiento minucioso» que hizo del proyecto. «Venía de forma asidua a A Coruña y, en vez de comer en un buen restaurante, él prefería ir de tapas por María Pita. Solíamos ir al Río Tinto, que cerró hace años», rememora. Carlos González-Garcés, recuerda que el párking también trajo polémica, como en su día fue «contestadísimo» el de María Pita. «Había que hacerlo por lógica, porque era un terreno que se ganaba o se volvía a rellenar. Y se hizo, sin que supusiera un desembolso inasumible para el Ayuntamiento». Después de aquello, la ciudad siguió construyendo más aparcamientos subterráneos para paliar la falta de espacio en superficie. A día de hoy hay 44, públicos y privados.