Los comerciantes de A Coruña, un paso por delante de la nueva normativa energética: «La factura se había multiplicado por dos»

A CORUÑA

Armas apaga el escaparate a las 22.00 horas desde el martes.
Armas apaga el escaparate a las 22.00 horas desde el martes. ANGEL MANSO

A muchos establecimientos de la ciudad, la entrada en vigor de las nuevas medidas no les pilló de sorpresa, y ya habían optado por apagar sus escaparates y rótulos por la noche con la subida del precio de la luz

10 ago 2022 . Actualizado a las 16:13 h.

Llegó la noche y A Coruña se apagó. Algunos edificios públicos y privados de la ciudad se quedaron a oscuras para cumplir con la nueva normativa estatal de ahorro energético. Sin embargo, a muchos comercios de la ciudad la entrada en vigor de estas medidas no les pilló por sorpresa, ya que llevan tiempo apagando sus escaparates y rótulos cuando llega la noche para tratar de abaratar la factura de la luz e intentar que los números cuadren cada final de mes. Con la llegada de la mañana todo vuelve a la normalidad, salvo el precio de la luz, que dificulta cada vez más la actividad laboral en los diferentes sectores.

La tienda de lámparas y electricidad J. Armas apagó la pasada noche todas las luminarias de su escaparate y los rótulos a las diez en punto de la noche. Su responsable, José Luis Armas, explica que antes ponía el temporizador para la medianoche. «Ayer tan solo dejé un pequeño piloto encendido», confirma. Critica que estas medidas del Gobierno son «chorradas» porque la mayor parte de los establecimientos ya habían tomado decisiones para intentar bajar la factura de la luz y evitar el derroche energético. «En mi caso, por ejemplo, todas las bombillas que tengo encendidas son eficientes, si no ahora mismo ya estaría arruinado. De hecho, aun así, la factura que recibo se ha multiplicado por dos. Y yo me dedico a vender lámparas, si no las enciendo ya me dirás qué hago». Confirma que las medidas estatales no han incrementado las peticiones para instalar temporizadores en los escaparates o bombillas de bajo consumo. «La gente ya los tiene desde hace tiempo». Pero sí ha aumentado el trabajo para ajustar el reloj de encendido y apagado de esos temporizadores. «Para las diez de la noche, claro».

ANGEL MANSO

Juan José Castro es el propietario de la tienda de comidas preparadas 4 Caminos. Explica que desde el pasado mes de enero, cuando comenzó a subir el precio de la energía, decidió apagar las luces del escaparate y de los rótulos. «Me negué a pagar un euro de más por la luz. De pagar una media de 200 euros al mes comenzaron a llegarme facturas de 700». En su local tiene máquinas refrigeradoras, un asador de pollos, campanas extractoras... todo con consumo eléctrico. Y tiene la preinstalación para el gas natural, pero la cocina sigue funcionando con bombonas de butano. «Voy a esperar, porque no se sabe cuánto va a subir y, por ahora, con el butano sale más barato. Actualmente consumimos unas cinco o seis bombonas a la semana». También confirma que por precaución, y no por ahorro energético, prefiere mantener apagado el aire acondicionado: «Para evitar problemas de salmonelosis, especialmente con algunos platos, como ensaladillas, cremas, callos... Aunque es un gasto que también me ahorro», indica. Con la maquinaria funcionando y con los fogones encendidos, Juan explica que la temperatura puede rozar los 40 grados centígrados. «El calor de Ourense es poco comparado con el que tenemos aquí». Lo único que puede hacer es mantener las puertas abiertas y no se plantea instalar los de cierre automático. «No tenemos el aire acondicionado conectado y los clientes solo están unos minutos dentro del local. No voy a realizar esa inversión», explica. También indica que las medidas adoptadas por el Estado llegan tarde puesto que muchos comerciantes y empresas ya adoptaron medidas para bajar la factura eléctrica. «Deberían ser las Administraciones las que regulen su consumo energético. En los edificios públicos dejan todo encendido por las noches: luces, ordenadores, fotocopiadoras... Es un derroche total».

ANGEL MANSO

El establecimiento Fotocopias Coruña lleva 31 años abierto en la zona de Cuatro Caminos. Una de sus responsables, Eugenia Louzao, explica que el negocio ya no es lo que era porque han puesto muchas cortapisas a las copias en papel de libros, apuntes... «Ya no tenemos tantos clientes como antes. Y, por ejemplo, en el mes de agosto solo abrimos por la mañana porque no llegaríamos a cubrir los gastos de electricidad». Explica que no se verán muy afectados por las medidas adoptadas por el Gobierno para contribuir al ahorro energético ya que hace meses que la empresa decidió adoptar sus propias restricciones energéticas: «Aquí no tenemos aire acondicionado y tampoco calefacción, porque el calor que generan las máquinas ya es suficiente en invierno. Son máquinas modernas y de bajo consumo eléctrico, pero aún así notamos hace tiempo un importante incremento en la factura de la luz. Y por eso decidimos apagarlas cuando no se están utilizando porque el encendido es rápido. Hay otras, como las plastificadoras, que no podemos apagar». Por otro lado se queja de que el nuevo «contador inteligente» que instalaron hace poco no es tan inteligente como le dijeron. «Hicimos esa inversión para poder controlar el gasto, pero hay meses que nos llegan dos facturas. Y ese contador es incapaz de realizar lecturas del 1 al 30 de cada mes. No sabemos qué criterios está usando la compañía, pero a veces es imposible interpretar la factura que nos llega».

También se anticiparon a las medidas energéticas impulsadas por el Gobierno central en la cuentería Lakú de la calle Riego de agua.  «Los que estamos en edificios antiguos no podemos cerrar las puertas. Primero, porque una puerta cerrada nunca invita a entrar, pero también porque para eso tendríamos que cambiar el sistema de cierre. En invierno no ahora no podemos poner la calefacción alta, tendremos que ver qué hacemos», apuntan. 

A apenas unos metros de distancia, Lucía Sánchez, de La Canastilla, señala que están llevando la entrada en vigor de las medidas «mal, con mucho calor». «Los clientes se quejan, porque al ser una tienda pequeña cuando hay mucha gente notan más el calor», comenta. 

Sin embargo, otros establecimientos comerciales del centro de A Coruña habían dejado de utilizar el aire acondicionado de forma previa al anuncio de las medidas de ahorro.

Nuria Guillermo

«Desde la pandemia, primamos mover el aire con ventiladores. Preferimos tener ventanas y puertas abiertas y que corra el aire a poner el sistema de ventilación. En esta calle [la calle Real], al ser estrecha y recogida, también mantenemos las puertas abiertas en invierno, salvo cuando hay mucho temporal», indica Paula Sánchez desde la librería Bululú. En lo relativo al apagado de la iluminación de los escaparates, explica que comenzaron a apagar las luces exteriores de la tienda la noche del pasado martes. 

Desde Luna Lunera, Carolina Carrillo afirma que, en su caso, tampoco solían poner el aire acondicionado previamente. «El tema del escaparates no nos influye porque cerramos a las 20.00 y ya lo dejábamos apagado por las noches», explica.  

Nuria Guillermo

Por otro lado, en la farmacia Obelisco apuntan que el impacto que están teniendo las medidas en trabajadores y clientes «depende mucho del local y del calor que tengamos». «Ahora mismo tenemos el aire apagado porque para tenerlo a 27 grados preferimos apagarlo», indican. «Es una medida ilógica. Tenemos productos que no necesitan nevera y que, a esta temperatura, se van a derretir», añaden.

Los hoteles, afectados también

ANGEL MANSO

Los hoteles también tendrán que adaptarse a las directrices marcadas por el real decreto aprobado por el Gobierno. Y uno de ellos es el Hotel Plaza, un cuatro estrellas ubicado al lado de la fuente de Cuatro Caminos. Su directora, Nuria Blanco, explica que hace tiempo que adaptaron sus instalaciones para conseguir una mayor eficiencia energética. De hecho, renovaron electrodomésticos de las cocinas, instalaron sistemas de climatización con control domótico, luminarias con detectores de presencia, puertas de apertura automática y también control de accesos en zonas de terraza o ventiladas. «Y el año pasado cambiamos todas las neveras de los minibares en las habitaciones y los aparatos de aire acondicionado que no eran eficientes, aprovechando las subvenciones que otorgaba la Xunta. También intentamos controlar los gastos internalizando, por ejemplo, la lavandería tanto en el Plaza como en el hotel Avenida. De hecho, en este último también instalamos paneles solares, no tanto por una cuestión ecológica sino por ahorro de energía», comenta. Nuria Blanco también confirma que hace tres meses tomó la decisión de apagar las luces que iluminaban la fachada en el hotel Plaza. «En un momento de alza de precios y cuando todo el mundo estaba intentando bajar consumos, tener la fachada encendida parecía un ejercicio de ostentación. Y las luces que nosotros tenemos son muy potentes, por lo que ahora ya no se encienden en ningún momento del día ni la noche». La directora del Plaza explica que muchos de los clientes de procedencia nacional están al tanto sobre las medidas adoptadas por el Gobierno y explica que el mayor esfuerzo informativo lo hacen con los clientes extranjeros. También comenta que los turistas deben ir tomando conciencia de la necesidad de evitar el derroche: «Ahora, en verano, no ven tanto la televisión porque la mayor parte del tiempo están fuera de la habitación. Pero hay que ir educando en la conciencia ecológica y si uno está en un hotel debe ser consciente de que el derroche es el mismo que si estuviera en su casa, aunque esa persona no lo pague directamente».

Mercedes Fernández, de la agencia Kuak Viajes, mantiene que en el edificio en el que se encuentra el establecimiento «no necesitamos aire acondicionado». «Es una calle muy sombría, así que lo que solemos necesitar es la calefacción. El problema va a venir en invierno, aunque todavía no he contemplado cómo lo vamos a afrontar», explica. Sobre la iluminación de los escaparates, indica que «desde la pandemia, ya lo mantenía apagado a partir de una hora concreta». «Estoy totalmente de acuerdo con el ahorro de energía», argumenta.

En cuanto a la administración de lotería O Meigallo, señalan que, al tratarse «de un local de paso», ya no solían encender el aire acondicionado. «Solemos tener la puerta abierta y, como los clientes solo paran un par de minutos, no creemos que les vaya a afectar mucho», valoran. «En nuestro caso, vamos a notar más las medidas los trabajadores del local que los clientes», afirman.

Los supermercados y tiendas de alimentación estuvieron esperando con mucha incertidumbre cómo quedaría el texto final del real decreto sobre ahorro energético para saber cómo les afectaría. Miguel Mesejo, director del departamento técnico de Vegalsa Eroski en el norte de España, asegura desde A Coruña que, finalmente, adaptarse a la normativa no resultará complicado. «En cuanto a la temperatura de los locales, nosotros llevamos años cumpliendo el real decreto de 1997 que fijaba la climatización en verano en 25 grados. Sobre la exigencia de instalar puertas automáticas, nosotros ya las tenemos en todos los centros. Y, en cuanto a los rótulos, prácticamente todos tienen instalado el control domótico para que se apague todo cuando finaliza el horario comercial». Indica que únicamente tendrán que revisar aquellas tiendas que tengan el temporizador del apagado de rótulos desconfigurado. En todo caso, avanzó que la empresa ha comenzado a diseñar ya unos carteles informativos para explicar las medidas de eficiencia energética que están llevando a cabo y que se colgarán en todos los establecimientos. «Este es un tema que la empresa tiene en su ADN. Todas las tiendas tienen luces led, frigoríficos eficientes... Cumplimos sobradamente con el real decreto porque llevamos tomando medidas al respecto desde hace más de quince años», confirma Mesejo.

ELENA SILVEIRA

Por otro lado, los gimnasios e instalaciones deportivas se verán extentos del cumplimiento de las nuevas normas sobre ahorro energético. Olalla Eiriz, propietaria del centro VIP Training, explica que en verano están desarollando las actividades con el climatizador apagado. «Estamos en Galicia. Ahora las salas están a 22 grados. Y tenemos la suerte de que el sol no da en la fachada, por lo que la temperatura no es muy alta. En cambio, en invierno sí usaremos el aire acondicionado para caldear un poco las instalaciones». En este sentido, explicó que una de las salas, los lunes por la mañana, marca una temperatura de 11 grados. «Hay que calentar algo la estancia. De todas formas, al estar haciendo ejercicio la temperatura corporal enseguida sube y la sensación no es de frío. Hay que tener en cuenta que, si antes hacíamos ejercicio en invierno con manga corta, ahora también lo podremos hacer con manga larga». Olalla Eiriz explica que, a pesar de no tener que someterse al nuevo real decreto, en su caso también tomaron medidas para lograr un mayor ahorro energético. De hecho, contrataron una tarifa plana de electricidad. «Nosotros tenemos lavadora y secadora porque ofrecemos un servicio de toallas. Antes estábamos pendientes del horario para programarlas, pero ahora podemos hacerlo en cualquier momento del día sin sobrecoste, y eso es una tranquilidad».También comenta que la situación actual es una vuelta de tuerca a lo que habían pasado con el covid: «Antes teníamos que tener todo abierto y ventilado, y ahora hay que tener todo cerrado. Pero está claro que nosotro lo que vamos a priorizar es que no haya riadas de contagios en nuestras instalaciones, así que todos tendremos que asumir que vamos a estar un poco más 'fresquitos' haciendo ejercicio», indica.