«No sabe usted bien lo que acaba de hacer», la historia que une a una niña de Bangladés, una azafata y un médico de A Coruña
A CORUÑA
Un traumatólogo del Chuac viajó hasta el país asiático para operar a Nupur, de 8 años, que se había partido la columna vertebral en dos
24 jul 2022 . Actualizado a las 13:20 h.Margarita Brun tuvo claro desde el primer momento que la historia que le contó un médico del Chuac a la vuelta de su viaje a Bangladés tenía que trascender. Una historia que, de no ser por su ayuda, quizá no hubiera tenido final feliz. «Quién sabe. No podemos saber lo qué habría pasado», apunta la mujer, supervisora de Iberia en el aeropuerto de A Coruña. «Una mañana de la segunda quincena de marzo, con mucha gente en Alvedro y colas para facturar, escuché a una de mis compañeras en uno de los mostradores de facturación pedirle a un pasajero un documento necesario para viajar a Bangladés. El pasajero, a pesar de haberse informado de toda la documentación requerida, desconocía que debía llevar ese papel. Tiempos difíciles los del covid con constantes cambios. El hombre se identificó como médico y contó que iba al país asiático para operar a una niña. Debido a las colas, mi compañera le dijo que buscase en internet el documento, una declaración de salud que exige el gobierno de Bangladés a causa de la pandemia. Entonces, dejé mi mostrador y le dije al pasajero que esperase, fui a la oficina, busqué el formulario, imprimí tres copias y se lo llevé». Ante el detalle, el viajero se mostró muy agradecido con Margarita y emocionado le dijo «no sabe usted bien lo que acaba de hacer».
En ese momento, la supervisora de la compañía aérea desconocía cómo su pequeño gesto influiría en la vida de Nupur, una pequeña de 8 años que se partió la columna completamente en dos tras ser arrastrada por una máquina de construcción. «Seguí con mi trabajo sin otro sentimiento que el de haber hecho un pequeño favor, una buena forma de empezar el día», relata Margarita. Semanas después, una de sus compañeras la avisó de que una persona preguntaba por ella en el aeropuerto. «Supuse que sería el médico para volverme a dar las gracias y ya, pero es raro que alguien se moleste en venir al aeropuerto solo para eso». Y efectivamente, no era un simple gracias, porque el hombre quiso que la mujer supiese lo determinante que fue su gesto. «El doctor, que prefiere seguir en el anonimato, es especialista en operaciones de columna vertebral y traumatólogo del Chuac. Desde hace años se desplaza a un hospital de parapléjicos en Bangladés para atender a pacientes con lesiones en la médula espinal. Pacientes pobres en un país pobre». Así, el director del centro, Sayeed Uddin, contactó con los especialistas del Chuac para operar a la niña. El sari de la pequeña se enganchó en engranaje de la máquina cuando ella iba a llevarle un helado a su padre, que estaba trabajando en ella. Cuando consiguieron detener el aparato, la pequeña ya tenía la columna vertebral separada en dos partes y estaba paralizada de cintura para abajo», cuenta Margarita, que hace hincapié en lo dramático de la situación. «Es muy grave y aún encima allí, que no tienen medios».
Con el fin de operarla, el coruñés se desplazó al país asiático del que regresó con un desenlace que nunca hubiera imaginado. «Ayudado por el doctor Uddin y otros dos cirujanos operó a Nupur estabilizando su columna vertebral en una operación que duró varias horas». Así, el objetivo de la visita se cumplió, pero, como señala Margarita: «La vida a veces nos sorprende», y en este caso para bien. «Sin mayor esperanza que la de que la pequeña pudiera sentarse en una silla de ruedas, dos días después de la intervención empezó a sentir parte de sus piernas.
Un desenlace inesperado
Un día más tarde apareció algo de movimiento en los dedos de sus pies, más en el derecho que en el izquierdo, y al cabo de unas jornadas los médicos comprobaron que el movimiento se extendía a las rodillas y a la cadera, y que empezaba a controlar su intestino y función urinaria». La paciente siguió evolucionando de forma positiva hasta que pudo caminar. «El médico ha podido verla de nuevo en dos viajes posteriores y comprobó su extraordinaria recuperación. Es increíble».
Cuando el doctor se desplazó a Alvedro para ver a Margarita y relatarle cómo gracias a ella pudo viajar para operar a la pequeña, ella no pudo reprimir las lágrimas. «Acabamos los dos llorando. Es una historia muy emotiva». Por eso, la supervisora de Iberia decidió enviar una carta a La Voz para compartir «un hecho que nos llena de esperanza en estos días en los que nos quejamos continuamente y que hacemos un problema de todo. Sirve para ver cuáles son los problemas de verdad y también demuestra que todavía queda gente buena en el mundo». Asimismo, explica que pone más en valor a nuestros sanitarios: «Están en una esquinita del mundo, pero además de trabajar aquí ayudan a mucha gente en otros países en los que desgraciadamente no tienen nuestras oportunidades».
El doctor le mostró las imágenes de la evolución de la niña, la primera, de su columna fracturada en dos, y la última, de la pequeña caminando. «Me recordó ese momento, cuando esa mañana de finales de marzo tras darle el documento le dije: 'Que todo salga bien' y agradecido me respondió: 'No sabe usted bien lo que acaba de hacer'. Yo lo hice porque ese día podía, hay unas jornadas que por el volumen de personas es imposible. En este caso pude y desembocó en una historia muy emotiva y que nunca habría imaginado». El médico coruñés quiso dejarle claro a Margarita que su viaje no podría haberse realizado sin el trabajo en equipo que realizan en el Chuac, «es lo que permite que uno de ellos, en este caso él, se haya podido desplazar, ya que los demás asumen esos días a pacientes».
Para finalizar su relato, el traumatólogo cogió un papel y escribió una fórmula: (C+H x A). «Me dijo que C son nuestros 'conocimientos' y H nuestras 'habilidades'. Todos las tenemos, nos sirven para el trabajo, para el ocio... para la vida en general. Las desarrollamos a lo largo de los años, conocimientos y habilidades suman. La tercera letra, A, significa 'actitud' y «la actitud multiplica, la buena y la mala. Y si la actitud es 0, cualquier cosa multiplicada por 0 da como resultado 0». Con esa ecuación, el médico enfatizó cómo el gesto de la supervisora de vuelo, «su paso adelante», permitió que una niña de un país pobre de Asia, «que no conoce y posiblemente nunca conocerá, la vida le diera una segunda oportunidad». Para acabar, le dijo: «Como usted no supo lo que hizo aquella mañana, yo se lo vengo a decir».
Tras la marcha del traumatólogo, Margarita se quedó un par de minutos en silencio. «Me quede reflexionando y pensé que una historia así merecía ser contada». De momento, solo ha compartido la maravillosa recuperación de Nupur con la compañera que la avisó de la visita del médico en el aeropuerto y con su marido. «Ahora, por fin, la conocerá más gente».