Qué tristeza entrar en Los Rosales

Sandra Faginas Souto
Sandra Faginas CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

PACO RODRÍGUEZ

En Coruña nos crecen las moles construidas que se han venido abajo por dentro

07 jul 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

No hay nada que hacer. En Coruña nos crecen las moles construidas que se han venido abajo por dentro. Le pasó a Espacio Coruña, le pasó a Dolce Vita, y le pasa ahora al centro comercial de Los Rosales. Hace casi un año escribí en esta misma crónica que quedaban un par de locales abiertos en este centro comercial, pero esta semana entré de nuevo porque aún pensaba que estaba en funcionamiento un negocio de esos que tienen tiendas por toda la ciudad, y ya no había ni rastro. Todo son lonas bajadas, a excepción de las dos o tres cafeterías que quedan. El resto de tiendas, esas que un día los vecinos de la zona vieron en todo su esplendor, ya no están. Y hasta los cines, que un día rebosaron de gente, se han convertido en la muestra palpable de lo que nos ha pasado en este tiempo. Las salas esmorecen porque ya pocos son los osados que se atreven a ir a ver una película.

La pregunta que todos los coruñeses nos hacemos, pero que no tiene respuesta viendo cómo se está actuando, es qué se va a hacer con todas estas moles que se han construido y se han vaciado. Cualquier cabeza un poco inquieta pensaría en cómo poder sacarle provecho a todos esos metros cuadrados que están abocados a la bancarrota. Si no se puede hacer negocio y explotarlo para lo que en su día fue planificado, hay muchas maneras de conseguir que todo ese espacio sea útil para la vida de la gente. Unos pensarán en una biblioteca, otros en un centro cívico, otros en servicios públicos que atiendan de manera cercana a los ciudadanos, o hasta en un lugar para los mayores... Tenemos espacio y espacio para imaginar qué podríamos hacer con todo eso que se muere. Pero mientras eso sucede, lo que pasará es que seguirá ahí, qué triste, cerrando persianas y creando moho.