Año tras año venimos comprobando lo mismo: que las nubes son la constante en nuestro horizonte por mucho que entremos en julio o agosto
30 jun 2022 . Actualizado a las 05:00 h.Desde que tengo uso de razón sé que en Coruña miramos siempre al cielo. No podemos evitarlo incluso sabiendo que lo nuestro no tiene remedio. Pero ahí seguimos instalados en la duda constante, pensando que en algún momento la cosa va a cambiar. Sin embargo, año tras año venimos comprobando lo mismo: que las nubes son la constante en nuestro horizonte por mucho que entremos en julio o agosto.
Vivimos instalados en los veraneos del norte, en los que la sudadera es imprescindible en el cesto de la playa, y en los que la lluvia nos deriva a tardes de lectura, películas o juegos de mesa. Nada que ver con esas imágenes de la gente apelotonada peleándose por una tumbona y por plantar la sombrilla en las playas de Levante o por esa asfixiante vida de los 44 grados permanentes que tienen de Madrid para abajo.
Por eso, en función de con quién hables, esa verdad de que el tiempo es relativo es una certeza. ¿Es bueno o malo el clima que tenemos en Coruña? Mientras la mayoría nos desesperamos en busca de ese rayo de sol, oh, oh, ohhh que, en cuanto sale, nos alegra la vida durante unas pocas horas, hay otro mundo que adora nuestros 20 grados permanentes. Se cuentan por miles los que vienen aquí deseando poder dormir con edredón incluso en julio y los que adoran pasear por la tarde con el jersey puesto.
Pero, qué quieren que les diga, yo pertenezco a ese otro grupo que entra en modo rabioso cuando la borrasca se pone sobre nosotros sin dar tregua. Somos los mismos que, presumiendo de coruñesismo, nos subimos al coche el sábado para tomar la autopista hacia el sol de las Rías Baixas. Allí se abre otro cielo y otro calor. En Coruña, en verano, es difícil despejar el nubarrón.