La misma familia que los acogió fue la que los trajo desde Polonia. «Alexandra y Marcin Palajeo son polacos y llevan nueve años en Galicia. Son maravillosos. Ellos nos llevaron a su casa en Galicia desde la estación de Varsovia. Antes de que llegáramos a Galicia, Marcin ya había arreglado una escuela para mi hijo. Un día después, nada más llegar, Alexandra me llevó a hacer una ecografía para ver si todo estaba bien con mi embarazo», indica Tamara, que se siente muy agradecida con ellos y con todos los que la han ayudado. «Ahora he decidido acogerme al programa de refugiados de Accem y estoy en la residencia IES Rosalía Mera con mi hijo. Quiero agradecer a los voluntarios y a todas las familias que aceptan ucranianos. Es un gran apoyo para nosotros. Ahora vivimos con si fuésemos un gato ciego al que han tirado a la calle para sobrevivir. Gracias a las personas que donan ropa, zapatos y demás, desde la asociación Vira Ucrania, que fue creada por Natalia y su esposo, Manuel, nos dieron prendas para vestir». Porque cuando Tamara y su hijo llegaron no tenían nada más que ponerse que el pijama con el que salieron de casa. «Me consiguieron una almohada para embarazadas. Y no solo eso, luego Natalia me encontró pantalones de maternidad, que ahora son muy necesarios para mí. Son personas con un gran corazón, pensé que ya no existían».
Ahora, para adaptarse a su nueva vida, Tamara acude a clases de español, ya que no sabe cuándo podrá volver a su país. «No sé si volveremos a Ucrania o nos quedaremos aquí, porque nuestra ciudad está siendo destruida y tal vez no tengamos a dónde volver». Por eso, señala que «a pesar de todas las dificultades, me gustaría quedarme si mi marido pudiese venir». Para aprender el idioma cuenta con la colaboración de la Escuela de Idiomas Liceo La Paz (ESID), que les ofrece clases gratis a los refugiados. «Mi profesora, Vivi, nos ayuda también mucho. Si no fuera por esta terrible guerra, nunca hubiera creído que todavía hay tanto amor en el mundo», apunta Tamara.