Los ojos de María Casares

Luís Pousa Rodríguez
Luis Pousa CRÓNICAS CORUÑESAS

A CORUÑA

María Casares (A Coruña, 1922-Alloue, Francia, 1996).
María Casares (A Coruña, 1922-Alloue, Francia, 1996).

Las dos dimensiones de la pantalla se le quedaban en nada, porque ella se salía hacia el patio de butacas, en plan cine en 3D, pero en blanco y negro de 1945

14 oct 2022 . Actualizado a las 15:08 h.

Cuando Napoleón, los franceses exportaban mariscales a toda Europa. A los gallegos nos tocó uno que se llamaba Ney, pero como salió torcido, se lo mandamos de vuelta al emperador, inventando lo que ahora se llama devolución en caliente. Como no somos rencorosos, desde entonces llamamos Ney al can de palleiro y, a mayores, exportamos a París a la Bella Otero, que era de Valga, y a María Casares, que era de la calle Panaderas, bajando, a mano derecha. La Bella Otero llegó a Francia perseguida por la pobreza y María Casares, huyendo de los fascistas que querían cargarse a su padre. Al final, los perseguidores que te empujan a la emigración o al exilio son siempre los mismos, aunque a veces se camuflan.

La primera vez que vi a María Casares fue en Los niños del paraíso, esa película en la que todo el mundo ama a la persona equivocada, deporte que Francia también exportó al resto de Europa.

Me di cuenta entonces de que a María Casares las dos dimensiones de la pantalla se le quedaban en nada, porque ella se salía hacia el patio de butacas, en plan cine en 3D, pero en blanco y negro de 1945. Pensé que era porque venía del teatro y no le di importancia, o sea, no entendí nada.

La vi luego en otras películas y en muchas fotos y comprendí que esa mirada suya reventaba las dos dimensiones, y que se saltaba también la tercera y la cuarta con esos ojos sobrenaturales que miraban a su adorado Albert Camus como llegados de otra constelación.

Ya no recuerdo si lo dijo su personaje, Nathalie, en Los niños del paraíso o ella misma fuera de la escena, pero el caso es que la frase salió de los labios de María Casares en algún momento: «No soy bella, soy feliz». Su mirada, ahora lo comprendo, tenía la belleza y la felicidad de quien ve a los demás como los ven los dioses.