Yrán Danger: «Me pagan por tener paciencia»

A CORUÑA

ANGEL MANSO

El portero de la Cocina Económica llegó en 1999 de su Cuba natal para jugar en el Fadesa Oar de Balonmano

02 may 2022 . Actualizado a las 09:41 h.

Su historia es apasionante. Aterrizó en diciembre de 1999 en nuestra ciudad como fichaje del Fadesa Oar de Balonmano. En su país, Cuba, empezó jugando de lateral, pero pronto le dijeron que tenía «que ser portero», comenta este hombre que llegó a jugar con la Selección cubana. Se retiró ya hace unos años en el Pontedeume, y desde entonces hizo un poco de todo. «Trabajé de camionero, de vigilante de seguridad, de portero de discoteca... Llevo 22 años buscándome la vida», afirma este cubano de 189 centímetros que desde el 2017 está en la puerta de la Cocina Económica de ocho de la mañana a una de la tarde. «Las puertas me persiguen», sentencia sonriente Yrán Danger Aguirre, que llegó a España como portero de balonmano y ahora ejerce de vigilante-portero de la entidad benéfica. Dos profesiones para las que hay que ser valiente. «Prefiero la primera faceta. De pequeño me escapaba de clase para jugar. Era un hobby y esto es un trabajo», analiza Irán, que es su nombre verdadero. Dice que su madre pensaba que iba a traer al mundo una niña y cuando dio a luz un varón se le ocurrió llamarle como un país que mencionaban mucho en los programas de televisión. «Cuando tramitaron la nacionalidad española lo pusieron con i griega y para cambiarlo había que hacer un montón de papeleo. Lo dejé y ahora me gusta, aunque mi hijo se llama igual pero con i latina», precisa.

Mano izquierda y derecha

Justo antes de nuestra cita tuvo que avisar a la policía. Un joven que había ido a buscar su bolsa de comida le robó la cartera a una señora a la vuelta de la esquina de la Cocina Económica. Yrán salió corriendo y lograron recuperar las pertenencias de la mujer. «La gente, en general, es muy buena y viene aquí por necesidad. Nunca sabes las vueltas que puede dar la vida. Pero cada día pasan por aquí centenares de personas y algunas no llegan en buenas condiciones. Hay quien se cruza, pero en pocas ocasiones es preciso llamar a la policía. Intentamos solucionarlo nosotros. Es necesaria mucha mano izquierda, a veces muy larga, y a veces la derecha. Se trata de tener simpatía sin que te falten al respeto. Acabo de hacer un curso sobre empatía. Me pagan por tener paciencia», reflexiona. Hoy es el Día del Trabajo e Yrán dice que el suyo le gusta «y tiene un horario muy bueno», asegura. En sus más de cien años de historia nunca hizo falta vigilante en la entidad, hasta que en el 2016 decidieron incorporarlo al equipo. 

Vida personal

A sus 47 años ya es abuelo. Su hija mayor, de 25, y fruto de una relación que tuvo en Cuba, acaba de ser madre. Está casado con una coruñesa con la que tiene dos hijos de 13 y 6 añitos. Hace diez que no va a su país, pero la mayor parte de su familia y amigos están aquí. Jugó en la selección cubana de balonmano de 1993 a 1997. Pero desertó y lo castigaron a estar dos años sin salir. «En el mundial del Islandia conocí a una islandesa y me casé con ella allí. Regresé a Cuba meses después para regularizar la situación y fue cuando me prohibieron abandonar el país. En ese tiempo la relación con mi mujer de Islandia se fue enfriando y conocí a otra chica con la que después me vine a España, pero solo duramos unos meses», resume. Entre su acento y la historia que cuenta parece que estoy viviendo un culebrón. Recuerda una anécdota preciosa de cuando su representante le habló de fichar por un equipo de A Coruña. «Pensé, ¿de qué me suena ese nombre? Después me di cuenta de que era por un póster del Deportivo que me habían regalado y que tenía en mi habitación». Le gusta el pulpo. Y la gente de esta ciudad, que describe como «una aldea con aeropuerto maravillosa». Cuando acaba su turno en la Cocina Económica va al gimnasio hasta las tres y media de la tarde. «Voy fijo de lunes a viernes. También me gustan los deportes por la tele. Veo balonmano, pero también partidos de baloncesto de la Liga Endesa y de la NBA. Me gusta estar en casa con los amigos y la familia. Creo que es algo que aprendimos con la pandemia», destaca este cubano coruñés que todas las mañanas vigila la entrada de los usuarios de la Cocina Económica. «Hay muy buen ambiente de trabajo y los jefes son encantadores. Lo que hacen por la gente es increíble», sentencia Yrán, en Cuba, Irán.