Refugiados en A Coruña: «Procurad que se relajen y no os extrañéis si salen poco»

m.carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Un grupo de 45 ucranianos llega a Galicia después de de atravesar 3.300 kilómetros desde la frontera polaca en una expedición sostenida por bomberos y policías locales

16 abr 2022 . Actualizado a las 11:21 h.

La guerra subió el kilo de sal a 400 grivnas, 12 euros al cambio. La vida en Ucrania ocurre en las cocinas. No hay salones en muchas casas y es normal que cada miembro de la familia pase horas en su habitación. «No os extrañéis si salen poco», explicaba ayer la presidenta de AGA Ucraína, Natalia Afonina, a las familias que esperaban en el parque de bomberos de A Grela la llegada de los 45 refugiados traídos desde la ciudad polaca de Rzesuw por un grupo de seis bomberos y policías locales de A Coruña.

Un manojo de recomendaciones templó los ánimos. Aparte de los trámites administrativos que tendrán que resolver cuanto antes (permiso de residencia en la policía, tarjeta sanitaria en la Cidade da Cultura y plazas en el colegio para los niños), cualquier sugerencia que permita aliviar el estado de estrés en que se encuentran es recibida como un regalo. «En Ucrania no hay horarios para comer. Unos comen a las 12 y otros a las 8. Hay que explicarles que aquí se come a una hora y que os agradaría que participasen. Son muy severos con los niños y más en una casa que no es la suya, intentad que se relajen, ¡los padres! Y también vendrá bien que invitéis a las mujeres a ayudar en casa. Se sentirán útiles», continuaba Natalia Afonina. 

El grupo de Arteixo

Carlos Pinto y Diana Rodrigues son portugueses y están instalados en Arteixo con sus hijos desde que él empezó a trabajar en Inditex. Construyeron una casa y ahora amueblaron el ático para acoger a Natalia y Olesia Bohdanenko, madre e hija de 47 y 17 años. «Podrán estar el tiempo que necesiten», señala Pinto. A su lado, David Ferreiro escucha hablar de Arteixo y se presenta. Es de Pastoriza y su hermana va a acoger, también en el piso de arriba, a dos chicas adolescentes con su abuela y otra mujer mayor. Propone reunir a todos. «Sí, claro, y en Uxes también hay», dice Carlos Pinto. En una vivienda unifamiliar de Santa Cruz María Pazos recibirá a una madre y a un chaval de 13 años: «Yo soy viuda, vivo con mis hijos de 16 y 18 años y un perro que pesa 70 kilos, a ver cómo lo llevamos». Y Vanessa González, sobrecogida por el drama, piensa en la niña de seis años y su madre para las que tiene todo dispuesto y algo en una bolsa que sujeta como un amuleto.

Poco después de las tres de la tarde, después de cruzar Europa en 48 horas, 3.300 kilómetros de este a oeste, las sirenas del parque anuncian la llegada del autobús. Aplausos de bienvenida. Uno de los primeros en bajar, un pequeñín de 4 años llevado en volandas a un camión de bomberos para olvidar el viaje. Las familias de aquí buscan con la mirada a las de allá, no las conocen. Hay que esperar. Equipajes, comida y, después sí, se encuentran.