José Ángel Piñeiro: «Es maravilloso ver en mis conciertos a jóvenes que quieren escuchar rock»

FErnando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

cedida

Celebra este miércoles en la sala Mardi Gras los 35 años de su banda: Colorado

11 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

José Ángel Piñeiro (A Coruña, 1962), o José Ángel Colorado, como le conoce todo el mundo, es todo un clásico de la escena musical de la ciudad. Celebra con un concierto, este miércoles a las 22.30 horas en la sala Mardi Gras, el aniversario de su banda, Colorado, con la que lleva 35 años reivindicando los sonidos americanos a este lado del Atlántico. A su alrededor se movieron infinidad de músicos coruñeses. Miramos una copia del primer disco de la banda, Besos de cerveza (1990), y en la carpeta del vinilo, además de una pegatina de El Corte Inglés en la que figuran las 1.575 pesetas que costó en su momento, viene el listado de colaboradores. Parece una enciclopedia de la música coruñesa: «Todos grandes amigos y, sobre todo, grandes músicos que siguen en activo. Un auténtico tesoro coruñés», confirma José Ángel.

—Son ya 35 años de Colorado.

—Y ya cumplidos, porque todo empezó en el 86. Al principio éramos un dúo, yo y Sergio Pena, pero al año siguiente ya montamos la banda al completo. Empezamos a hacer conciertos, a salir cada vez un poquito más lejos, y en 1989 nos metimos a grabar el primer álbum, Besos de Cerveza, que se editó en abril del 90. Sonamos bastante, y por toda España. En aquella época tiraban mucho las emisoras de radio y se escuchaba mucho nuestro disco.

—¿Era más fácil entonces sonar en todo el país?

—Era diferente, sin más. Ahora tienes todo el tema de las redes sociales, que para mover tus temas están muy bien y puedes llegar a mucha gente. Aunque yo soy un poquito más clásico. No es que no esté en las redes, que sí que anuncio ahí mis conciertos, tenemos discos subidos a Spotify y demás, pero digamos que ando lo justito por ahí. Soy más de papel, lápiz y guitarra y ponerme a escribir y a cantar. Eso es lo que me gusta.

—Pero en aquella época hubo varios grupos coruñeses que salieron con éxito de la ciudad.

—Sin duda, hubo una buena generación. Fuimos varios los grupos que llegamos a sonar en todos lados: Viuda Gómez, Dramáticos, Diplomáticos, La Penumbra... Había cierta movida en A Coruña, no solo en Madrid y en Vigo.

—¿Se podía vivir de la música entonces?

—Al menos empezábamos a creérnoslo, a tomárnoslo un poquito en serio. Pero llegaron los cambios de discográfica, la crisis con la guerra de Irak... Pegó de repente todo un bajón considerable en un par de años. Nosotros seguimos insistiendo. Fuimos grabando nuestros discos poco a poco hasta 1997, que dejamos de tocar juntos como Colorado para dedicarnos a otros proyectos personales. Yo entonces grabé con Dani Bravo y los Camaleones e hice algún disco en solitario.

—Pero volvieron a juntarse.

—Sí, en el 2004. Me apetecía volver a tocar aquellas canciones y además tenía material nuevo que tenía que grabarse con una banda como Colorado. Decidimos retomarlo y grabar otro disco, Good luck, aunque no salió hasta el 2007. Nos lo tomamos con calma. Yo creo que es de lo mejor que hemos grabado. Y desde entonces hemos seguido tocando y grabando. Ya tenemos siete discos publicados. El último fue Canciones viajeras. Bueno, sin contar con este que tenemos ahora entre manos que, en realidad, es un revival de dos elepés antiguos en un solo cedé. Están los temas de Al pie del cañón, que se editó en 1994 y también los de Sheila, de 1996.

—Como músico, ¿cómo ha pasado el parón de la pandemia? ¿Empieza a moverse la cosa?

—Por fin empiezan a surgir cosas. Aparte del concierto del miércoles el día 23 de este mes estaremos en Pontedeume, en un festival para recaudar fondos para Ucrania. Y tenemos pendientes algunas cosas para este verano, a ver si van cerrándose.

—¿Qué nos vamos a encontrar el miércoles en el concierto?

—Repasaremos toda nuestra discografía y meteremos alguna versión como Green River, de la Creedence Clearwater Revival. Es un tema bandera de Colorado, aunque no sea nuestro.

—¿Cómo es el público de sus conciertos? ¿Hay mucho viejo roquero o hay caras nuevas?

—Hay de todo. Y me hace tanta ilusión ver caras que hacía años que no veía, reencontrarte con la gente, como ver caras nuevas. Es maravilloso ver gente joven, chavales que dejan el reguetón a un lado para escuchar un poco de rock and roll.

«Somos una familia de músicos, es la herencia de mi padre y mi abuelo»

José Ángel Colorado ha permanecido siempre fiel a su estilo, ajeno a los vaivenes de las modas musicales a lo largo de las décadas.

—Siempre tuvo claro que lo suyo es la música americana.

—He escuchado de todo y me gusta toda la música, pero sin duda lo que más me tira es el country, el blues, el góspel... La música americana. Cuando era niño sonaba mucho Manolo Escobar, pero siempre fui más de Elvis. Nací en el 62, año en el que se formaron los Beatles. Y empecé a escuchar esta música a través de sus canciones y las de los Stones. Después fui descubriendo a Waylon Jennings, Kris Kristofferson, Neil Young, Flying Burrito Brothers, Byrds, Poco o los Eagles hasta llegar a la Creedence, gracias a discos que tenían mis amigos o mi primo Nacho. Ibas a las tiendas de música a mirar y, cuando juntabas unos ahorrillos, te pillabas uno.

—Sus hermanos también son músicos. ¿Es algo genético?

—Es algo familiar, desde luego. Escuchábamos cantar a mi padre, que era un amante de las rancheras y tenía una magnífica voz de tenor. Le daba a todo, cantaba también a Nino Bravo. Y cuando se juntaba la familia en Navidad siempre había música en vivo. Mi abuelo Ramón, el padre de mi padre, tocaba la armónica estupendamente. Hacían unos dúos increíbles, sonaban como una orquesta con solo dos armónicas. Y mi tío cantaba también música mexicana con mi padre. Igual me viene de ahí mi gusto por la música americana. Y ahí están mis hermanos, Iván y Diego, Os Piñeiros. Iván canta de maravilla y Diego es un guitarrista increíble, estudió lo suyo y se le nota que ama la música. Somos una familia de músicos, es la herencia que nos dejaron mi padre y mi abuelo.