Riaz Badiee: «El 15 de julio se acaba la historia de las alfombras Ishghabad»

A CORUÑA

EDUARDO PEREZ

Nacido en Teherán y pianista de carrera, llegó a España en 1979 tras el ascenso al poder de Jomeini y llegó a dirigir ocho tiendas

03 abr 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Para encontrar a este hombre hay que buscar hasta debajo de la alfombra. No suele estar en la tienda y viaja bastante. Tampoco es muy amigo de las entrevistas. Salimos de su bajo de Federico Tapia (el tercero que ocupa en la misma zona) y charlamos en la cafetería Lumar. Pide un agua. «Los que profesamos la fe bahaí, que somos entre 7 y 8 millones de personas en el mundo, no tomamos alcohol ni drogas, es decir, nada que perjudique nuestro estado mental. Creemos en la unidad de la humanidad, es una meta inevitable. Los gallegos me parecen muy puros y creyentes. La maldad no existe», comenta Riaz Badiee, iraní de Teherán. «Desde que llegué a España en 1979, cuando empezó la época de Jomeini, nunca regresé y no tengo la seguridad de que pueda hacerlo algún día. Los bahaís estamos perseguidos. Tenemos claro que la religión es para el hombre, y no al revés», analiza Riaz, que tiene dos hermanos en Irán, dos aquí y mucha familia en Estados Unidos. Hablamos de religión y alfombras, dos asuntos en los que es un experto. «Las paquistaníes están más de moda que las persas. Tienen más aceptación entre la gente y la técnica proviene de los afganos. Después están las clásicas de nudo fino de Turquía», analiza. 

Una cadena de ocho tiendas

Tiene 67 años, tres hijas que no piensan continuar con el negocio y seis nietos. En sus casas hay muchas alfombras, pero ponerse a venderlas no entra en sus planes. «Ya tengo fecha, el 15 de julio se acaba la historia de Ishghabad y, si agotamos existencias, incluso antes», anuncia este emprendedor que llegó a dirigir una cadena de ocho tiendas. «La primera fue la de Francisco Mariño, en 1989, después Vigo, Lugo, Santiago, Ourense, otra en Compostela en Área Central, Oviedo y Ponferrada. Solo quedan dos, la de Ourense, que cerramos el 27 de mayo, y la de aquí. En total, 33 años», resume. Estudió la carrera de música y su tesis fueron unas obras de piano. Pero la exigencia de la profesión musical le llevó a probar suerte con un pariente que ya se dedicaba al negocio de las alfombras. «Empecé con él y enseguida me independicé. No sabía nada, ni el gusto de la gente, la moda, los precios... Trabajaba con decoradores a los que les vendía piezas, a veces iba con ellos a ver el sitio y presentaba varias propuestas. Algo como lo que hemos hecho con nuestros miles de clientes aquí, dejarles llevar a casa varias alfombras para ver cuáles les quedaban mejor. El cliente está por encima de cualquier negocio y eso creo que ha sido la clave del éxito. Hay poca gente que no nos conozca. A veces pienso que me gustaría que en una noche oscura pudiesen brillar todas las que vendimos y ver cómo se ilumina la ciudad». 

La conexión gallega

Este iraní que vio lo que iba a suceder en su país cuando tomó el poder Jomeini se instaló en Madrid y se casó con una española. «Hicimos un viaje a Lugo, donde teníamos unos amigos, y nos gustó. Decidimos quedarnos, pero la primera tienda tuve claro que tenía que ser en A Coruña», recuerda. Ahora, décadas después, apura las últimas semanas de su empresa con tranquilidad. Es un hombre sereno. «Sigo leyendo libros en persa, árabe y español (idioma que hablan en Irán o Afganistán entre otros países) y me gustaría ser útil ayudando como traductor a los refugiados que están llegando. Ya hice algo parecido en Zaragoza», afirma. Me recomienda que pruebe un plato de su país, el chelow kabab y antes de la despedida me regala otra frase. «Las cosas fortuitas no tienen importancia. Las importantes son las que hace el ser humano», sentencia el fundador de Ishghabad.