Historias de amor por San Valentín en la comarca de A Coruña: «Yo te querré siempre, aunque seas viejita y tengas la piel arrugada»
A CORUÑA
Él lo tenía claro y hacía promesas. Ella no tanto y daba largas. Es una de tantas historias evocadas en el día de los enamorados. Este año muchos adelantan la celebración al domingo, día 13, aunque los regalos relacionados con San Valentín ocupan los escaparates desde hace un mes
12 feb 2022 . Actualizado a las 23:34 h.«Acabo de ver que ya están los escaparates llenos de regalos para San Valentín. Dadnos tregua, co... Dadnos tregua». Esto pedía Ana Milán en un tuit del 13 de enero, apenas acabada la época navideña. Pero llegó el día y, además, este año se adelanta porque al ser lunes el 14 desde restaurantes, pastelerías y otros locales indican que la mayor parte de las celebraciones serán el domingo o todo el fin de semana.
Para quienes rechazan el mercantilismo del San Valentín, que sepan que hubo épocas peores en estos 17 siglos de celebración. Y es que en la antigua Roma empezó siendo la fiesta de las lupercales, relatan algunos historiadores; en ella sacrificaban una cabra y los niños salían a la calle para azotar a las mujeres con las tiras de la piel del animal para así favorecer su fertilidad. Claudio II prohibió los matrimonios para frenar el catolicismo y porque sostenía que los solteros eran mejores soldados. San Valentín empezó a casar a las parejas en secreto. Fue descubierto y decapitado el 14 de febrero del año 270.
Algunas versiones aumentan el romanticismo apuntando que se enamoró de la hija del carcelero a la que escribió una carta firmada como «de tu Valentín». Un amor truncado, como el de aquella pareja que paseaba su futuro por el arenal de Santa Cristina. Ella quedó descolocada, lo reconocía tiempo después, cuando él le prometió algo muy emotivo: «Yo te querré siempre, aunque seas viejita y tengas la piel arrugada». Ella no lo tenía claro y lo dejaron en una honda amistad. Por ahora, la piel de cada uno se arruga por separado.
Todo lo contrario a otra pareja que de vez en cuando acudía a uno de los restaurantes del puerto de Sada. Lo hacían después de que sus hijas ya hubieran encontrado sus amores. Solían ir el domingo que no jugaba el Deportivo en casa porque durante décadas acudieron juntos a Riazor. Un día a él se le paró el corazón. Para ella fue muy duro. Cuando alguien le sugirió que volviera a Riazor para entretenerse confesó: «Es que a mí no me gusta el fútbol... Iba por estar con él». Amor curtido que sabe darse, amor que los más jóvenes a veces no saben qué es: «No tengo ni idea de lo que es el amor. Creo que nunca antes lo había sentido. Lo único que tengo claro es que, cada vez que pienso en eso, eres tú quien se me viene a la cabeza». Esto escribe Inma Rubiales una veinteañera extremeña que estos días promociona su libro Hasta que nos quedemos sin estrellas (Planeta) y que suma un millón de lectores en Internet [Wattpad] con sus novelas desbordantes de sentimientos.
Verbalizar ese sentir es lo difícil, aunque alguno es capaz de hacerlo con lo más cotidiano. Llevaban un tiempo saliendo. A ella le salía el enamoramiento por los ojos [«Si pienso en ti y en la luz de esa mirada tuya...», cantaba Amaral]. Él empezó a sentir molestias en el pecho y fue a ver a un cardiólogo. A la vuelta le contó, con una sonrisa, que era una cosa rara: «Me encontró cinco letras en el corazón. La ... ». Eran las letras que formaban el nombre de ella.
Otros lo definen por escrito y con qué rotundidad. Lo hizo en una carta, hace casi dos milenios, Paulo de Tarso, todo un himno al amor: «El amor es paciente, es servicial; el amor no es envidioso, no hace alarde, no se envanece, no procede con bajeza, no busca su propio interés, no se irrita, no tiene en cuenta el mal recibido, no se alegra de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. El amor todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor no pasará jamás».
De Miño a la «curva romántica»
Además de palabras, el amor también tiene sus geografías y, de entrada, un lugar llamado Carantoña parece propicio para el enamoramiento: «Caricia, palabra o gesto afectuoso que se hace a una persona, a veces con la intención de conseguir algo de ella». Así define el diccionario de la RAE carantoña, que es también el nombre a esa parroquia de Miño que parece adecuada para celebrar a San Valentín. También está la «curva romántica» de Bens, saliendo de A Coruña hacia Arteixo por San Pedro de Visma. Así la bautizó una vecina al pedir que limpiaran la maleza que dificultaba una de las mejores vistas de la ciudad. Claro que las parejas que allí paran, quizá estén más interesadas en las vistas al interior de los coches que al exterior.
De todos modos, San Valentín es una buena ocasión para limpiar la maleza... la que a veces dificulta ver los mejores amores.
Ignacio Fernández, de pastelería Naya: «Llevar pasteles es muy de impulso»
Dulces bien visibles con una decoración alusiva a San Valentín, el incentivo de la pastelería Naya
M. R.
Si el amor es muchas veces fruto de un primer impulso, su celebración también puede ser repentina. «La gente no suele encargarlos pero cuando vienen a por el pan se acuerdan y los llevan». Esta es una de las formas de vender pasteles, bombones y dulces alrededor del día de San Valentín. Así lo explica Ignacio Fernández Naya, de la pastelería Naya de Culleredo, y lo resume diciendo: «Llevar pasteles es muy de impulso».
Por ello, en este local, que dispone de un obrador propio, preparan pasteles y bombones para dicha celebración. Lo hacen generalmente en un formato pequeño «para una o dos personas», con el fin de facilitar el hecho de poder tener un detalle dulce.
Además, «el precio no es muy caro, suele estar por debajo de los 15 euros», explica Fernández Naya. Todo esto hace que la mayor parte de las ventas vinculadas con el San Valentín tengan lugar en el mismo día, si bien «este año lo proyectaremos todo hacia el domingo, porque los lunes habitualmente no abrimos», adelanta.
Lo cierto es que, aunque Naya no lo comenta, esa inmediatez también resuelve algunos embarazosos olvidos que podrían costar más de un disgusto amoroso. En esta pastelería tienen previsto que se note la celebración de San Valentín y para ello contarán con una decoración adecuada en la que no falten los clásicos corazones.
Naya destaca que los pasteles pequeños, de todo tipo, «siempre se han vendido mucho» y apunta, como curiosidad, que esto ocurre en la comarca de As Mariñas y en gran parte de la provincia coruñesa «porque a la gente que viene del sur de Galicia o de otros sitios a veces les sorprende que tengamos este tipo de pasteles».
Disponer de un obrador propio, al frente del cual está Fernández Naya, les permite elaborar «bollería, pastelería mini, las trenzas que son la marca de la casa [de hecho las llaman trenzas de Vilaboa], tartas personalizadas, larpeiras, bombones, bicas, pastas...», detalla. Todo ello sin olvidar que son quienes elaboraran «el auténtico panettone gallego».
Otro de los productos que se puede encontrar en la pastelería Naya, que en este 2022 cumplirá veinte años, son empanadas, algo que no es habitual en una pastelería, pero que tiene su explicación en el hecho de que «la familia tuvo una panadería en Vilaboa donde las hacían y aquí las seguimos haciendo».
Patricia Lois: «Los jóvenes celebran mucho el San Valentín»
La Cabaña del Pescador ofrece menú especial para una jornada cuya celebración esperan adelantar al domingo por la noche
M. R.
Las fiestas se conocen por sus vísperas, sostiene la sabiduría popular, y Patricia Lois espera que la noche del 13 de febrero tengan bastante trabajo en La Cabaña del Pescador. Y es que la celebración de San Valentín está muy condicionada por el día de la semana en que cae. Este año es lunes y por ello «la noche del domingo pensamos que se va a trabajar bien. Confiamos en que la gente vuelva a celebrarlo como antes». Lo dice una mujer que reconoce que no era una fecha que le atrajera especialmente pero al incorporarse al restaurante le sorprendió la aceptación que tiene. «Los jóvenes lo celebran mucho», asegura.
El día de los enamorados, la Cabaña del Pescador tendrá un menú especial con zamburiñas a la plancha y «nuestra especialidad, la carbonada mixta», avanza Patricia. No faltarán las románticas velas, alrededor de las que se podrá degustar un postre casero y, por supuesto, «una copita de cava». Todo ello en un escenario con vistas a la playa de Santa Cristina o a la ría de O Burgo.
A la cita gastronómica con San Valentín no solo acuden los jóvenes, también matrimonios «que vienen a celebrarlo. Los conocemos desde hace años y los fines de semana suelen venir con los niños pero ese día vienen solos porque dicen: «Este es un día para nosotros».
Destaca Patricia Lois que tienen «una clientela muy fiel y muy familiar. Hay gente que viene todos los viernes por la noche. Los sábados y domingos llegan con mucha familia». Esto supone, destaca, ver un contraste de edades, si bien también son habituales grupos de gente joven.
Aunque «tenemos una carta muy amplia con arroz marinero, parrillada de pescado, fondue...», el plato estrella sigue siendo la carbonada mixta: «Es una forma de comer carne siempre caliente y al gusto de cada persona». La carne así cocinada es seña de identidad de un restaurante que ha cumplido 32 años «y que siga otros 32», pide Patricia. Su padre, Manuel, y su tío, Ricardo, fueron quienes se hicieron cargo de este establecimiento después de que los dos socios que lo llevaban, como parrillada, lo dejaran. Entre las reformas para la nueva etapa Manuel y Ricardo añadieron las campanas extractoras individuales que habían visto cuando estuvieron trabajando en Suiza y era toda una novedad en aquellos momentos.