Marta Ortega recibe el pazo de Aián, en Cambre, vacío

La Voz LA VOZ / CAMBRE

A CORUÑA

El traslado de los muebles se hizo a finales de verano y el inmueble cuenta con vigilancia desde que fue adquirido por la futura presidenta de Inditex

08 feb 2022 . Actualizado a las 16:51 h.

Profesionales de seguridad visitan varias veces al día el pazo de Aián, en Cambre. Esta propiedad, la nueva adquisición de Marta Ortega y que ha generado expectación por cuanto supone aumentar sus vínculos con Galicia, se mantiene cerrado. «El pazo está vacío» es la frase más repetida por los vecinos del entorno, para los únicos que no ha sido una sorpresa la compra, ya que la anterior propietaria les comunicó que había vendido una propiedad que, reconocen, tiene un alto coste de mantenimiento.

La presidenta de Inditex, de la que se indicó que pagó tres millones por la propiedad, pidió la entrega sin muebles y María del Carmen Castañón, quien se lo vendió, optó por retirarlos a final de verano. «Todo se iba para Madrid», explica José Gestal, del negocio de restauración de muebles El Desván, próximo al pazo. Él recogió algunas piezas para algunos clientes y le llegaron a ofrecer algunos muebles en depósito, pero finalmente lo rechazó.

José Gestal, que recogió para unos clientes algunos muebles del pazo.
José Gestal, que recogió para unos clientes algunos muebles del pazo. D Vázquez

«Los donaron a la asociación A Promesa, de Altamira», comenta con satisfacción de que haya ido para una obra solidaria. Los vecinos del entorno no han visto aún a la nueva propietaria, reconocen que solo un día observaron muchos vehículos en la zona, pero no llegaron a saber quiénes eran o si iba Marta Ortega en el grupo.

Por edad, los vecinos recuerdan aún a Amalia Fariña de Torres, la madre de la anterior propietaria, una mujer muy devota, que iba entregando estampas para sobrellevar las vicisitudes. Dos de sus siete hijos eran religiosos y la más pequeña, tras vender una propiedad en Andalucía, se quedó con el pazo en el reparto de la herencia. Ella, con ocho hijos y 17 nietos, optó ahora por ponerla a la venta ya que lo utilizaban pocos meses. La capilla, que quienes la conocen señalan como bonita y cuidada, acogió alguna de las bodas de esta extensa familia. Trascendió que parte de lo conseguido por el pazo le ha permitido comprar una propiedad a las afueras de Madrid.

Tres generaciones

«Yo nací ahí», explica Latino Brea Patiño, de 78 años, señalando uno de los edificios dentro del recinto del pazo, una propiedad cerrada con un muro de piedra del que todos reconocen su belleza, pero también que ha tenido tiempos mejores. El padre de Latino fue casero en la propiedad ligada durante tres generaciones a la familia de Castañón de Mena. Desde el exterior se aprecian algunas edificaciones, pero no es posible ni establecer claramente cómo se distribuye el pazo, que alberga diversas estancias, la capilla, un amplio terreno que tenía frutales y una laguna, en otro tiempo llena de patos.

Carmen Rioboo y su marido Latino Brea trabajaron en el pazo. Ahora viven en las proximidades.
Carmen Rioboo y su marido Latino Brea trabajaron en el pazo. Ahora viven en las proximidades. Marcos Míguez

Latino Brea explica que solo se ha vendido el pazo, pero que la familia Castañón mantiene numerosas fincas en el entorno de Aián, un núcleo con viviendas unifamiliares, algún negocio de hostelería y que está a unos 15 kilómetros de A Coruña, donde Marta Ortega tiene fijada su residencia. Brea también explica que está situado a kilómetro y medio del que tiene Amancio Ortega en Anceis, también en Cambre.

Brea, conductor profesional, se ocupó durante años de atender los numerosos árboles de la propiedad y también hizo de chófer para los anteriores propietarios. Su mujer, Carmen Rioboo, ayudaba en la casa cuando estaban los propietarios. «Tamén cosín para Inditex xunto a outras mulleres», relata de la conexión con la nueva dueña del pazo, del que destaca que fue reformado y cuenta con seis habitaciones y siete baños. «É moi grande», reconoce.

Juan García y su mujer Isabel viven frente al pazo. Se muestran prudentes porque reconocen que aún no conocen a la nueva vecina, pero indicaron a los micrófonos de Radio Voz, que pedirán que poden los árboles que asoman por encima del muro y suponen, según resaltan, un riesgo por su gran porte.