«Encontrar un camello que venda droga en A Coruña es cuestión de unos minutos»

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

ANGEL MANSO

La policía centra sus esfuerzos en los barrios más castigados por esta lacra, como Os Mallos, Agra, Monelos, Sagrada Familia, O Castrillón o Monte Alto

22 ene 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

No hace falta saber moverse por los bajos fondos ni tener amigos poco recomendables para comprar droga. Todo el mundo conoce los barrios a los que hay que ir a preguntar. Localizar a un camello, muchas veces, es cuestión de minutos. Lo reconoce un mando policial. Esto pasa en cualquier ciudad del mundo y A Coruña no es distinta al resto. «Hay barrios muy castigados y es ahí donde ponemos todo el esfuerzo. Lo peor es que son muchos los camellos y más los consumidores», añade la misma fuente.

La policía detuvo en las últimas semanas a varios traficantes que cogieron con las manos en la masa. Pero en la mayoría de las ocasiones no resulta sencillo acabar con un punto de venta. «Vigilancia día y noche, identificar al cabecilla, reunir pruebas, órdenes judiciales, pinchazos telefónicos y luego la entrada y registro en domicilios, donde no siempre se encuentra la cantidad que uno se espera. La suerte también cuenta», explica un agente de la brigada del crimen organizado.

Sucedió, por ejemplo, en el piso okupado de la calle San Lucas. El 091 había trabajado mucho en las inmediaciones. Se hicieron informes, y cuando el juzgado dio la orden de desalojo, no se encontró ni un gramo. Pero sí objetos presumiblemente robados.

La droga está esparcida por la ciudad. Aunque haya barrios más afectados que otros, no hay uno que se libre. Siempre hay alguien, ya sea en Juan Flórez como en Orillamar, que se dedica al trapicheo.

Si se hace un mapa de los barrios más castigados por el narcotráfico, la policía apunta hacia Os Mallos, Agra do Orzán, Ventorrillo, O Castrillón, Monelos, Monte Alto, la zona de copas del Orzán, O Birloque, O Peruleiro o Labañou. Es decir, casi toda la urbe está infestada.

El hachís es la sustancia más vendida y la que más repartida está. No hay un solo distrito que se libre del menudeo. Le sigue la cocaína y, en tercer lugar, la heroína. Esta última se centra en zonas marginales y en narcopisos repartidos por la ciudad. La cocaína, al igual que el cannabis, también está muy esparcida. Y en manos de pequeños traficantes que, en la mayoría de los casos, están enganchados y solo ganan para pagarse sus dosis.

En casas, en bares o en narcopisos

Hay de todo. El que se mete en el mundo del narcotráfico elige o le hacen elegir cómo, cuándo y dónde vende. El menudeo —compra de pequeñas cantidades—, se lleva a cabo en la calle, en un piso o en un bar. 

La Calle

Previa cita telefónica. Lo más habitual es que el traficante se valga de un móvil o de varios para comunicarse con sus clientes. El camello, siempre con el teléfono disponible, atiende las llamadas y puede hacer dos cosas. Llevar la sustancia al comprador a casa o que sea el consumidor el que se acerque a él en un lugar pactado. Hay de todo.

 En un sitio y a una hora. Hay camellos que solo dedican una parte del día al trapicheo. Sus clientes son habituales y acuden a un mismo lugar en un mismo intervalo de tiempo.

 Del piso a la esquina. Hay narcotraficantes que se pasan el día en casa esperando la llamada de sus clientes. Estos dicen la cantidad y el camello queda con ellos en la esquina o en un punto determinado próximo al domicilio, y bajan a la calle con la sustancia requerida. Evitan así que si son identificados no se les pueda detener, porque la dosis que les encuentran es pequeña. 

Punto de venta. Apenas quedan lugares en el que varios camellos se reúnen en un parque o en las inmediaciones de un negocio para vender al primero que llegue. Pero sigue habiéndolos. 

Hostelería

El dueño. Hay bares —cada vez menos porque en los últimos años cerraron tras múltiples redadas— en los que el propietario se dedica al trapicheo. 

El empleado. En algunos locales de hostelería, el propietario tiene a alguien trabajando para él. Siempre fuera de la barra, como un cliente más, hace el trabajo sucio. Es el que se encarga de la venta. Y si aparece la policía, asume todo el peso de la ley, sin delatar al dueño del bar. 

El cliente. En otros negocios, el que vende nada tiene que ver con el propietario. Este hace la vista gorda para ganar clientela. El camello se pasa el día en el local haciendo sus negocios. 

Pisos

Vivienda particular. Los consumidores, clientes habituales, acuden al domicilio del traficante a adquirir la droga. Algunos esconden la sustancia en las zonas comunes. 

Narcopiso. Un clan okupa una vivienda y ahí se trafica. En algunos, el jefe no reside. Paga a los moradores para que sean ellos los que trapicheen.