La joven madre con una orden de desahucio del piso en el que reside en A Coruña ya tiene 12 ofertas de empleo

Alberto Mahía A CORUÑA

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Padre Rubinos le ayudará con el alquiler del piso, el Ayuntamiento le ofrece todo tipo de ayudas y la Xunta intentará paralizar el desalojo

13 ene 2022 . Actualizado a las 15:51 h.

Azahara, desesperada, pidió ayuda pública para evitar que ella y su hija de 10 años fuesen desahuciadas del piso en el que viven y no pudieron pagar desde agosto. Una madre que no quiere limosna. «Solo pido trabajo», decía. Esa luminosa bengala lanzada al cielo abrió el corazón de decenas de personas. Su teléfono no paró de sonar en todo el día de ayer. La ola de solidaridad que recibió la emocionó. Lloró y sonrió. Gente que al descubrir su situación le ofreció de todo. Pese a que ella no pidió nada material, solo un empleo para salir de la ruina, muchos no le hicieron caso. Le ofrecieron ropa, comida, dinero en metálico. De todo.

Y las Administraciones no se quedaron atrás. De hecho, el Ayuntamiento lleva mucho tiempo asistiéndola. No solo le tramitó la renta social de 500 euros que abona la Xunta, sino todo lo concerniente a bonos, becas comedor... Servicios Sociais, hasta donde pudo llegar, estuvo siempre pendiente de ella. Algo que Azahara reconoce y agradece.

El Gobierno autonómico también le prestó asistencia. Se movió con la Justicia para prorrogar en varias ocasiones el desahucio. Y «lo seguiremos haciendo», dicen desde San Caetano.

Administraciones aparte, la institución benéfica Padre Rubinos, nada más enterarse de la situación, se puso en contacto con ella. Hoy mismo tienen una entrevista. Según explica el director de la entidad, Eduardo Aceña, «vamos a intentar paralizar el desahucio con una deuda de un año de impago de alquiler». No solo eso, ya le consiguieron una entrevista de trabajo como cocinera en un restaurante italiano. Tras hablar con ella, «veremos en qué más la podemos ayudar», añade el responsable de Padre Rubinos.

Por si fuera poco, en solo unas horas recibió doce ofertas de empleo. La mayoría en el sector de la hostelería, donde ella trabajaba hasta que la pandemia le hizo perder el empleo. «No me salen las palabras. No paro de llorar de emoción. No sé cómo puedo agradecer lo que me dijeron todas esas personas que me llamaron para ofrecerme de todo. Mi hija y yo estaremos siempre en deuda», dice Azahara.