El desalojo de A Pasaxe, en A Coruña, se pospone hasta dar casa a las seis familias que aún quedan

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

El Ayuntamiento pidió a Costas unos días más para evitar una expulsión forzosa que dejara en la calle a los pocos que resisten

07 ene 2022 . Actualizado a las 09:21 h.

El desalojo del poblado chabolista de A Pasaxe se retrasará unas semanas. Aunque la Demarcación de Costas había puesto fecha a su total desmantelamiento, que se había fijado para el 20 de diciembre y luego ampliado a petición municipal para el final de las fiestas navideñas, todavía quedan seis familias y no se las va a echar a la fuerza, sin una alternativa habitacional. «Benestar está trabajando intensamente para encontrarles un lugar en el que vivir y el proceso para tres de ellas ya está muy avanzado», aseguran fuentes del gobierno local.

«No quedará nadie sin alojamiento digno», dijo hace unas semanas Inés Rey, que agradeció el trabajo realizado por la concejalía de Igualdade, Benestar Social e Participación, que dirige Yoya Neira. Destacó que el objetivo es «que no se produzcan desalojos forzosos».

La desaparición del último poblado chabolista de la ciudad no puede acabar de manera abrupta y manchar el trabajo constante que se vino realizando desde hace muchos años para que los habitantes de A Pasaxe se trasladasen a otro lugar. Una expulsión forzosa «empañaría la tarea de inclusión social y asistencia que se desarrolla desde hace años para sus condiciones de vida», destacan desde Benestar.

Nadie quiere un mal final. De hecho, los moradores de las seis chabolas que aún están habitadas no quieren por nada del mundo que los expulsen a la fuerza. Todos piden tiempo. Alguno, de hecho, ya consiguió un contrato de alquiler en el monte Xalo, pero piden un tiempo para la mudanza.

Las familias que todavía permanecen en el poblado levantado sobre los terrenos de la antigua conservera Celta ya han recibido «soluciones habitacionales» por parte del gobierno local, según explicó la concejala de Igualdade, Benestar Social e Participación, Yoya Neira, quien apuntó que los trabajadores sociales «continúan» realizando labores de asesoramiento y asistencia a los últimos habitantes de un asentamiento que hace años contaba con varias decenas de familias. Las que quedan —algunas con menores— «saldrán en breve».

Ya parece salvado el problema que se ha repetido a lo largo de los años, cuando a algunos habitantes de A Pasaxe no les convencían las alternativas en forma de vivienda que se les ofrecían, ya que es habitual que se dediquen a la chatarra y necesitan espacios en los que almacenar estos elementos, algo que en un piso no pueden hacer.

El gobierno local ha realojado en lo que va de mandato, desde junio del 2019, a 19 unidades de convivencia, que se suman a las 16 que se trasladaron a otra ubicación durante los cuatro años del mandato anterior.

La labor de los trabajadores de Benestar Social ha sido clave para contribuir a convencer a las familias de A Pasaxe de los beneficios que les aportaría trasladarse a nuevas ubicaciones. Van a clases ocupacionales, les abonan parte del alquiler y les ofrecen ayudas durante un tiempo hasta que puedan subsistir por sus propios medios.

Por delante, una senda verde desde Oza hasta O Burgo, con cinco polígonos a desarrollar

El Ayuntamiento quiere presentar en breve su plan urbanístico para todo el borde litoral de la ría de O Burgo. El concejal de Urbanismo, Juan Díaz Villoslada, adelantó que la nueva propuesta para la modificación puntual del Plan General de Ordenación Municipal en ese sector se llevará a la junta de gobierno tras las fiestas. Pretende minimizar el desarrollo de viviendas, aunque no eliminarlo, y facilitar la creación de una senda verde peatonal y ciclista desde el paseo de O Burgo hasta el entorno de Oza.

En el espacio afectado hay cinco polígonos que hay que desarrollar, entre ellos el de los antiguos Astilleros Valiña, otro bajo el hospital o el espacio de la antigua fábrica de La Toja, que linda con la Conservera Celta. El Concello pretende compatibilizar las nuevas actuaciones con la preservación de los núcleos patrimoniales y los equipamientos de la zona. Tras la aprobación en junta de gobierno, el proyecto deberá someterse a evaluación ambiental por parte de la Xunta y después, con las correcciones pertinentes, se llevará a pleno para que sea aprobado.