Óscar Rosende: «No ha habido ni un brote de covid en un concierto en toda la pandemia»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Presenta el viernes a su nueva banda con la que rinde homenaje a Dire Straits

06 dic 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Ha tenido que esperar lo suyo, pero asegura que esta espera merecerá la pena. Óscar Rosende (A Coruña, 1981) presenta este viernes en el Teatro Colón (21.00 horas) a Great Straits, su nueva banda con la que continúa rindiendo homenaje al mítico grupo de Mark Knopfler. Y lo hace tras haber tenido que posponer sus planes durante dos años. Ya en diciembre del 2019 anunciaron este concierto de presentación, pero apareció el covid y se llevó a todo el sector cultural por delante.

—¿Cuántas veces tuvo que aplazar este concierto?

—Solamente dos, pero porque fui muy previsor. La segunda vez lo aplacé un año, de diciembre del 2020 hasta ahora, no un par de meses a ver si esto pasaba. Me llamaron exagerado, pero al final el tiempo me ha dado la razón.

—Y, crucemos los dedos, por fin llegó el momento.

—Si algo ha demostrado el sector cultural es que la cultura es totalmente segura. No ha habido, en toda la pandemia, ni un brote de covid en conciertos, festivales o teatros. Hemos escuchado que surgían en diferentes ámbitos, pero nunca en el cultural. Por eso también es tan especial este concierto, ya no es que la gente disfrute de la música, es que queremos que vuelva a vivir, que recuerde cómo era esa experiencia de asistir a un concierto.

—De todos modos, ya pudo debutar con su nueva banda.

—Pudimos dar unos cuantos conciertos y comprobar que sonamos bien. Creo que nunca soné tanto a Dire Straits como con esta banda. De hecho, unos amigos de Asturias que son casi más fanáticos que yo y a los que llamo el tribunal de Dire Straits así me lo dijeron tras un concierto. Por cierto, uno de ellos es lutier, y me ha hecho una réplica de una de las guitarras de Mark Knopfler que estrenaré en este concierto en el que tocaremos los grandes clásicos, pero también habrá otras sorpresas. De entrada, creo que lo que más va a sorprender es el inicio del concierto, y no por la canción con la que empezamos, sino por la forma en la que lo haremos.

—Y seguro que no me va a avanzar nada sobre ese comienzo...

—¡Se rompería la sorpresa! Lo que sí que puedo decir es que hay mucho trabajo escénico. Somos una banda grande, con nueve músicos, como en la última etapa de Dire Straits, cuando vinieron a Vigo. Y eso nos da una riqueza instrumental enorme. Y el escenario tiene que acompañar.

—Pero algo nos podrá adelantar de esas sorpresas que habrá en el concierto.

—Pues me he permitido el lujo de coger algún que otro tema que no había tocado en A Coruña hasta ahora y darle una pequeña vuelta.

—Se le van a echar los puristas a la yugular. Porque Dire Straits es de esas bandas que más que seguidores tiene fanáticos.

—Es una osadía, lo sé. Pero precisamente los más fanáticos serán los que se den cuenta, cuando toquemos algunos de estos temas, de que lo que hemos hecho lo hicieron Dire Straits solamente en un concierto en concreto. Y a algún que otro tema le hemos añadido instrumentos o lo hemos hecho más íntimo, más básico.

—¿El repertorio será solo de Dire Straits o se extiende también a los discos en solitario de Mark Knopfler?

—Es básicamente Dire Straits, pero hay una canción de Knopfler en solitario que hace muchos años que no toco que voy a recuperar para este concierto. Es Why Aye Man, y le tengo un cariño muy especial.

—¿Por qué es tan especial para usted?

—Porque me reportó una anécdota con Guy Fletcher, el teclista de Dire Straits. Fue hace trece años, en Granada. Tocaba Mark Knopfler y en el exterior del recinto habían habilitado un escenario para que tocásemos allí después del concierto. Estábamos haciendo la prueba de sonido y se acercaron el técnico de sonido y el mánager de Knopfler, entre otros miembros del equipo, a escucharnos. Lo que yo no vi entonces, es que también estaba por ahí escuchándonos Guy Fletcher, que escribió esa noche en su diario de la gira que cuando llegó al recinto y nos escuchó tocando Why Aye Man pensó que era el disco sonando, hasta que llegó la parte del teclado, la suya. Claro, no teníamos teclista por aquel entonces [ríe].

«Estoy más cómodo detrás de la autoría de otro, soy como un actor musical»

Óscar Rosende lleva unos quince años interpretando los temas de Dire Straits sobre los escenarios, primero con Brothers in band y ahora con Great Straits.

—¿Qué pasó con la antigua banda?

—La fundé en el 2007, como fan de Dire Straits, sin mayores pretensiones. No registré el nombre hasta años después, que lo hicimos a nombre de tres componentes del grupo. Y en el verano del 2019 me dicen los otros dos que me están buscando un sustituto. Eran dos contra uno, se quedaron con el nombre y yo decidí empezar una nueva aventura. Pero más de la mitad de los 15 miembros de mi banda actual, entre músicos y técnicos, venimos de Brothers in band.

—¿Por qué decide rendir tributo a Dire Straits concretamente?

—Es la banda que me sacudió la cabeza siendo niño. Pero lo definitivo fue en la adolescencia, cuando cae en mis manos una guitarra. ¡La de horas que pasé intentando sacar los acordes fijándome en cómo colocaba los dedos Knopfler en el mástil con el vídeo VHS en pausa!

—Pues como guitarrista sin duda es genial, pero muy poco ortodoxo para aprender con él.

—Lo reconoce el propio Knopfler, que siempre dice en sus entrevistas que es la peor pesadilla de cualquier profesor de guitarra. Con la pandemia me puse a profundizar en la teoría de la guitarra. Voy al revés, pero hora entiendo lo que hago [ríe].

—¿Nunca ha tenido la tentación de colar algún tema propio entre los del repertorio de Dire Straits?

—Tengo mis propios temas, pero no tengo ninguna prisa por sacarlos. No sé si es una cuestión de autoexigencia o si es simplemente vergüenza. Estoy más cómodo escondido tras la autoría de otro, siendo un actor musical, por decirlo de alguna manera.