Compartía inquietud con Yolanda Gantes, de 19 años, que tuvo que abandonar sus estudios de Historia da Arte por problemas económicos y recurre a su larga lista de intereses para orientar tiros y dejar clara la disponibilidad. «Moda, redes sociales, recursos humanos, psicología, criminología. Me gustaría tener experiencia en distintos sectores para saber por dónde ir», dice. Más segura parece Laura Rivas, grado en Relacións Laborais y cómoda con la rutina: «A mí me encanta el trabajo de oficina, ocho horas delante de un ordenador». Con 25 años está pendiente de un posible contrato de 9 horas por 600 euros. Su cara habla por ella. «Si me lo dan, lo voy a aceptar».
Fernando Sales, responsable de recursos humanos del Grupo Calvo, plantea la idea del arraigo. «Tenemos trabajadores que llevan 40 o 50 años en la empresa, toda la vida, de Carballo [donde nació Calvo]. Eso en los jóvenes no lo encuentras, pero en nuestro caso ofrecemos un plan de carrera, la posibilidad de crecer en responsabilidad y salarialmente, e incluso cambiar de departamento», indica.