Darío Adanti, cocreador de «Mongolia»: «En el humor es importantísimo el contexto, y las redes sociales son especialistas en descontextualizar»
A CORUÑA
Los fundadores de la revista satírica despiden su gira nacional con tres funciones en Galicia
12 nov 2021 . Actualizado a las 05:00 h.Serán las últimas risas que causen con este espectáculo. Los creadores de la revista Mongolia, Edu Galán y Darío Adanti, despiden este fin de semana su gira nacional Mongolia sobre hielo con funciones en A Coruña (este viernes a las 20.30 horas), Vigo (este sábado a las 22.30 horas) y Santiago de Compostela (este domingo a las 20.00 horas). Adanti adelanta lo que se podrán encontrar los asistentes.
—El espectáculo estaba concebido para el año pasado, pero se pospuso hasta ahora.
—Totalmente. Estaban previstos para abril o mayo del 2020. Nos cogió justo el confinamiento total. Hacemos que nuestros espectáculos duren un par de años porque como van de actualidad al final los vamos actualizando en cada actuación. Pero claro, pasados dos años ya queda diferente. Entonces lo que haremos es finalizarlo y empezar uno nuevo. Vamos a despedir Mongolia sobre hielo en Galicia con las tres últimas funciones y hemos cambiado muchas cosas porque ya me dirás si en este año y medio no ha pasado de todo [risas].
—¿Cómo definiría esta obra actualizada?
—En realidad, los shows de Mongolia siempre son una especie de espectáculos de variedades satíricas. Nos vamos metiendo con diferentes vicios de la sociedad. En los primeros lo hacíamos más con la monarquía o la ultraderecha. Ahora nos metemos más con la censura y la libertad de expresión, con los nacionalismos y los símbolos identitarios y, por supuesto, le seguimos pegando a los poderes fácticos, que son la banca, la monarquía, la iglesia... [risas] y las supersticiones. En esta función nos metemos mucho también con lo que llamamos las religiones serie b, que son todo lo relacionado con los negacionismos, la new age... Tenemos contranacionalismos, contranegacionismos, contracensura, tanto de derechas como de izquierdas, porque vivimos en una época que parece que nos cuesta admitir que cada uno tiene que gestionar sus sentimientos de ofensa y no pedirle a la justicia que te lo quite de encima, que te quite de la vista lo que te ofende.
—Parece que todo lo que se dice se cuestiona cada vez más. ¿Hay miedo a la hora de hacer humor?
—No creo que estemos peor que por ejemplo en la Transición, con bandas de ultraderecha armadas y cosas así. Pienso que estamos mucho mejor. Lo que es verdad es que las redes sociales nos han dado voz a todos, y eso es bueno por un lado porque antes no teníamos todos un escaparate donde opinar. Pero lo cierto es que todavía no estamos acostumbrados o no hemos logrado gestionar lo que son todas esas opiniones y no creer que son algo tan grave como para hacerles caso. En el humor es importantísimo el contexto, y las redes sociales son especialistas en descontextualizar. Por ejemplo, veo a un calvo que es amigo mío y le digo “uy, qué pelazo”. Es el contexto lo que me marca que es humor, pero si eso se saca del contexto alguien puede pensar que yo estoy diciendo que tiene pelazo y estoy mintiendo porque es calvo. Con el humor pasa lo mismo, digamos que alguien hace un chiste de humor negro que en su círculo cercano o sus seguidores saben que es una magnífica persona pero que tiene humor negro y que no pasa nada, pero eso se saca de contexto lo ve otra persona y ya cree que está casi al mismo nivel que un asesino. Entonces terminan armándose grandes movidas de voces en contra y lo que termina pasando es que los medios de comunicación o las productoras se asustan y lo terminan censurando por miedo al escándalo. Hay que admitir la crítica y la ofensa. Las generaciones que han nacido con la libertad de expresión como algo normal, porque se han criado con la democracia, les falta valorar más este derecho. Porque los que hemos vivido en dictaduras en las que no había esta libertad sabemos lo importante que es que se oigan todas las voces, incluso las que no nos gustan. Tenemos que empezar desde niños con la educación democrática en cuanto a tolerar las opiniones. Incluso a tolerar la ofensa también con respecto a tu propio chiste, mientras no se convierta en algo judicial. Que es de lo que estamos en contra. No de que se opine, sino de que se judicialice.
—Qué le diría usted a la gente que dice que no se debe politizar el entretenimiento. Que el entretenimiento tiene que ser neutro.
—[risas] Es todo lo contrario a la sátira, porque la sátira es justamente utilizar el humor para dar una opinión política. Y la sátira tiene 4.000 años de historia. Empezó, junto con la comedia, en la Grecia antigua con la propia democracia y en el lugar de la catarsis. Donde toda aquella frustración que no puedes sacar porque no puedes cambiar la realidad ni lo que sucede desde los lugares de poder, pues la sacas de manera simbólicamente agresiva en el humor y la gente se entretiene viendo como otros dicen aquello que ellos no pueden decir. Eso es algo que va con la democracia. El espectáculo es una actividad artística y decirle a los artistas lo que tienen que hacer nunca fue bueno [risas]. Cada vez que le pones límites al arte, el arte desborda esos límites. De hecho está para eso, para desbordarlos.
—Entonces, ¿recomienda a los que acudan al espectáculo que vayan con la mente bien abierta?
—Que vayan con la mente bien abierta y preparados también para ruborizarse. A veces nos gusta más cuando hay un silencio vergonzoso entre el público que cuando se ríen. Creo que la provocación es fundamental, es como una ducha de agua fría. Que vayan preparados porque también creemos que, así como la libertad de expresión comenzó en la democracia griega y fue en el teatro dónde comenzó la comedia, creo que la libertad de expresión hoy dónde más la puedes desarrollar es en el teatro. Porque tiene esa cosa de liturgia religiosa donde el contexto queda totalmente respetado. O sea, vayan preparados para una fiesta dionisíaca cartártica.
—¿Se cuestionará la personalidad gallega?
—Siempre. A mí me cuesta más, porque como argentino le tengo mucho cariño a los gallegos. Pero siempre vamos y nos metemos con los lugares en los que estamos y también nos metemos con la izquierda. Creemos que es importante reírse de los demás pero reírse también de uno mismo. Nos reímos de nosotros y nos reímos de nuestro público. Que vayan con la piel muy gruesa.