Walter del Río: «Trabajo 24 horas y libro los cuatro días siguientes»

A CORUÑA

ANGEL MANSO

El práctico mayor del puerto habla de su trabajo, «en la ciudad no se conoce mucho lo que hacemos», y del riesgo que corren, «un día malo podemos llegar a pasar miedo», dice

18 oct 2021 . Actualizado a las 11:31 h.

Charlamos el lunes por la tarde, víspera del 12 de octubre. «Cuando trabajas a turnos no tienes en cuenta los festivos ni te preocupa cuándo son. Los prácticos hacemos 73 guardias al año. Mañana me toca. Estoy acostumbrado. Trabajo 24 horas y libro los cuatro días siguientes. Por eso somos cinco compañeros. Si cae de baja un marinero o un patrón es posible encontrar sustituto, pero sustituir a un práctico es complicado», analiza Walter del Río Corbeira. Tiene 47 años (cumplirá 48 en Halloween), es padre de dos hijos de 15 y 12, y se crio en el Agra do Orzán. «Aunque en mi familia no hay tradición, siempre quise ser marino. Estudié en el instituto Monte das Moas, y antes en el colegio Emilia Pardo Bazán. Recuerdo ir en el bus por Gran Canaria y pasar por Náutica, donde finalmente acabé», rememora. Su primer viaje como estudiante de prácticas fue al golfo de Guinea en un mercante que cargaba madera tropical. «Salimos de Pasajes. Lo recuerdo perfectamente», destaca el práctico mayor. «En A Coruña tiene este cargo el que más tiempo lleva. En otros puertos, como el de Barcelona, hay elecciones. Se puede decir que ejerzo de representante de la empresa en las reuniones con la Autoridad Portuaria, entre otras cosas», explica Walter, que pide un café con leche descafeinado. 

Con olas de seis metros

A pesar de que vivimos rodeados de mar, «mucha gente cree que vamos en los remolcadores. A nivel portuario somos muy conocidos, pero en la ciudad no se conoce mucho lo que hacemos», asegura Walter, que compara su trabajo con el de un director de orquesta, aunque en lugar de batuta lleva en la mano un VHF portátil. «Diriges a los amarradores, remolcadores, a la tripulación del barco, al personal de la terminal... Tienes un montón de gente pendiente que toca distintos instrumentos. Los que nos dedicamos a esto estamos acostumbrados, pero hay que saber hacerlo», resume. Estamos llegando a los meses del año con menos luz y peor mar. «De invierno a verano es otro mundo. Nos llegamos a subir a petroleros con olas de seis metros. Cuando empiezas en este trabajo es más físico, pero ahora es más de maña. Al principio te duelen los codos y los hombros de la fuerza que haces para subir por la escalerilla de madera. En un día malo, el práctico puede llegar a pasar miedo. El mejor momento, para mí, es cuando bajas de un barco de 300 metros con mala mar y te sientas en el bote. Te desinflas después de la tensión que pasaste», explica. 

Melaza para Heinz

De 1994 al 2008 navegó por todos los mares y entró en casi todos los puertos. «No soy muy de contar batallas. Me gustaba navegar, pero este mundillo ahora depende mucho de las oficinas en tierra. Hay mucha presión. Estoy mejor ahora, y con la ventaja de estar en casa con la familia. Antes pasaba casi todo el año fuera», resume. Con 29 años era capitán y trabajó en quimiqueros, portacontenedores... Dio vueltas al mundo. «Creo que el puerto de Houston es el más espectacular. En 10 kilómetros cuadrados hay cuatro refinerías. Entrar en San Francisco o Nueva York también es impresionante. Recuerdo que transportamos melaza para la fábrica de kétchup de Heinz, o para Bacardi en San Juan de Puerto Rico», comenta. 

Experiencias gastronómicas

Se declara un hombre normal. Sencillo. Aunque siempre está en contacto con el mar, reconoce que, a la hora de comer, es «de carne». También disfruta mucho «con los planes de experiencias gastronómicas», confiesa. Luce una cazadora con un logotipo que es una raspa de pescado. Es la firma Maiwa, que está impulsando su mujer. Cuesta imaginar a este hombre de talante y aspecto tranquilo subiendo y bajando de buques enormes para ayudar a atracarlos. «Todos los días toco barco. Subirse en alta mar es difícil, y bajarse, también. Si el mar está muy mal, tiene que seguir hasta el siguiente puerto. La única vez que sucedió fue hace 20 años y al práctico lo sacó el Helimer», recuerda. «A Coruña, Gijón o Bilbao son los puertos más complicados. Y odio la Regata de Grandes Veleros. Nos da mucho trabajo».