Argollas para los barcos
En la parte trasera del bajo, cuyos soportales tienen enfrente a la Autoridad Portuaria, está el Calexón da Estacada. Un nombre nada casual. «En las paredes había argollas para amarrar los barcos, que atracaban aquí», recuerda Benito Doldán, el propietario del local, uno de los que albergan las Casas de Paredes. En la cervecería La Marina, con entrada por el callejón, hay restos de la sujeción de uno de estos aros.
Fue en la segunda mitad del siglo XIX cuando se llevó a cabo el primer gran relleno en la Marina. Las Casas de Paredes, «planeadas al estilo de los edificios de la fachada marítima de Burdeos», enfatiza un cliente desde la terraza, son anteriores. Comenzaron a construirse en 1778. Sin embargo, hay otra ciudad europea que Gemma tiene más presente. «Sin el sistema de las bombas, el sótano sería un poco como el acqua alta de Venecia», sonríe. Y, como la urbe italiana, su cafetería gana todavía más encanto con este curioso fenómeno.