A medio gas tras la arrolladora tromba de agua en el área de A Coruña

T. Rivas / L. Cancela / A. Villagrasa A CORUÑA

A CORUÑA

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Algunos afectados no pudieron abrir ayer sus negocios y cifran los daños en miles de euros. Vecinos de la «zona cero», en torno a la ría de O Burgo, tuvieron que achicar bajos y garajes

14 sep 2021 . Actualizado a las 21:01 h.

Nunca falla. Después de la tormenta, llegó la calma, y con ella el momento de evaluar los daños, materiales y económicos, que provocó la tromba de agua de 25 minutos que cayó este lunes por la tarde y que dejó un reguero de incidencias en diferentes puntos de la comarca coruñesa, de las que algunas todavía no han sido solucionadas. La tormenta estuvo muy localizada, con el epicentro prácticamente entre O Burgo, cuesta de la Tapia y Perillo. «Había aviso amarillo por acumulaciones de agua de más de 15 litros en una hora, sabíamos que podían ser fuertes, pero es imposible predecir el sitio exacto en el que va a caer», explica Ana Lage, de Meteogalicia. Y eso mismo dicen los datos. Mientras en la estación de punta Langosteira se recogieron durante el día de ayer 0,5 litros, en A Coruña dique fueron 5 litros y en Guísamo, 15. «No sería un dato que nos llamaría la atención, pero es que esos 15 litros cayeron en veinte minutos. Entre las 19.50 y las 20.10 horas. Y hay que tener en cuenta que la de Guísamo, no fue la peor zona ayer», precisó.

La peor parte se la llevó este lunes el Gadis de O Burgo. Parte del techo de la entrada principal, en la zona en la que está el departamento textil y los carros y cestas del supermercado, no aguantó la intensidad de la lluvia y cedió. «Gracias a Dios no hubo ningún daño personal y eso es lo que más nos satisface, pero hay que evaluar los materiales», reconoció Baltasar López, delegado territorial de Gadis, en el programa Voces de A Coruña, de Radio Voz.

Desde primera hora de la mañana los peritos trabajan para analizar la situación y cuantificar daños «porque ya se sabe que una vez que el agua llega al suelo, avanza sin que la veas y hay que ver hasta dónde llegó». Lo que tiene claro el representante del supermercado es que hoy no podrán abrir: «Tal y como está no se puede y mañana ya se verá». Los trabajos se centran ahora en buscar una solución, «definitiva o momentánea», que evite la entrada de agua en caso de que la lluvia vuelva a aparecer y garantice la seguridad de trabajadores y clientes una vez que el Gadis vuelva a abrir sus puertas.

El encargado del Gadis de O Burgo, Fernando Puga, estaba en el establecimiento en el momento del derrumbe. «Íbamos a bajar al aparcamiento interior para ver si las arquetas estaban cogiendo agua correctamente, porque hay veces que fallan, cuando oímos el estruendo que provocó la caída del techo», comentó en Radio Voz.

Tanto los responsables del supermercado como propietarios de establecimientos del centro comercial de O Burgo expresan su impotencia ante la que se les vino encima sin apenas poder reaccionar y la desolación por el estado en que quedaron algunos de los establecimientos que este martes permanecen cerrados. Es el caso de María Díaz, de la herboristería Trébol, que tenía varias citas concertadas en la tienda. Cuenta que, poir fortuna, hace pocos meses abrió un segundo local, no muy lejos del del centro comercial, por lo que el día no lo da por perdido totalmente. Peor suerte tuvieron en otros establecimientos, con mercancía dañada y sin saber cuando reabrirán.

A pesar de encontrarse cerca, ni en la escuela infantil Galiña Azul de O Burgo, ni en el centro de día de Culleredo, tuvieron que lamentar daños que limitasen su funcionamiento este martes. «A pesar da preocupación que tivemos pola noite non houbo nada reseñable e o servizo vaise dar con normalidade. Só no exterior houbo algún pequeno problema, xa que se encharcaron os patios», explicó Margarita Carballido, directora del centro educativo. «En nuestro caso lo único fue que por una parte de la cocina entró algo de agua y se encharcó el suelo», comentó Estela Porta, coordinadora del centro de día.

Los concesionarios de Perillo, afectados

Además de en O Burgo, el grueso de la tormenta se hizo notar en otras partes de la comarca como Perillo, Alvedro, Cambre, San Pedro de Nós, Montrove, Meirás… Sobre las 20.00 horas del lunes, la N-VI a su paso por Perillo, más que una carretera, parecía un auténtico río. La peor parte se la llevaron los concesionarios, sobre todo, los del lado más cercano a la ría, que por el propio peraltado y la trayectoria del agua buscando una salida, quedaron anegados.

En Novomóvil, concesionario de BMW, y en el de Citroën se encontraron con la tormenta cuando se disponían a cerrar. Y aunque no tuvieron que lamentar daños en sus vehículos ni en el mobiliario, todavía estaban comprobando a primera hora de este martes si había daños estructurales. «Ahora toca limpiar para poder abrir al público», comentó Roberto Rendal, gerente del primero. Fabián Cid, responsable del concesionario Citroën, achacó el problema a los aliviaderos, «que no consiguieron tragar con todo el agua».

Por su parte, el responsable del concesionario Arrojo, José Miguel López, señala que no hay pérdidas materiales a destacar. Cuenta que todo empezó sobre las 20.00 horas, cuando las instalaciones ya estaban cerradas: «El personal de limpieza me avisó de que había un par de goteras». El gerente bajó a verlas y «ya fue cuando vimos toda la carretera de la AC-12 a rebosar», y añade el responsable: «la mediana no se veía». Precisamente, la construcción del medio de la vía fue la que evitó una desgracia mayor: «La mediana hizo que mucha agua circulase en dirección A Coruña». No obstante, eso no evitó que parte de la riada cayese por la rampa del concesionario: «Afectó al parking inferior». Eso sí, recuerda, sin lamentar daños, «más allá de herramientas o alguna maquinaria». 

Una auténtica riada en O Temple

Si hay un vídeo que corrió como la pólvora en las últimas horas fue el de cómo se vivió la tormenta desde la terraza de la cervecería Rúas de O Temple. En él se puede ver a los clientes subidos a las sillas para aguantar los toldos y una intensa riada en la calle que obligó a muchos transeúntes a resguardarse en comercios y locales cercanos. «Los toldos son eléctricos y se bloquearon. No podíamos subirlos. De ahí la imagen de la gente agarrándolos, pero por fortuna aguantaron y no tuvimos ningún desperfecto», aclaró Omar Lamela, propietario del local.

Próximo a su establecimiento está Pastor Fotógrafo, que a pesar de que se le venía encima la hora del cierre, decidió permanecer abierto y dar cobijo a quienes la tormenta pilló en la calle por sorpresa. «Se cubrió en poco tiempo y empezó a llover de una manera bestial. El agua salía a presión de las alcantarillas. Era imposible poner un pie en la calle», dijo a los micrófonos de Radio Voz.

Donde sí sufrieron daños, y además cuantiosos, fue en Divino Steak House, en O Burgo. «Empezó a entrar agua por la puerta, por el techo, por atrás… no había manera de sacarla», relató su propietario, Leo Cao, que cifró el estropicio en «más de 20.000 o 30.000 euros, solo de mercancía». Las cámaras en las que almacenaban alrededor de 500 kilos de chuletones de vaca y buey dejaron de funcionar «y toda la mercancía se estropeó». «Menos mal que acabábamos de llegar de vacaciones y no estaban llenas del todo». Si no, podrían haber perdido «50.000 euros más de toda la carne». Se pasaron la noche al pie del cañón, para intentar abrir cuanto antes: «Cuando nos fuimos, a las seis de la mañana, pensamos que todo estaba arreglado. Pero por la mañana, nos dimos cuenta de que nada funcionaba». El responsable se lo tomaba con optimismo: «Puede que mañana o pasado estemos abiertos», decía

Las perspectivas de apertura no son las mismas para el restaurante Montrove. Su propietario, Alberto Rivas, celebra que no hubiese heridos: «El lunes era nuestro día de descanso». En su caso, los daños son múltiples: «Se rompió el techo. Empezó a entrar agua que se iba acumulando en la marquesina que hay encima de la barra», relataba. «Cuando se desprendió, casi coge a mi mujer». El hombre seguía sorprendido: «Nunca vi tanta agua junta. Parecía un río». Aunque no se atreve a evaluar los daños todavía, cree que necesitará «mínimo dos semanas para abrir».

Viviendas inundadas por fecales

Luis Cebral, propietario de una vivienda en la calle Salvador Allende, en Oleiros, también vivió en la tarde del lunes una desagradable situación: «Veníamos de recoger a los niños y ya veíamos un nubarrón negro en el cielo». Cuando empezó a llover, la red de saneamiento y alcantarillado no fue capaz de absorberlo todo: «Se junta la suciedad en las alcantarillas. Bajan las aguas pluviales, se unen con las fecales, y sale todo», explica Luis. Y tanto que salió. Su garaje se inundó. Eso sí, destaca, «aunque lo de ayer fuese excepcional, esto es algo que siempre pasa cuando llueve mucho».

Se fue la luz de su vivienda, y la bomba de su garaje dejó de funcionar: «Entraba agua de fuera y mi red de saneamiento no podía tragar todo». Así que él y otro vecino decidieron expulsar el agua con sus propias manos: «Palpábamos la calle para ver si podíamos levantar la tapa de las alcantarillas». Pero por allí nadaba de todo: «Hasta ratas», dice. «Me quedé hasta las tantas sacando agua con cubos y jarras», concluía el propietario.

Luis solo lleva 4 meses en esta zona, pero otros vecinos, como Leonardo Vázquez, son unos veteranos: «Se acumulan las hojas y la suciedad allí arriba», dice en referencia a una calle paralela situada a más altura. El hombre, de avanzada edad, se levantó a las 4 de la mañana para limpiar la entrada de su casa: «Mi familia me dice que soy tonto, que pare». Y añade: «Al final me voy a cansar».

Los que no pararon en casi toda la noche fueron los efectivos del Servicio de Emergencias Municipal de Oleiros, que recibieron más de un centenar de llamadas. «Era colgar y el teléfono volvía a sonar. Fue un no parar», explicó en Voces de A Coruña Jesús Suárez, coordinador del servicio, que asegura que «lo gordo ya está solucionado y ahora hay que hacer limpiezas viarias y pequeñas cosas que quedaron pendientes». El mayor susto lo vivieron cuando recibieron la llamada de un vehículo con dos menores que había quedado atrapado por el agua en la AC-12, cerca del McDonald's. Afortunadamente, pudieron ayudarlos sin que nadie resultase herido.