La okupación afecta a cerca de un centenar de viviendas, con cinco nuevos casos al mes

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Los barrios de Os Mallos y de la Sagrada Familia soportan casi la mitad de las usurpaciones, la mayoría por gente conflictiva

26 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El lastre de la okupación continúa al alza y lo peor es que hay más viviendas usurpadas de las que se tiene constancia. Oficialmente, se producen cinco denuncias al mes en A Coruña por apropiarse de una casa. Pero la cifra es mucho más alta. Porque existen numerosos inmuebles abandonados o en manos de las entidades bancarias que no llevan el asunto a los tribunales. Unos porque los propietarios fallecieron y a los herederos les cuesta más tenerla que no tenerla. Otros, porque son tantas las viviendas que fueron producto de un desahucio o de constructores que las dejaron inacabadas cuando estalló la burbuja inmobiliaria que los okupas pueden disfrutarlas incluso durante años. Un ejemplo son los bloques de Palavea. O el esqueleto que quedó en los números 17-19 de la Sagrada Familia.

Hablar de una cifra real de pisos okupados es «complicado». La policía calcula que en A Coruña «estaríamos cerca del centenar de viviendas». Por su parte, la Federación Galega de Empresarios Inmobiliarios (Fegein) advierte de que hay unas 350 casas en riesgo de que alguien se cuele en ellas durante meses.

«Espero que el legislador legisle», sostiene Benito Iglesias, el presidente de Fegein, que insiste en la necesidad de proteger a los propietarios. «Defiendo que la okupación de una vivienda sea considerada como un delito penado con prisión y que la Policía pueda desalojar la vivienda okupada en menos de 24 horas. También solicito poner en carga todo el suelo destinado a vivienda de protección oficial retenido en manos de las distintas Administraciones públicas. Pediría al sector público que haga un inventario de su suelo destinado a vivienda social disponible, procediéndose a su desbloqueo y que se unifiquen en un marco general las leyes nacional y autonómica, reduciendo la fiscalidad sobre la vivienda, y creando un marco jurídico estable», dice. 

Familias en precario

La inmensa mayoría de las casas okupadas sirven de morada a familias que no han podido seguir pagando el alquiler o la hipoteca. Se trata de familias en precario, muchas de ellas con niños, que no causan problemas. Son ellos los que los sufren.

Los barrios más castigados son Os Mallos y la Sagrada Familia. Soportan la mitad de los casos. Y lo peor es que la mayoría de los okupas son conflictivos y se dedican a la venta de droga, aparte de la comisión de todo tipo de delitos.

Si bien el número de okupaciones aumenta, fuentes policiales destacan que en los últimos meses el delito de usurpación ha cambiado. Por ejemplo, las mafias que se dedican a apropiarse de viviendas huyen de barrios en los que han tenido problemas con los vecinos, como son los casos de A Falperra, A Zapateira o el barrio de las Flores. Donde colectivos de residentes se han organizado para actuar de manera inmediata. Ya sea convocando concentraciones frente a los inmuebles usurpados como actuando a las pocas horas.

También el tiempo de estancia en la casa violentada es menor que antes. Si hasta hace unos meses se daban casos en los que los que entraban en una vivienda se quedaban incluso años debido al retraso judicial en los procesos de desalojo, ahora la mayoría opta por abandonar el inmueble en cuanto se ven señalados por los vecinos. «Los okupas ya no quieren problemas y si se les presiona, se van y entran en otro inmueble», dicen fuentes de la policía, que añade el efecto llamada en barrios como Os Mallos.