Nacho Mur (La M.O.D.A.): «En directo salimos a sudar como si fuéramos un grupo de punk»

Carmen Novo / A. A. A CORUÑA

A CORUÑA

La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.).
La Maravillosa Orquesta del Alcohol (La M.O.D.A.). Laura Sisteró

El septeto presenta «Ninguna ola», su último trabajo, en el Morriña Fest de Culleredo

27 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

La Maravillosa Orquesta de Alcohol, más conocida como La M.O.D.A., no es un grupo al uso. El juego de palabras es ineludible; son una de las formaciones de moda en el panorama nacional. Hoy aterrizan a las 22.00 en el Morriña Fest para presentar su último trabajo, Ninguna ola, testimonio de la versatilidad artística del septeto.

—Ustedes, una banda con siete instrumentistas que tiende a la épica, dieron con uno de los productores más minimalistas del momento, Raül Refree. ¿Buscaban ese contraste?

—Sí. Intentábamos buscar la emoción en otro lugar y salir del sitio donde nos encontrábamos más a gusto, que era tocando todos a la vez. Al final llevamos diez años haciendo música y queremos tantear nuevos retos para no aburrirnos. Raül consigue expresar en pocos elementos. Por eso nos pareció una buena manera para seguir evolucionando, tanto en sonidos como en maneras de enfocar las canciones. 

—El título del disco, «Ninguna ola», anticipa lo que uno se puede encontrar al escucharlo. Las olas del mar siempre han sido símbolo de cambio.

—Tal cual. Nos representan porque son un cambio constante. No hay ninguna ola igual que la siguiente y todo está en continuo movimiento. Con cada trabajo intentamos dar un paso más. Todavía no sabemos hacia dónde, si es para delante o para atrás. Sean como sean, los pasos avanzan nuevos caminos. En este disco el cambio es más evidente, pero mirando atrás, no creo que el grupo se haya estancado nunca en ningún estilo.

—Cada trabajo dependerá del momento vital por el que pasen como grupo.

—Sí, al final un músico se autorreferencia aunque las letras no hablen de él mismo. Para mí, la música debería representar lo que está viviendo el grupo en ese momento. Incluso en cuanto a sonido debería dejar constancia de lo que escuchamos. La música del grupo es permeable a las canciones que suenan en la furgoneta. Además, nos pasamos música y hablamos de otras bandas y proyectos.

—Habla de referencias. En este trabajo utilizan por primera vez la caja de ritmos, algo que recuerda de inmediato los ritmos del rap.

—Tenemos presente el rap día a día, aunque no sea lo más evidente al escuchar nuestra música. Seguramente sea una de las influencias más claras en el grupo. Es un estilo que vive con nosotros desde que éramos críos. Nos gustan cosas muy diferentes, desde Johnny Cash a Fugazi, y el rap sin duda es una de ellas.

—¿Fugazi? ¿La M.O.D.A. es más punk de lo que se puede llegar a percibir?

—Creo que es algo que se puede intuir cuando estamos sobre el escenario. Aunque manejemos instrumentos acústicos propios del folklore, la manera de tocar es más roquera. En el fondo, es con lo que hemos crecido. En directo salimos a sudar como si fuéramos un grupo de punk. Lo que pasa es que vamos armados con banjos y mandolinas.

—Con su anterior gira llenaron pabellones por toda España. Ahora, poder tocar en directo es casi un privilegio.

—Cuando cerró todo, nosotros teníamos pensado parar. Entonces, no nos afectó tanto. Ahora, sobre todo, estamos contentos de que los técnicos vayan a poder trabajar. Fueron los más afectados. Nosotros, al final, podemos seguir haciendo canciones en el local, pero ellos viven exclusivamente del directo. Ha sido un drama para el sector.

—Apoyaron públicamente la ola de protestas que hubo hace unos meses reclamando ayudas para el sector cultural.

—Creemos que es algo necesario. En nuestro sector tenemos que hacer autocrítica, siempre hemos estado muy separados entre nosotros y nunca hubo sindicatos fuertes. Ahora se ha demostrado que cuando algo no está bien cosido, la costura se abre por ahí. Si las movilizaciones sirven para salir más fuertes, genial. Pero a nuestro juicio, la cultura nunca ha tenido el apoyo institucional que merece. Se ha notado en este momento, cuando a otros sectores se le hizo más caso y al nuestro se le ha abandonado a su suerte. Yo soy optimista y creo que todo tiene solución. Nos queda ser más conscientes de que somos un grupo de gente con los mismos intereses.

—Al final, el correcto funcionamiento de la cultura queda muy supeditado a la gestión que se haga de ella.

—Sí. Que la cultura viva y sea fuerte debería de ser uno de los intereses de cualquier gobierno estatal, autonómico o municipal. Genera espacios de unión entre la gente, y eso es clave.

—Volviendo al tema del álbum, grabaron en Lisboa, en la costa atlántica. Ahora tocan en O Burgo (Culleredo), también a los pies del Atlántico. Continúa el ciclo.

El sueño que teníamos desde chavales era este, grabar un disco en un estudio acojonante al lado de la playa. Con esto hemos tocado techo. Además, a A Coruña le guardamos un cariño especial. La primera vez que viajamos para dar un concierto fuera de Burgos, en el 2011, fue a esta ciudad. Tenemos muchas ganas de volver.

 —Y a las ganas de volver las acompañarán las ganas de poner en valor las canciones sobre un escenario.

En directo todo funciona mejor. Sin embargo, plasmarlo en el estudio suele ser más difícil. Por eso, el último disco lo hemos grabado sin la referencia de las claquetas, para acercarnos más a lo que pasa en un directo. Dejar constancia de la energía en un local nos sigue costando. Nuestro aprendizaje es ese, intentamos hacerlo cada vez mejor.