Los muelles de A Coruña siguen mirando al futuro 15 años después

David García A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Eduardo Pérez

El plan de Joan Busquets del 2006 coincide en muchos aspectos con los proyectos que se barajan actualmente y los que fueron apareciendo posteriormente

15 ago 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

El 31 de mayo del 2006 se presentó el plan diseñado por el urbanista Joan Busquets, que recogía el diseño que tendrían los muelles interiores de la ciudad en el 2020, incluido el de San Diego, aunque la liberación de este no se producirá hasta el 2027. Crisis económicas, cambios de gobierno y otras cuestiones hicieron que pasada la primera fecha la fachada marítima de A Coruña continúe prácticamente como hace 15 años. El inicio de su transformación se vislumbra más próximo que nunca y las ideas que han trascendido por el momento mantienen muchos puntos en común con la propuesta del catalán, que en algunos aspectos sirvió para la modificación del planeamiento que se llevó a cabo en el 2013.

Los muelles de Batería y Calvo Sotelo ocupan una superficie superior a los 88.000 metros cuadrados, con una edificabilidad prevista de 50.000, de los que el urbanista planteaba reservar un 88 % para usos terciarios, mientras que el resto sería para uso comercial. Su propuesta incluía tres variantes que se diferenciaban según la disposición de los elementos. En todas ellas había dos denominadores comunes: la ampliación de los jardines de Méndez Núñez y la creación de varios edificios para usos administrativos e institucionales, en ningún caso residenciales.

Según las tres opciones que ideó Busquets, el gran parque del centro de la ciudad crecería, incluso en una de las variantes hasta llegar al mar de manera que se produjese un contraste entre el elemento marino y el verde. Mientras, los inmuebles que se crearían se reservarían para Calvo Sotelo, aunque también planteaba la opción contraria con los edificios en Batería y los espacios libres con predominancia de jardines en Calvo Sotelo. Además, una tercera posibilidad sería una solución intermedia con inmuebles en ambos muelles, siempre en la zona más próxima al mar, y también espacios verdes. Esta sería la variante con más edificios, seis, mientras que en las otras dos serían cuatro y en ningún caso se pasaría de las nueve alturas. El cristal, con el objetivo de jugar con el reflejo del mar, sería una posibilidad para sus diseños. 

Construcciones portuarias

A falta de que el Ayuntamiento y la Xunta, con la participación también de la Autoridad Portuaria, alcancen un acuerdo sobre los porcentajes e inversiones que asumirá cada Administración para mantener la titularidad pública de estos terrenos y de que acuerden un diseño para la zona, las líneas generales que han trascendido hasta ahora parecen asentarse sobre una base similar a la que propuso Joan Busquets hace 15 años.

El urbanista al que el gobierno local del PSOE le encomendó el diseño futuro de la fachada marítima buscaba plantear modernidad, espacios eficaces y tradición, que en la zona está inevitablemente ligada a la actividad portuaria. Así, en sus diseños se apostaba por mantener algunas de las grúas que existen en la actualidad, los cuatro depósitos de Cementos del Cantábrico, toda vez que los seis de Bunge ya fueron derribados, o los edificios del Mareógrafo, que están protegidos. Los edificios de Aduanas, Policía Nacional o Delegación del Gobierno se mantendrían, aunque en el planeamiento se recoge la posibilidad de su derribo para aumentar la permeabilidad entre zonas.

La prioridad de que el peatón sea el protagonista predomina tanto en el modelo de Busquets como en la oferta que la Xunta trasladó sin éxito al Ayuntamiento y ambas contemplan la opción de soterrar el tráfico en la avenida do Porto de manera que la continuidad entre los muelles y la ciudad sea total. Además, en la propuesta del urbanista catalán también se incluía la construcción de un aparcamiento subterráneo. 

Mucho debate, poca acción

La apertura a los ciudadanos de los muelles de Trasatlánticos y Batería, línea que previsiblemente continuará en el 2022 con Calvo Sotelo, son el principal avance desde que Joan Busquets presentase su modelo en el 2006.

Desde entonces, el futuro de la fachada marítima ha sido una constante desde cada uno de los gobiernos locales que pasaron por María Pita, pero la realidad es que de la idea de Busquets para el 2020 no se llegó a hacer nada. Una falta de avances también explicada por la imposibilidad de trasladar toda la actividad portuaria a punta Langosteira por la ausencia de un enlace ferroviario, otra cuestión que parece estar a punto de cumplirse, al menos su licitación. Lo cierto es que el futuro de los muelles interiores parece estar destinado a pasar por un espacio de importantes dimensiones que el coruñés y el visitante puedan disfrutar en una urbe en la que la alta densidad de población y la carencia de zonas abiertas son una realidad.

Todas las propuestas, desde la de Busquets hasta las que ahora se pueden entrever, pasan por esta línea, y así se reflejó también en el concurso de ideas que convocó el anterior gobierno local. «Porsuporto», el proyecto que obtuvo una mayor puntuación, señala a las zonas verdes como las grandes protagonistas y reserva la punta del muelle de Calvo Sotelo para un lugar de estancia de forma circular y resguardado del viento con un pequeño hundimiento del suelo, además de conservar elementos como grúas o silos.

«Nósfíos», la segunda mejor valorada, recoge propuestas ya mencionadas como el soterramiento del tráfico en la avenida do Porto o la ampliación de los jardines de Méndez Núñez, además de reservar espacios en los muelles para actividades deportivas, una carencia en el centro de la ciudad. La tercera, «Growing Together», plantea la retirada de los elementos que hay en la actualidad. En Batería ubica edificios administrativos, comerciales y de hostelería formando un conjunto arquitectónico y de plazas peatonales con una fuente central. Un párking subterráneo y la conexión peatonal con las zonas colindantes son otras propuestas. Para Calvo Sotelo diseña un paseo, incluidos ciclistas, por el borde y un jardín central.

 San Diego queda en punto muerto y un lago para el Centenario

Los muelles de Batería y Calvo Sotelo se encuentran muy próximos a su transformación, al menos en comparación con los años que llevan a la espera de ello con planes ya listos. Sin embargo, San Diego tendrá que aguardar a más adelante ya que en las negociaciones actuales entre Administraciones no se entra ni en la fórmula que se utilizará para liberar este espacio ni en sus futuros usos.

El fin de la actividad en esta zona más interna de la bahía no se producirá hasta el 2027, aunque Repsol ya tiene en marcha las obras para construir un nuevo poliducto y un pantalán en el puerto exterior de manera que pueda trasladarse definitivamente a Langosteira.

Joan Busquets incluyó en su diseño de la fachada marítima previsiones para el muelle de San Diego, en el que se recogía la construcción de al menos 3.000 viviendas en los cerca de 400.000 metros cuadrados de superficie que contiene toda la zona, incluida la estación. La construcción de estos edificios residenciales se realizaría para obtener financiación con la que el Puerto pudiese hacer frente a la deuda que acarrea de la creación del puerto exterior. Todo esto quedó plasmado en los convenios del 2004, que legalmente ya no están vigentes, pero la previsión residencial sigue presente en el planteamiento general, igual que la deuda. Estas viviendas se han convertido en una de las cuestiones que más diferencias ha provocado, pero la vasta extensión de San Diego hace casi irremediable que se construyan pisos en mayor o menor medida.

Al ser un plan global, Busquets también diseñó el futuro del muelle del Centenario, para el que proponía zonas verdes, museos, hostelería y la creación de un lago para multiplicar los usos recreativos del agua.

Poner en valor el pasado antes que buscar edificios singulares

El Guggenheim de Bilbao y las óperas de Hamburgo y Sídney son algunas construcciones que desde hace años se han instalado en los litorales de estas ciudades. A Coruña se enfrenta a corto plazo al reto de integrar sus muelles interiores de Batería y Calvo Sotelo, con los usos a los que se destinarán todavía por definir.

Arquitectos y paisajistas consideran que una actuación de este tipo tiene que ser consensuada, con unos usos bien estudiados y definidos, y con una solución que se adapte al entorno en el que se ubicaría.

«Calquera iniciativa debe partir de reforzar a identidade dunha cidade aberta e amable», explica el arquitecto Xosé Lois Martínez, quien apunta a «desfrutar do que vai máis alá das modas» y hace una defensa de la importancia de los parques y jardines, además del peso de la decisión ciudadana.

Pedro Calaza, director de la Escuela Gallega de Paisaje, entiende que esta parte del litoral es idónea para «generar un espacio verde de grandes dimensiones», una carencia en «una de las ciudades más densas». El doctor ingeniero agrónomo y arquitecto del paisaje recuerda que «con el covid la gente echó de menos la interacción con los espacios naturales» y ve un arma de doble filo en la construcción de un edificio simbólico. «El Guggenheim fue muy acertado, pero en muchas ciudades se copió el modelo y no funcionó. Hay que estudiar las necesidades reales y ver si la solución encaja», destaca.

Mientras, su predecesora en el cargo, Isabel Aguirre de Urcola, fue la encargada de realizar los primeros estudios sobre las posibilidades de la zona para el Puerto entre el 2001 y el 2004. «Crear un edificio singular es muy delicado», dice la prestigiosa paisajista, quien considera que para ello sería necesario un estudio pormenorizado, pero ve una solución mejor. «Hay cuatro depósitos que son preciosos, son piezas de ingeniería y se podría conservar eso como elemento de singularidad», dice la paisajista.

Por su parte, Cristina García Fontán, profesora de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura, defiende que si se incluye un edificio icónico sea «en una superficie reducida» ya que el protagonismo debe ser para el «espacio verde y el público» de modo que ofrezca «posibilidades a los ciudadanos, no tanto con un edificio para atraer turistas». Igual que Aguirre de Urcola, apuesta por «buscar un uso y poner en valor elementos como los depósitos que van a recordar el pasado industrial».