Se celebra la décima edición de la Feira Modernista, la segunda del covid
01 ago 2021 . Actualizado a las 20:21 h.Largos collares de perlas, estolas de plumas y tirantes a juego con elegantes sombreros. Este fin de semana toca salir a tomar una copa en la Terraza de Sada, bailar por el paseo marítimo con los pasacalles y enamorarse de un gánster. Como si se formase parte de una película en blanco y negro. Si en los años veinte sufrían los devastadores efectos de la gripe española sin que esto afectase a la estética de la juerga, un siglo después vivimos la pandemia del coronavirus, sin que esto impida la décima edición de la Feira Modernista.
Miguel Mosquera, un estudiante de arquitectura sadense, cuenta que, como todos los años, se va a disfrazar y salir a «gozar do modernismo oculto entre os edificios da especulación». Eso sí, no va a ser una fiesta como otros años. Explica que después de pasar el día viendo los pasacalles y tomando algo por los bares, cenará con unos amigos y se irá para casa. «Imos pasalo ben, pero con coidado», afirma Mosquera. No va a tener la misma suerte otra joven sadense, que al verse confinada se va a perder «estas festas tan especiais».
La concejala de Cultura, Paola Mondaca, explica que «la idea es que se vea el ambiente en la calle pero sin llegar a ser lo que era antes del covid, y teniendo como máxima el respeto a las medidas sanitarias». La programación, más austera que otros años y «en horario diurno», cuenta con juegos populares, pasacalles musicales y teatrales, un pícnic y cine de época. Mondaca dice esperar una mejor situación y una mejor fiesta el próximo verano, cuando se cumple el centenario de la llegada del tranvía a Sada, ahora desaparecido como otros hitos del modernismo.
La feria del 1900 en Curtis
«Unha volta ao pasado». La pasada jornada, el municipio de Curtis también celebraba una fiesta que recreó «a época na que o pobo empezou a crecer arredor do seu mercado e a estación de tren local». El evento, impulsado por la Asociación de Comerciantes local y apoyada por el Concello, contó con pasacalles, talleres, exposiciones y un mercado de alimentación y artesanía.