El San Xoán en A Coruña también se disfrutó sin playas

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Marcos Míguez

Gran ambiente en una celebración que empezó temprano y en la que los ciudadanos «fueron ejemplares». EN DIRECTO: Así se vivió la fiesta más popular de la ciudad

24 jun 2021 . Actualizado a las 14:08 h.

Los parrilleros pusieron la leña al fuego a la hora de la merienda y cuando cayó la noche no había hueco en el estómago ni para las espinas. Así que el de este miércoles fue un San Xoán de sesión de tarde; aunque muchos lo alargaron hasta la caída del sol. Con el cierre de la hostelería a la una de la madrugada no había mucho margen. Pero el que hubo, se disfrutó. Ni se echaron de menos las playas. Fue una fiesta de barrios. En familia o en grupos de amigos.

Con más de 500 solicitudes para instalar parrilladas en las calles de A Coruña y otros cientos de permisos otorgados en la comarca, el jolgorio fue muy repartido y con sentidiño. Los hosteleros, limitados por el aforo, hicieron su agosto. Ni el partido de España pudo con los criollos, que empezaron a dorarse muy pronto. A las 18.00 horas no había bar que no tuviera ya la carne al fuego y la sardina vuelta y vuelta. Y los clientes comiendo como si fuera una boda. Por eso cuando llegó la noche se apagó la fiesta. En líneas generales y, según fuentes municipales, «los coruñeses se comportaron muy bien». No se produjeron graves incidencias.

Más allá de los bares y los restaurantes, los parques y muchas plazas de la ciudad se llenaron también de reuniones. El ambiente de Los Rosales era espectacular. Como en el barrio de las Flores. Familias enteras ya no solo con parrillas, sino también con tortillas, ensaladilla o cualquiera de esas comidas que en verano se llevan a la playa.

«Había muchas ganas. Teníamos que juntarnos y hoy -por ayer- es el día perfecto», comentaba un miembro de la familia Barral, en el barrio de las Flores. Mucha fiesta y baile hubo también en la plaza de Casares Quiroga, donde el patriarca de Elviña, Gregorio Montoya, puso el arte flamenco acompañado del grupo Pandeireteiras sen Fronteiros, recientemente llegados de Cabo Verde, ensancharon las sonrisas y pusieron a todo el mundo a danzar. «Hay que disfrutar de estos momentos tras un año tan duro», decía Montoya.

En Palavea tampoco se estuvieron quietos, con grupos de amigos o de familias repartidos por el barrio. Sin hogueras, pero no parecía que se echasen de menos. Donde sí podían quemar troncos, principalmente en las afueras y en el área metropolitana, donde hay más casas con finca, las fogatas se saltaron. En A Zapateira, por ejemplo, se reunió un grupo de amigos que llevaban muchos meses sin juntarse. «Por fin. La última vez que nos sentamos a comer fue antes de la pandemia y ahora, aunque faltan algunos, ya lo hemos logrado», contaba Manuel.

Muy emocionada estaba Begoña, que este año perdió a su hermana por el covid y ayer se reunió con un grupo de amigos que la querían mucho. «A ella le gustaba mucho el San Xoán y quisimos juntarnos para acordarnos de ella en un año que es para olvidar», dijo entre lágrimas. 

Ejemplar

En resumen, fue un San Xoán ejemplar, donde se disfrutó sin desfases y la gran mayoría con las medidas de prevención oportunas. Poco trabajo tuvieron ese centenar de personas que formaron el dispositivo de seguridad. La policía no paró de patrullar y cuidar que todo transcurriese con normalidad.

«Ahora hemos constatado que uno se lo puede pasar muy bien sin haber salido de la pandemia y respetando las restricciones», decía Álvaro Lamelas, propietario de la cafetería Azul y Blanco, en la ronda de Outeiro. Al otro lado de la ciudad, en la calle Orillamar, pensaban más o menos lo mismo: «Creo que la gente fue mucho más inconsciente en Navidad, por ejemplo, que ahora en San Xoán», opinaba Julia Berea.

El próximo año, si nada se tuerce, el San Xoán volverá a ser el de antes de la pandemia. No se sabe si será mejor, pero este que se acaba de celebrar no se olvidará así como así. Fue muy bonito.