Un sondeo arqueológico tratará de descifrar el castillo de Eirís de A Coruña

m. CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Los restos, de los que se desconoce el origen, fueron declarados BIC al confundirlos con el fuerte de Valparaíso, sepultado probablemente bajo los cimientos de algún edificio cercano

09 jun 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay más certezas acerca de lo que el castillo de Eirís no fue que de lo que pudo haber sido. Los arqueólogos ya saben que no estaba allí el fuerte de Valparaíso que formó parte del sistema defensivo levantado por la ciudad tras la visita poco amistosa de Drake en 1589. Del fuerte que debía proteger la ciudad apoyado por los de San Diego, Adormideras y Oza no se levantaron, de hecho, más que dos varas. «Penso que podería localizalo», reconoce el arqueólogo municipal, Marco Antonio Rivas, que apunta al subsuelo de algún edificio contemporáneo como probable localización de la estructura abaluartada que durante décadas se confundió con el castillo de Eirís en el planeamiento urbanístico coruñés.

Tampoco hay evidencias de que estos muros vencidos y catalogados BIC hayan pertenecido a una mansión de una familia de la nobleza de siglo XVI. En los contados documentos gráficos que se conocen, un grabado y dos fotos de principios del XX en los que se aprecia el edificio todavía en pie, aparecen un arco de medio punto (recuperado) y varios escudos (desaparecidos) que han llevado a los especialistas a establecer solo para estos elementos una datación anterior al XVIII. Pero no es suficiente. 

¿Un arco reutilizado?

«Revisando cartografía e planos do século XVIII a casa non aparece, aínda que é posible que non a representaran. O caso presenta dúbidas. É un inmoble anterior ou constrúese con posterioridade ao XVIII e o arco e os escudos son reutilizados? Todo iso ten que aclararse», explica Rivas, que ofrece algunas garantías, y no menores, de la enigmática residencia. «O que si se ve é que ten varias fases construtivas. Cremos que un dos muros se mete por debaixo dunha estancia e por iso é importante a sondaxe valorativa, para saber se ese muro ten continuidade ou non, se ten valor arqueolóxico ou non», señala el arqueólogo.

Del resultado del estudio dependerá en definitiva la posible retirada de la catalogación BIC, cualquier modificación que se haga y en última instancia el futuro del bien. «É posible que siga mantendo unha protección menor. Interese ten», resuelve Rivas, que advierte usos inadecuados (subir a los muros o quitar piedras de la coronación) favorecidos por la cercanía del parque.

Aparte del sondeo, en la intervención arqueológica que comenzará la segunda quincena de este mes también se consolidará la parte alta de los muros, por donde se cuela el agua que va abriendo la mampostería, para estabilizarlos, y se colocarán módulos explicativos para «que se saiba que non é ruína senón xacemento».

Un ejemplar de gorrión sobre un muro del castillo de Eirís. Los huecos sirven de lugares de cría de una colonia de entre 12 y 15 parejas, que el Ayuntamiento tratará de proteger a sugerencia del grupo naturalista Hábitat.
Un ejemplar de gorrión sobre un muro del castillo de Eirís. Los huecos sirven de lugares de cría de una colonia de entre 12 y 15 parejas, que el Ayuntamiento tratará de proteger a sugerencia del grupo naturalista Hábitat. MARCOS MÍGUEZ

Los polluelos de gorrión que cambiaron la forma de intervenir en el patrimonio histórico

En las oquedades del castillo de Eirís se oye piar a los polluelos de una colonia de entre 12 y 15 parejas de gorrión común -el ave más frecuente en las ciudades pero en gran regresión- que ha dado lugar a una intervención sensible para proteger el patrimonio natural a la vez que el arqueológico. «Estamos en época de cría y el uso de morteros para tapar los huecos pone en peligro a los pollos, así que cuanto más se retrase el trabajo más posibilidades tendrán de salir adelante», explica Andrés Pereira, portavoz de Hábitat. El grupo naturalista elaboró un estudio sobre la biodiversidad del lugar, que también acoge poblaciones de colirrojo tizón, estornino negro, lagartija gallega y quirópteros, y lo envió al Ayuntamiento para que lo tenga en cuenta y procure no interferir en los ciclos biológicos ni tapiar los espacios de nidificación o refugio. La sugerencia fue bien recibida. «É moi interesante ensaiar este tipo de método máis sostible e que os restos non sexan espazos mortos sen fauna nin vexetación», indica el arqueólogo municipal, Marco Antonio Rivas.