Parados en A Coruña: «Nós seguimos pelexando polo futuro»

m. carneiro A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

De izquierda a derecha, Javier Manjarín, de 23 años, titulado en Audiología Protésica; Marta Almanza (48), especialista en Márketing; Miguel Loconte (28), licenciado en ADE; Miguel Conde (45), operario de Alu Ibérica; Mariam Poghosyan (30), violinista; Esther Monroy (59), cuidadora, y Paula Gende (26), técnica en Gestión de Ventas
De izquierda a derecha, Javier Manjarín, de 23 años, titulado en Audiología Protésica; Marta Almanza (48), especialista en Márketing; Miguel Loconte (28), licenciado en ADE; Miguel Conde (45), operario de Alu Ibérica; Mariam Poghosyan (30), violinista; Esther Monroy (59), cuidadora, y Paula Gende (26), técnica en Gestión de Ventas MARCOS MÍGUEZ

Siete personas en paro reunidas por La Voz comparten experiencias y estrategias para mantenerse activas y volver a trabajar

06 jun 2021 . Actualizado a las 08:40 h.

Los siete están en paro. Tienen entre 23 y 59 años. Pertenecen a sectores vapuleados por la pandemia, a otros que arrastran trienios en caída libre o a actividades emergentes que aún no han logrado garantizar un empleo a los aspirantes. Mariam Poghosyan, 30 años, violinista, madre de un niño de 3, la edad que tenía ella cuando llegó a A Coruña detrás de los pasos de su padre, viola de la Orquesta Sinfónica de Galicia. Miguel Conde, 45, operario de Industria, tercera generación de la familia en Alcoa (hoy Alu Ibérica), despedido en diciembre tras un percance entre sindicalistas y directivos en la fábrica de A Grela. Marta Almanza, 48 años, especialista en Márketing y Comunicación, mujer de confianza del grupo hostelero El Huerto hasta pocos meses antes de su despido (improcedente) y enrolada después en una empresa con jornadas de 36 horas sin descanso. Miguel Loconte, venezolano-italiano de 28 años, licenciado en ADE, repone fruta y charcutería en El Corte Inglés en unas prácticas no remuneradas seis meses después de aterrizar en la ciudad para probar suerte invitado por su hermana. Paula Gende, 26 años, técnica superior en Gestión de Ventas y Espacios Comerciales, socorrista, dependienta en Carral, auxiliar de ayuda a domicilio en formación y un objetivo capital: entrar en la rueda de la digitalización y el comercio electrónico. El más joven del grupo, Javier Manjarín, 23 años, hijo de un goleador del Deportivo y recién titulado en Audiología Protésica, una elección inesperada que se cruzó en su camino y resultó definitiva. Y cerrando el círculo, la veterana Esther Monroy, cuidadora de 59 años, desahuciada de su apartamento tras perder el empleo con la pandemia y a flote después de 15 meses con un pie en la calle, sola y sin otro recurso que la asistencia social. 

El trabajo de buscar trabajo

«Buscar trabajo tiene que ser un trabajo», dice Manjarín, formado por la Cámara de Comercio para mejorar su empleabilidad y convencido de las tres condiciones de una buena entrevista: «Ser naturales, no mentir nunca y estar tranquilos», resuelve.

Con todo por delante, los más jóvenes se adentran en un bucle de cursos, ferias de empleo, revisión de ofertas en portales web, adaptación de currículos y actualizaciones constantes que les ocupan «unas tres horas al día», cuenta Miguel Loconte, que en pocos meses tuvo que encajar el mazazo de una improbable homologación de su título universitario y el pasmo ante un mercado laboral desalentador. «Piden recién titulados con dos o tres años de experiencia. Uno se parte la cabeza pensando cómo puede ser», explica perplejo pero alentado por «el impresionante recibimiento de los gallegos, que en vez de fastidiar a los jóvenes los enseñan», y por la «versatilidad de la oferta, hay muchas, así que no quiero perder la fe».

El paro se convierte en una carrera de obstáculos entre corredores de alto rendimiento. «Es duro porque cada vez hay más competencia, más gente especializada con experiencia, que es lo que quieren», señala Paula Gende, decidida a engancharse en el proceso que viene de transformación digital. «Con un buen producto, y en Galicia hay muchos, las empresas tienen que dar ese paso, abrirse a otra manera de trabajar y sobrevivir». Ella no quiere perder el ritmo de «un mundo que cambia a pasos agigantados en el que las herramientas que se utilizan hoy no se usaron el año pasado».

«Es como pasar un duelo. Lo peor es cruzarse de brazos y convertir la pared en el muro de las lamentaciones. No te preocupes, ocúpate»

De reinvenciones sabe Mariam Poghosyan, música de la Orquesta Gaos, coordinadora de Abanca Resuena y de pronto en dique seco por el nacimiento de su hijo. Ayuda, la de su madre. «Si trabajas tienes 500 euros por hijo de deducción en la renta; si no trabajas, no, justo cuando más la necesitas. Cosas de este país que nunca entenderé», afirma la violinista, que después de buscar y buscar decidió enviar un correo a los tanatorios ofreciéndoles música para las ceremonias de despedida. Respondió Albia, en A Grela. Esta semana hicieron su primer servicio. Rapsodia Ensemble. Ella, al violín, y su madre, Anna Mirzoyan, fundadora de la academia Rapsodia, al piano. El Ave María de Schubert y el Panis Angelicus en el programa. 

El estigma del parado

La veteranía es un grado. Al padre de Marta Almanza le diagnosticaron hace meses un tumor maligno que finiquitó un empleo y aportó conocimiento. «Soy hija única, avisé cuando lo operaron y en la empresa me dijeron que me dejara de tonterías, que me querían al 100 %». No la volvieron a ver. Autodidacta, brillante y convencida de que «te adaptas o te adaptas», esta mujer que sintió el reconocimiento de su entorno casi a la vez que «el estigma del parado» alerta de las sombras del no tener que hacer. «Es como pasar un duelo. Lo peor es cruzarse de brazos y convertir la pared en el muro de las lamentaciones. No te preocupes, ocúpate», aconseja entre elogios a un programa de inserción de la Cámara y una alusión fugaz a un futuro posible fuera de aquí.

En primera línea de fuego, Miguel Conde, delegado sindical de CC.OO. en Alu Ibérica (antes Alcoa), cuenta los días para recibir el fallo del juez que deberá decidir sobre su readmisión en la misma fábrica en la que entró a trabajar su abuelo en 1961; su padre, en el 74, y él, en el 2001. Con la fábrica intervenida judicialmente, los actuales directivos con los pasaportes retirados para evitar su fuga del país y el 100 % de la plantilla (alrededor de 300 personas) metida en un pleito contra Alcoa por vulnerar el compromiso que contrajo con ellos, Miguel Conde piensa y actúa en plural. «Nós seguimos pelexando polo futuro. O único acordo que firmamos foi con Alcoa».

Y en plural, a pesar de la soledad con la que enfrentó el abismo, Esther Monroy invoca la recuperación de la atención de calidad a las personas mayores, a las que se dedicó hasta la aparición del virus que los golpeó como. «Las cuidadoras somos útiles, a pesar de nuestra edad. Saber que nuestros mayores están atendidos por manos experimentadas es nuestro valor añadido y su garantía. Para un buen cuidado, no hacen falta títulos».

El perfil: mujer, mayor de 45, más de un año sin contrato y estudios secundarios

Ser mujer está penalizado en el mercado de trabajo. El 56 % de las 16.408 personas inscritas el 31 de mayo en las oficinas de empleo de A Coruña eran mujeres. El género atraviesa todos los indicadores y también ellas sostienen el peso del desempleo de larga duración. La gran bolsa de desocupados se localiza entre los titulados de ESO (el 42 %), seguidos de los que terminaron el bachillerato, una FP o una carrera universitaria (el 25 %), y en tercer lugar, de un imponente grupo de 2.844 personas analfabetas (el 17 % de los parados en la ciudad), con contundente presencia femenina.

El tiempo de permanencia en las oficinas del SEPE no es corto. Una amplia mayoría, 9.500 coruñeses, busca empleo desde hace más de un año (entre las mujeres alcanza el 60 %). Y más aplastante aún, tres de cada cuatro se adscriben al sector servicios, que en el sector femenino (testimonial en la industria y la construcción) supera el 82 %. La edad crítica donde se concentran las tarjetas del paro, según el INE, se sitúa entre los 45 y los 55 años.