El joven de 17 años fallecido en A Falperra, en A Coruña, era muy conocido en el barrio por robos y altercados

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Fue desalojado el año pasado de un bajo que okupó en la misma calle donde murió al caerse desde un sexto piso cuando intentaba entrar a robar

24 may 2021 . Actualizado a las 12:03 h.

Era muy joven, pero un viejo conocido en A Falperra. Llegó a España de manera ilegal hace años desde Marruecos y tras pasar por un centro de menores, decidió buscarse la vida en A Coruña, donde tenía algunos amigos que habían saltado la verja de Ceuta antes que él. Con ellos se juntó y okupó el bajo del número 19 de la calle Doctor Fleming. Hasta que fueron desalojados en octubre del año pasado.

Durante su estancia, era habitual verlo en estado ebrio, protagonizando altercados y cometiendo pequeños robos. De hecho, el día anterior a su muerte fue detenido tras ser sorprendido entrando durante la noche en varios coches estacionados y fue puesto en libertad a las pocas horas. Solo tenía 17 años.

No tenía ingresos, ni familia que estuviera pendiente de él. Hacía lo que quería sin que nadie lo reprendiese y sobrevivía con lo que iba sustrayendo y vendiendo. Eso sí, nunca usó la violencia.

Otro de sus problemas era el alcohol y el consumo de cannabis. De hecho, a falta del resultado de la autopsia, este sábado a las 7 de la mañana «se encontraba en muy mal estado», según fuentes policiales y el relato del vecino que lo vio en lo alto de la azotea.

Así, sin apenas tenerse en pie, escaló un andamio de seis pisos instalado en el número 9 de Doctor Fleming, presumiblemente acompañado de un compinche del que por ahora nada se sabe, hasta alcanzar la azotea. Pasó de edificio en edificio hasta el número 15, donde pretendía descender por el patio de luces. Fue cuando un vecino lo escuchó y lo vio vomitar. Al sentirse descubierto, se agarró a una frágil tubería que no aguantó su peso y cedió.

Su muerte dejó helados a los residentes. En el edificio todos quieren olvidar lo que había hecho en vida. «Nadie merece morir. Por muy ladrón que fuera. Ojalá hubiese podido entrar en mi casa mientras dormía para llevárselo todo. Hoy estaría con vida», cuenta una vecina.