Camilo Leal: «Organicé una fiesta porno y vinieron cuatro mil personas»

Por Pablo Portabales

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Relaciones públicas de Chevalier, trabajador prejubilado de Correos, cantante, pintor y escritor, Leal rescata vivencias de la legendaria discoteca de Santa Cristina

16 may 2021 . Actualizado a las 22:49 h.

Los domingos por la noche Chevalier estaba a tope. Llegaron a trabajar 40 empleados para atender a tanta clientela. Ahora que se habla de los aforos, el de esta discoteca era de 800 personas, pero cuando había fiesta o la semana tocaba a su fin se multiplicaba la cifra. Camilo Leal, que era el relaciones públicas y alma máter del local, prefiere no entrar en detalles, pero recuerda cantidad de anécdotas. «Una vez coincidió que el día del Rosario cayó en lunes y, al ser festivo, todo el mundo se fue para Santa Cristina. Se colapsó dos veces el puente de A Pasaxe y no había un solo sitio para aparcar», apunta. En aquellas veladas dominicales no solían fallar los jugadores del Deportivo. «Pasaban gratis fuesen los que fuesen. Arrastraban a muchas chicas y a cantidad de gente. Recuerdo que una vez en Riazor los aficionados cantaron algo así como «menos Chevalier y más jugar». Yo de fútbol no tengo ni idea y apenas los reconocía. Me caía muy bien Fran, que era con el que más trato tenía», asegura. Otro plato fuerte del local eran las fiestas, desde universitarias hasta de disfraces, pasando por despedidas de solteras. «Fuimos pioneros en el tema de contar con sexy boys y en darle protagonismo a las drag queens. Organicé una fiesta porno y vinieron 4.000 personas. Se rodaba en directo una película. Pero tuvimos una amenaza de bomba y hubo que desalojar», relata mientras da un sorbo a un gin-tonic. 

Siempre en Correos

Tiene 64 años y presenta un aspecto espléndido y un moreno que contrasta con esta lluviosa semana. «En cuanto sale el sol voy a la playa. En enero y febrero suelo viajar a Bali, Tailandia o Indonesia. Voy uno o dos meses. Este año no fue posible, pero sin playa y sin mar no soy capaz de vivir», asegura. Toda su vida trabajó en Correos, desde 1976 hasta que hace 4 años su aorta le obligó a parar. «Tuve un problema cardíaco muy grave del que poca gente sale adelante. Tuve suerte», comenta. En toda su etapa en Chevalier, desde los años noventa, los domingos llegaba a casa a las cinco de la mañana. «Y a las siete me levantaba para ir a Correos. Y por las tardes a preparar cosas para la discoteca. No es montar una fiesta y pegar un cartel. Nosotros involucrábamos a mucha gente. Recuerdo cuando le propuse a mis jefes lo de la barra libre en Fin de Año. Me tomaron por loco, pero se hizo y fue un éxito». 

Cantante, pintor y escritor

Nació en Vilalba, pero a los 4 años ya vivía en San Pedro de Nós. Su nombre es Camilo Febreiro Leal, pero solo utiliza el segundo apellido porque «es más comercial. Siempre me quise dedicar a la música. Canto y compongo, y trabajé con Tony Ronald», recuerda mientras me muestra en el móvil fotografías de recortes de prensa en los que se anuncian sus actuaciones. Se casó (ahora está separado) y tiene una hija de 34 años. Con su exmujer participó en el programa Media naranja, de Jesús Puente. «Ganamos 2 millones de pesetas (12.000 euros)». Camilo también pinta, pero nunca expuso sus creaciones. «Soy cubista y siempre admiré a Picasso. Los cuadros se los regalo a los amigos. También estoy escribiendo un libro que se va a titular Manual del hombre perfecto abandonado. No apto para feministas», adelanta. Aunque intenta llevar una vida tranquila, se frota las manos cuando piensa en las ganas de marcha que va a tener la gente cuando se termine la pandemia. «Tengo un proyecto en las afueras de la ciudad para hacer eventos para 2.000 o 3.000 personas. La oferta nocturna ahora es peor que antes. Tengo tantas cosas que hacer... No me voy a sentar a ver pasar el coche fúnebre», reflexiona. Mientras tanto sigue escuchando música. «Me encantan los boleros, la música negra y las voces rotas, tipo Joe Cocker o Tina Turner», afirma este hombre que vio pasar a miles y miles de personas por Chevalier. «La noche es oír, ver y callar. Se trata de que lo pasen bien y consuman», sentencia. Le pregunto por la cantidad de dinero que podía quedar en caja uno de aquellos míticos domingos de Santa Cristina. «Entre caballeros no se habla de dinero», contesta, y da otro trago a la copa.