Mónica Regueiro: «Siendo productora y actriz no te haces millonaria»

A CORUÑA

Mónica Regueiro, actriz y productora de A Coruña
Mónica Regueiro, actriz y productora de A Coruña MARCOS MÍGUEZ

Asegura que siente morriña y destaca que durante la pandemia trabajó más

09 may 2021 . Actualizado a las 12:27 h.

Se le ve feliz en su ciudad. Mientras charlamos en el Playa Club, su pareja, el también actor Fele Martínez, y el hijo de ambos, Otto, de 3 años, le esperan por la playa de Riazor. «Tengo mucha morriña siempre. Estos días que pasamos aquí, mi madre está encantada ejerciendo de abuela. Rejuveneció. Pero todo el volumen de trabajo lo tengo en Madrid. Volveré de jubilada», reflexiona Mónica Regueiro Sánchez, coruñesa de 1980. Lo suyo es un caso un tanto atípico porque es productora y actriz. «Actuar y producir a la vez tiene una parte preciosa, pero somos muy pocas». Su empresa se llama Producciones Off y la creo en el 2013. «Ahora hemos cogido el ritmo y vamos a dos o tres producciones al año», apunta. Acaba de actuar en el Rosalía con la obra Principiantes, de la que también es productora, y en la que comparte escenario, entre otros, con el ferrolano Javier Gutiérrez. «Cuando hablé con el director, Andrés Lima, y le dije que yo podía interpretar uno de los papeles me comentó que tenía que pasar un casting. Hice una prueba para una producción mía. Si no me llega a coger no hubiese pasado nada. Sería un error por mi parte», analiza. Un buen día esta coruñesa decidió que si el teléfono no suena... «llamas tú para sacar un proyecto adelante».

Abogada o azafata

A sus 41 años dice que « estoy casi mejor que con 30. Me encuentro en mi mejor momento», asegura esta exalumna del IES A Sardiñeira. Cuenta que de pequeña quería ser abogada o azafata y que la vena artística empezó en casa de los abuelos paternos. «Tenían un tractor con un remolque y hacía un show con mis primas», recuerda. Destacó en patinaje y aun ahora sigue calzándose los patines de cuatro ruedas. «Era pequeña y flexible y también hacía gimnasia artística», asegura. Estudió Publicidad y Relaciones Públicas en Pontevedra mientras hacía sus pinitos en series como Mareas vivas o Nada es para siempre. «Veo mucho cine español y me ofende que se diga que es malo. Hay un montón de gente que lo está haciendo muy bien», destaca Mónica, cuyo proyecto fin de carrera fue sobre la filmografía de Julio Medem. Antes de dedicarse de lleno al mundo artístico fue becaria en el departamento de relaciones públicas del Ayuntamiento de Vigo. «Fue en la etapa final de Lois Pérez Castrillo. Hacía de todo. Me propusieron llevar una revista cultural, pero decidí irme a Madrid con lo puesto. Recalé en el Teatro Lara y ahí empezó todo», resume.

Largometraje femenino

Recortes, una obra de teatro inspirada en las mareas blancas, Los miércoles no existen, Feelgood o Llueven vacas son algunas de sus producciones más destacadas. Cuando llegó el confinamiento fue de las pocas profesionales del mundo de la cultura que puede decir que trabajó más. «Nos propusieron grabar Diarios de la cuarentena, que fue la primera serie a nivel mundial sobre la pandemia y en una televisión pública. La grabamos Fele y yo en el domicilio de los amigos donde estábamos mientras se acababan unas obras en la casa a la que nos íbamos. Fue una locura y además con un niño pequeño», recuerda. Asegura que siempre está enamorada de los proyectos en los que participa. «Si no es así no sale. Aunque se diga que la cultura está subvencionada, hay pocas ayudas. Excepto algún caso muy concreto que todos conocemos, siendo productora y actriz no te haces millonaria», sentencia. Ya tiene en mente un largometraje que hable de las diferentes formas de vivir la maternidad y que sea dirigido por mujeres. «Ser actriz de entre 30 y 40 años es lo más complicado. La mayoría de guionistas son hombres. Un papel de una mujer de 30 se lo dan a una de 20 porque el productor de la cadena considera que vende más. Afortunadamente es algo que va cambiando poco a poco», analiza. Salimos al paseo marítimo. «Esta ciudad es una maravilla porque el mar está siempre presente. Tengo mucho sentimiento de arraigo», comenta esta gran lectora, perseverante en el trabajo, e impuntual. «Una vez me quedé dormida y llegué a la función cuando ya estaba entrando el público», confiesa con su gran sonrisa.