Bordeando un río Anllóns muy joven para llegar a Soandres

cristóbal ramírez

A CORUÑA

JOSE MANUEL CASAL

Los ábsides del monasterio, de alargadas ventanas que no ocultan su nacimiento en tiempos del gótico, son algo realmente raro en el mundo rural gallego

27 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Carretera hacia Cerceda y Mesón do Vento. Esa es la vía que hay que tomar para llegarse a un monasterio olvidado, airoso en sus tiempos, humilde pero impecable hoy: Soandres. En otras palabras, se circula por la AC-523, casi siempre ascendente, y en determinado punto aparece la señal, claramente visible, que invita a desviarse por la DP-1918 bordeando un monte en el cual se ha abierto un nuevo y también muy visible cortafuegos. Por cierto que lleva el sugerente nombre de Croa de Santa Baia, lo cual permite pensar sin temor a equivocarse que allá arriba, a 321 metros sobre el nivel del mar, fue construido un castro. Y lo confirma nada menos que Ángel del Castillo, el gran historiador coruñés que sigue esperando un reconocimiento de la ciudad.

Continuado y largo descenso para ir luego acompañando un río muy limpio y de escasa anchura. Es ni más ni menos que el Anllóns, cantado por Eduardo Pondal, que nace en las altas cumbres que quedan a la espalda y desemboca allá en Ponteceso.

En fin, nueva señal y desvío a la izquierda, para ir a dar a lo que queda de Soandres. Y queda mucho y en muy buen estado, con mimos recientes. El entorno, en efecto, se ve muy bien cuidado, con un aparcamiento un poco exagerado de dimensiones y con el recuerdo a las personas que se merecen no ser olvidadas por su trabajo a favor de la comunidad: desde un médico a un párroco, pasando por dos maestros.

Llama la atención el notable cruceiro que parece vigilar la llegada de los visitantes, que sin duda se van a quedar impactados al hallarse ante la enorme mole de la iglesia, granítica, de muros muy sólidos, contrafuertes que llevan ahí siglos y va a resistir muchos más. Y lo más interesante: los ábsides, de alargadas ventanas que no ocultan su nacimiento en tiempos del gótico, algo realmente raro en el mundo rural gallego. En suma, una joya.

Las dependencias monacales, hoy rectoral necesitada de un tejado más acorde con la tradición gallega, son voluminosas, y su estructura permite pensar que ni una sola piedra de esas estaba ahí cuando en el 956 un documento ya hace mención al monasterio: el conde don Pelayo y su mujer Aragonta le hicieron una importante donación, a la que siguió otra del obispo don Muño en el 969 y una tercera de otro obispo, don Munio, en el año 1032. Un panel explica toda la historia de esos edificios.

Además de hacer constar que allí mismo abre sus puertas un café bar, hay que echar un vistazo a los hórreos. Excepto el que queda a la izquierda a la entrada de la rectoral, que es alargado -digamos que más clásico-, el resto ya apunta al estilo que va a predominar desde ahí hacia el oeste: tienden a la base cuadrada, aunque no llegan a ella. Alguno, como el que queda a la vista cerca del aparcamiento, muy bien cuidado. El resto se merece que propietarios y administraciones varias les hagan unos cariños.

EL COMIENZO

Iglesia de Soandres: 43º13'40” N 8º29'38” W.

LA FOTO MÁS PERSONAL

Ante el cruceiro y con los ábsides de fondo.

EL DESAFÍO

Ascender hasta la Croa de Santa Baia (solo adultos).

EL PASADO

En los muros de la iglesia hay inscripciones medievales.