La Xunta rebautiza el CGAI como Filmoteca de Galicia y anuncia un concurso para elegir director

Montse CARNEIRO A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Román Rodríguez (a la izquierda), Jacobo Sutil, Guillermo Escrigas, Gonzalo Trenor y Roberto Coira, ayer en la puerta de la sala de proyecciones del CGAI, que lleva el nombre del pionero  del cine José Sellier.
Román Rodríguez (a la izquierda), Jacobo Sutil, Guillermo Escrigas, Gonzalo Trenor y Roberto Coira, ayer en la puerta de la sala de proyecciones del CGAI, que lleva el nombre del pionero del cine José Sellier. MARCOS MÍGUEZ

La cinemateca, que conserva a 8 de los 14 trabajadores que llegó a emplear, celebra su 30.º aniversario con nueva cabina

15 mar 2021 . Actualizado a las 21:29 h.

La historia de la filmoteca de Galicia se escribe en 30 años que empezaron a contar cuando «estrenar un corto aquí era un acontecimiento», recordó ayer en A Coruña Jaime Pena, y llegan al 2021 con una docena de largometrajes al año, empresas gallegas produciendo series para las grandes plataformas de distribución y un cine propio que «se presenta en Cannes y es la envidia de muchas comunidades», cuenta el programador, que no duda en afirmar la potencia del sector. «Por supuesto que hay industria y es muy superior a otras», recalca el único trabajador que queda del equipo encabezado por Pepe Coira que puso en marcha el centro en marzo de 1991, un mes después de la inauguración de la Escola de Imaxe e Son.

Treinta años después ya no volverán a ser los 14 que fueron, pero los 8 del CGAI podrán celebrar el aniversario de la institución que «custodia a memoria audiovisual de Galicia», señaló ayer el conselleiro de Cultura, Román Rodríguez, con tres buenas sacudidas.

La primera, el cambio de nombre, que despide el confuso Centro Galego de Artes da Imaxe, en el que podría integrarse la fotografía (y nunca estuvo), para abrazar la denominación de Filmoteca de Galicia. «Alíñase así coas grandes filmotecas, como a española ou a francesa, onde hai un forte carácter de investigación e xestión da documentación», avanzó Rodríguez sobre una de las funciones del centro que la Xunta quiere ahora fortalecer. «Habría que potenciar el archivo», coincide Jaime Pena, que también adelanta los escollos. «Esto es como hacer arqueología, puedes excavar y que aparezca algo o puede que no aparezca nada. Son procesos a largo plazo, surgen cuestiones filológicas que los demoran. Restaurar una película no baja de 100.000 euros», explica Pena con el precedente de La casa de la Troya (1925), recuperada junto con la Filmoteca Nacional en el 2003. 

Estatutos de Agadic

La reconversión anunciada ayer tendrá soporte legal a través de una modificación de los estatutos de Agadic que permitirá resolver el impasse en que se encuentra el equipo coruñés tras la jubilación de su último director, el ferrolano Guillermo Escrigas, en el verano del 2019. Román Rodríguez concretó que una vez que los nuevos estatutos estén aprobados se sacará a concurso la plaza. Anunció además reformas en la sede de la filmoteca que afectarán a la achicada cabina de proyección, una rehabilitación muy esperada que acabará con las incómodas sesiones, sobre todo de piezas en distintos formatos, en las que el proyeccionista tiene que manejarse y cambiar de equipo en un espacio cada vez más angosto.

De los altamente inflamables nitratos de las primeras películas del CGAI -bajo tierra, el único lugar seguro, en El Voltio de Madrid- a los efímeros archivos digitales, la evolución del material fílmico sigue condicionando el goce del espectador. «A principios de los años 2000 hicimos un ciclo de John Ford con 80 títulos que hoy no sería posible», anotó el programador, que recuerda como ninguna la primera visita de Víctor Erice. Ayer entregaron a Navantia el material digitalizado de 20 horas de su archivo histórico, con joyas como la botadura del Urquiola en el astillero ferrolano. El sábado proyectarán siete cortos experimentales de Stan Brakhage.