Oswaldo Digón: «La gente tiene más ganas que nunca de reír, es casi una necesidad»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

VÍTOR MEJUTO

Regresa este sábado a los escenarios, junto a Luis Zahera, en el Teatro Colón

15 mar 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Si hay algo que desde un primer momento se impuso al covid, eso es el humor. Aún confinados, con los hospitales llenos y con la desgracia a la vuelta de página de cualquier diario no había día que no le llegase a todo el mundo el último chiste sobre Fernando Simón o el último vídeo paródico hecho desde un balcón. Pero, ¿cómo vivieron los profesionales del humor este tiempo de tragedia? El retorno a los escenarios de Noites de retranca estaba previsto para enero, pero la tercera ola obligó a aplazarlo. Finalmente, este sábado a las 20.00 horas, Oswaldo Digón y Luis Zahera se subirán al escenario del Teatro Colón para contarnos, entre otras cosas, cómo sobrevive un humorista en esta época que tan poca gracia tiene: «Como se puede», asegura Digón.

¿Tiene la gente ganas de reír?

Lo que me he encontrado en las pocas veces que he podido tener contacto con el público estos últimos meses es que la gente tiene más ganas que nunca de reír, es casi una necesidad. Quiere olvidar todo esto, disfrutar. Pero para eso tiene que sentirse segura, y en los teatros se consigue. Espero que este sábado me encuentre con eso, con gente que quiere que le haga reír. Por mi parte tengo más ganas que nunca.

¿Caerá algún chiste sobre la pandemia?

Sabes cómo somos... Nos basamos en la realidad para hacer humor, analizamos nuestras vidas desde una perspectiva cómica, pero son nuestras vidas al fin y al cabo. Y ahora nos ha tocado vivir esto. Hay mucha tragedia, pero hay que tocarlo, creo que es sano. No voy a hacer un espectáculo centrado exclusivamente en el covid, pero es que está tan metido en nuestras vidas que es inevitable.

¿Estamos ya preparados para reírnos de todo esto?

Han pasado cosas muy duras y siguen pasando, y nos ha cambiado a todos. Ahora ves una película en la que la gente sale sin mascarilla, en una fiesta, y te saltan las alarmas. ¡Y es de hace tres años! Pero ya nos parece raro. Así que las referencias son inevitables. Es nuestro papel como profesionales de la comedia, sacarle punta a esta nueva realidad. Hay cosas que nos ha traído la pandemia, como el teletrabajo, que dan mucho de sí a nivel humorístico. O ver a tu madre intentando hacer una videollamada, con la cara pegada a la cámara. Además, el humor es la herramienta perfecta para intentar sobrellevar todo esto de la mejor manera.

¿Ha perdido las ganas de reír o de hacer reír en estos meses?

Hubo momentos en los que me planteé cuál era el sentido de mi profesión en una situación como esta. Se supone que tengo que contar historias que hagan reír, y ves que no te sale, que no te apetece. Pero terminas descubriendo otras maneras de enfocar todo esto. Y la cabra tira al monte y termina saliendo de nuevo esa vena cómica, porque es donde más cómodo estás. Es que yo no sé rezar de otra forma.

¿Va a cambiar la pandemia el modo de hacer humor?

El humor se define como tragedia más tiempo. Y ahora va todo tan rápido que indudablemente van a cambiar muchas cosas. Pero es normal, nos está cambiando la vida día a día. ¿Cómo no va a afectar al humor? Todo caduca más rápido. Aunque cuentes las mismas cosas, hay que contarlas de forma distinta.

¿Cómo ve el futuro de los espectáculos en directo?

Llevamos demasiado tiempo preguntándonos si falta mucho para que falte poco, y eso lastra el optimismo. Pero tengo claro que las sensaciones que dan los espectáculos en directo son algo que no se puede descargar de Internet. Y todo el mundo te dice que, después de lo primordial, como ir a visitar a sus padres, lo que más echan de menos es eso, la parte social de la cultura, ir a un concierto con amigos, compartir la experiencia. A nadie le gusta bailar solo delante de la orquesta.

¿Deberían declarar a los humoristas un servicio esencial?

No sé si diría tanto, pero sí que es cierto que todos hemos cambiado un poco nuestro orden de prioridades y que hemos dejado de lado cosas que creíamos que eran esenciales mientras que nos hemos aferrado a otras que no teníamos tan presentes.

¿Se está empezando a mover algo en cuanto a contratación de cara al verano?

De momento se está programando a muy corto plazo. Se está siendo muy prudente, y se sabe que en cualquier momento pueden cambiar las cosas y tener que cancelar o aplazar, con lo doloroso que es eso para programadores y artistas. Así que a largo plazo no se está haciendo nada.

«Cuando hablamos de humor gallego es como un certificado de calidad»

Noites de retranca es todo un clásico de los escenarios gallegos que lleva años seleccionando el mejor humor con denominación de origen y llenando auditorios.

¿Cuánto tiempo lleva Noites de retranca haciendo reír a los gallegos?

Son ya más de diez años, y yo llevo desde casi el principio. Hay que reconocerles a los de la productora, Rababiero, que están siendo increíblemente valientes. Están arriesgando su propio dinero, no dinero público destinado a fomentar la cultura. Y lo están haciendo en el peor momento, cuando solo pueden aspirar a un 30 % de taquilla por las limitaciones de aforo. Eso es amor a la profesión. Estaba casi todo el aforo vendido y colgaron carteles por toda la ciudad. No había necesidad, pero querían que se viese que la cultura vuelve, que hay espectáculos, que se están haciendo cosas.

¿Cuál es el secreto para que el formato dure más de diez años?

El formato, subir a dos o tres cómicos a un escenario, es conocido. Lo que lo hace especial es que en este caso hablamos de humor gallego, y eso es como un certificado de calidad. Algo que, aunque funciona más allá de Galicia, es indudable que aquí entendemos de una manera muy especial. Hay un puntito, una manera de ver la vida, que los gallegos entendemos especialmente bien.

Por cierto, no me resisto a preguntarle por una de las salas en las que más veces actuó y que la pandemia se ha llevado por delante: el BaBa Bar.

Es una gran pérdida. ¡Lo que he aprendido y disfrutado ahí! Era mi casa y la voy a echar mucho de menos. Este tipo de espacios, estas salas pequeñas con actuaciones en directo, son la base de la cultura de la ciudad y hay que cuidarlos.