El covid condena al cierre a seis bares en Matogrande, la cima del ocio diurno

alberto mahía A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Los alquileres, que en algunos casos superan los 4.000 euros, y las restricciones por la pandemia obligaron a numerosos hosteleros a prescindir de sus empleados

14 mar 2021 . Actualizado a las 20:17 h.

Matogrande es un barrio de vecinos pudientes y hostelería de calidad. Planificado en 1994 con escuadra y cartabón, con calles rectilíneas y manzanas perfectas, no le falta de nada. Cuenta con centro de salud, colegio, empresas, hotel, centro de congresos, el club de empresarios y ejecutivos de Galicia, gimnasios, negocios de todo tipo, clínicas y residencias para mayores. Una pequeña y rica ciudad de 1.205 viviendas con 3.505 residentes que pueden pasarse el año entero sin salir de sus calles y sin que les falte de nada.

Pero el covid no entiende de barrios con mayor o menor músculo económico. Así que desde la pandemia ya nada es lo mismo. Aquella vida padre de la que gozaban la gran mayoría de los hosteleros, con sus negocios muy bien montados, llenos y con un excelente servicio, ya no es lo que era para muchos de ellos. Siendo Matogrande uno de los lugares de referencia en cuanto a restaurantes, cafeterías y pubs, con ocio diurno y nocturno, en las últimas semanas bajaron la verja un total de seis establecimientos. Y otros tres, que permanecen cerrados tras la última desescalada y que aún no han abierto. Y puede ser peor, pues algunos de los que continúan dicen que el agua ya les llega al cuello.

La culpa del desastre es que «en esta zona los alquileres más bajos rondan los 1.500 euros, que es lo que se paga por un local de menos de 100 metros. Pero muchos superan los 4.000. A eso, súmale los impuestos, los empleados, la luz, el agua, el gas, los productos y mil cosas más. Es decir, que muchos de ellos empiezan el mes con menos 4.000, en el mejor de los casos. Hay que vender mucho», dice Rogelio Lema, del Almuiña.

Jacobo abrió la cafetería Cork hace cinco años y el mes pasado se vio «obligado» a bajar la verja. Este hostelero de toda la vida que ha vivido un año «más que desastroso» se pregunta «cómo va uno a afrontar todos los gastos si solo se permite el 50 % del aforo en las terrazas o si estás con la incertidumbre de que la semana que viene puede que te obliguen a cerrar. El sector lo está pasando muy mal». Jacobo ya tuvo que prescindir el año pasado de sus empleados. Pensaba que podría aguantar, pero fue imposible. Por este tipo de cosas han tenido que cerrar o colgar el cartel de «se traspasa» el Cork, el restaurante hindú, el Lola, el Revive Matogrande y el Class, en la calle Juan Díaz Porlier; y La Martina, en Sebastián Martínez Risco.

Luego hay establecimientos que no han abierto desde el 25 de enero, cuando la Xunta decretó el cierre de la hostelería. Pese a que un mes después se permitieron las terrazas, a día de hoy no regresaron al trabajo. Unos porque carecen de posibilidad de tener mesas fuera, como es el caso del restaurante O Fieital. Y otros porque esperan a que se suavicen las restricciones. Uno de ellos es el Sampaio. Tras realizar una enorme reforma, con la compra del antiguo hostal Galicia para disponer de una de las terrazas más grandes de la ciudad, su reapertura está próxima. Otro de los referentes gastronómicos de Matogrande es el Comarea, que reabrió el pasado lunes.

«Una zona en la que muchos negocios cambian de manos constantemente»

Como en todas partes, hay establecimientos de hostelería consolidados, otros que van tirando y muchos que cambian de dueño cada dos por tres. En Matogrande, según la asociación de empresarios, «se da mucho esta circunstancia». Desde el sector explican que «fueron muchos los hosteleros que invirtieron grandes sumas de dinero en traspaso y reformas y no han podido aguantar». La competencia, añaden los empresarios del barrio, «es brutal». La gran mayoría de los restaurantes «son de gran calidad y tienen muchísima fama en la ciudad. Empezar de cero es muy complicado», dicen. Sobre todo, cuando las rentas pueden alcanzar los 4.000 euros o más. «Se trata de una zona muy atractiva, con mucha vida social y mercantil y eso motiva a muchos hosteleros a apostar por Matogrande. Pero no todos ganan», añaden los empresarios. Por eso hay tanto traspaso. Por eso siempre hay oferta de locales. Ahora, sin ir más lejos, «hay seis vacíos».