A Coruña tendrá el mejor paseo marítimo del mundo

Tomás García Morán
Tomás García Morán LEJANO OESTE

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

La avenida marítima coruñesa necesita crecer hasta el Pasaje, para conectar la ciudad con las vías hacia Mera y Cecebre, y convertirse, esta vez sí, en un malecón que será admirado en todo el planeta

28 feb 2021 . Actualizado a las 23:19 h.

Marineda se construyó de espaldas al mar. Cuando los romanos llegaron a Brigántium y construyeron la Torre de Breogán, el cuerno de Karn, luego Carónium, ya era desde los fenicios una playa que unía lo que hoy es Monte Alto y Ciudad Vieja con el continente. Paco Vázquez, hijo de asturiano y brigantina, no fue alcalde 23 años por ser del PSOE y parecer del PP, que también. Ni por renegar de la bandera gallega tras perder las primeras elecciones que ganó Albor. Que también. Ni por reivindicar la ele, Alvedro o crear la Sinfónica, los Museos Científicos o la Universidad. Que también. Paco —para los millennials, Abel hace 40 años— fue alcalde casi un cuarto de siglo porque, con sus luces y sus sombras, tuvo una idea de ciudad. Que consistió sobre todo en mimetizarse con el paisanaje, hasta que resultó difícil discernir si él se parecía a A Coruña o era al revés. Y también en reinventar el paisaje. En abrir al mar una ciudad edificada sobre arena, rocas y montañas de basura.

En la campaña de 1999, recién aterrizado de becario en La Voz, tuve la suerte de cubrir la campaña de las municipales. La quinta mayoría de Vázquez. Aún éramos ricos. Los alemanes nos pagaban los paseos marítimos sin pedir cuentas. Paco inauguró en una semana la peatonalización de la calle Barcelona, con la muchedumbre vitoreando desde las ventanas. La Casa de los Peces. Olía a pintura cuando entré junto a mi maestro en este oficio Laureano López, un minuto antes que los políticos. La Ópera. El Monte de San Pedro«Las noches sin niebla se verá la luz de la Estatua de la Libertad». Mi otro gran maestro José Manuel Pan lo puso en la crónica y al día siguiente yo fui a la redacción de Cuatro Caminos a esperar la carta de despido. Pero nos felicitaron. Y también Paco llamó, encantado de verse retratado de aquel modo que a mí ingenuamente me había parecido delirante.

Antes de que fuera ministro de Exteriores, un día bajé en coche a Josep Borrell de Sabón a la FNAC, donde presentaba un libro. Borrell, otra nota para los millennials, fue el ministro que en los 90 le hizo a Paco ese paseo interminable, el mayor de Europa. Y le pregunté si sabía cómo se llamaba la gran avenida marítima. Cuando se lo conté se rio, y preguntó en broma si a él no le habían puesto al menos una plaquita: «Paco y Fraga eran tremendos. Cuando venía a Galicia, en el ministerio se echaban a temblar, porque siempre me sacaban algo».

Europa es inmensa. Desde el estrecho que separa Dinamarca y Noruega se puede bajar en bici hasta las playas de Normandía. Pero es cierto que los kilómetros y kilómetros que A Coruña, Oleiros, Arteixo, Cambre y Culleredo le han ganado al mar son un regalo del cielo. Recuperada la costa en la zona que antiguamente fue un basurero, donde están el hotel María Pita, la Domus, el AquariumA Coruña quedó hemipléjica. Durante años, el Puerto hizo la vista gorda y todo el mundo entraba como Pedro por su casa. Pero desde la construcción de las Alas de Gaviota y otros símbolos de la oscura decadencia vazquista, la cosa se puso seria y ahora sólo los vip con tarjeta saltan la Aduana. La Coruña que va desde San Antón hasta A Pasaxe, sobre todo desde la playa de Oza hasta el poblado chabolista de la antigua conservera Celta, es la costa de la vergüenza. Solo hace falta dar un paseo al atardecer por el excelente malecón del Paraíso o por la decadencia de Santa Cristina y mirar a la otra margen para ponerse colorado.

La Marea Atlántica tuvo una ocasión de oro para honrar su nombre y dejar huella. La diputación de Valentín González Formoso se lo puso a huevo. Les pagaba dos tercios. Pero ni eso supieron hacer. Sustituyeron la propuesta inicial por una gincana digna de Humor Amarillo. Inés Rey, o alguien que la aconseja bien, sabe que el pedrero de Oza, la pequeña aldea de pescadores de As Xubias o las calas sin nombre del Materno son el gran tesoro por descubrir. El pasaporte para cruzar el Pasaje, por debajo hacia el nirvana de Cecebre o por encima hacia el edén de Mera. Y construir, ahora sí, el mejor paseo marítimo del mundo.