Pocas máscaras y muchas mascarillas en el carnaval choqueiro de la pandemia

Alberto Mahía A CORUÑA

A CORUÑA

Incondicionales de la tradicional fiesta no renunciaron a lucir sus mejores galas para disfrutar de un entroido atípico, con protección, distancia de seguridad, solos o en compañía de convivientes. Algunos de los choqueiros más populares posaron para La Voz de Galicia en sus casas con los trajes preparados para la ocasión

17 feb 2021 . Actualizado a las 10:50 h.

Qué coraje. Por un martes de carnaval que no llueve, no se pudo celebrar como el rey Momo manda. Porque esta fiesta, hasta este año, siempre se celebró con frío y hasta arreciando un temporal, con desenfreno, con la calle de la Torre a reventar, con las comparsas de arriba a abajo bailando y gozando, con los disfraces hechos a medida y sin medida, o con los bares llenos para calentar el cuerpo.

Fue un entroido en familia, guardando las distancias, sin música. Alvarito, cuya mascarilla tenía más tela que su bañador, no pudo besar a sus fans como siempre hizo. Las comparsas no bailaron la conga. El gato con botas no arañó a la cenicienta, ni la pantera rosa abrazó al inspector Clouseau. Todos andaban por su lado. Rodeados de ciudadanos sin disfraz que aprovecharon un día primaveral que alcanzó los 17 grados para el paseo y disfrutar de los pocos que salieron a la calle como se sale en carnaval.

El paseo marítimo y las calles del centro eran como las de un domingo. Sobraban los abrigos y faltaban los disfraces. Matrimonios, familias con los niños de la mano, ciudadanos solos o parejas llenaron la ciudad. ¿El covid? Está ahí y se notó. La responsabilidad reinó. Quien lo quiso celebrar, lo hizo; y quien no, miró al resto. Pero todos, con cabeciña.

Un paréntesis

Fue un día duro para las caras más conocidas del entroido. «Es como un paréntesis en nuestras vidas», decía Pili, de Kilomberos. ¿Cómo decirle a Alvarito, a Geluco, a Pili o a Montse de los Kilomberos, a Manolo, a Luis Valverde o a Romualdo que se tienen que quedar en casa el martes de carnaval? Imposible. Como pedirle a Messi que juegue con zuecos. Ya lo habían adelantado hace unos días en La Voz, cuando se les pidió que lucieran sus disfraces en sus respectivos domicilios. «Respetaré las normas, iré solo y con mascarilla, pero salgo a la calle como hice en los últimos 40 años», decía Romualdo Irixoa, de Os Maracos.

La Voz volvió ayer a citarse con ellos en la plaza de España, junto a la escultura en bronce de la sardina. A las seis de la tarde, hora taurina. Fue un momento emocionante. Se les notaba. Estaban unos frente a otros. Como si no se vieran desde los setenta. Con ganas de darse un abrazo y conformándose con un toque en el codo.

Hablaron a distancia. Recordaron los momentos más simpáticos del carnaval, a las personas que, como Palau, tanto hicieron por la fiesta. Y mirando al suelo de vez en cuando lamentándose de que la fiesta no sea más que un sucedáneo. Con la calle de la Torre abierta al tráfico y los bares que tanto abundan en la zona con la verja cerrada. Eso sí, todos prometieron que el carnaval del año que viene «será el mejor del mundo», como vaticinó Luis Valverde, de Monte Alto a 100.

Álvaro Segade da un paso más. Si ya se caracteriza por llevar poca tela, dejándolo todo a la imaginación, adelanta que en el entroido del 2021 irá disfrazado de Eva, «solo con la manzana y una hoja de parra». La pena es que haya que esperar tanto.

Siempre va mucho más tapado Ángel López (Geluco), fundador y primer presidente de Monte Alto a 100. Triste por no poder celebrar el carnaval como siempre lo hizo, pero satisfecho y esperanzado porque siente que «el entroido ha crecido mucho en los últimos años con la incorporación de jóvenes y de muchas mujeres, algo que en los viejos tiempos no se veía tanto». Pilar Ferreiro es un ejemplo. Ourensana de nacimiento y de Monte Alto de corazón, lleva el entroido en el alma. Pertenece a los Kilomberos y «eso es una excelencia». No importa que lleve mascarilla. Su eterna sonrisa se la imagina uno igual.

Tras hacerse todos ellos una foto en familia, respetando las distancias, se fueron a recorrer la calle de la Torre. «Jamás la habíamos visto así de vacía en un martes de carnaval», decía Montse, de los Kilomberos. 

Entroido en agosto

Pero tienen esperanza en celebrar este año el entroido como Dios manda. Ya se lo han trasladado al Ayuntamiento y les han dicho que habrá que esperar. Los más célebres del carnaval quieren que haya un martes de carnaval en agosto. A finales. «Todo depende de cómo vaya la pandemia o las vacunas», dicen. Porque no hay uno solo que se queje de la suspensión del entroido. «No se puede en estas circunstancias», dice Romualdo. «Sería una absoluta irresponsabilidad», añade Luis Valverde. «Lo importante es la salud», asegura Geluco.

Por eso guardan todas las medidas sanitarias. Pero con disfraz. Y aunque de la juntanza -con distancia de seguridad incluida- surgió la idea de de improvisar para hoy un entierro de la sardina, finalmente descartaron llevarlo a cabo para evitar aglomeraciones innecesarias.

Mirando al verano

Así fue el carnaval coruñés en un año donde no hubo carnaval. Es cierto que en la plaza de España había familias disfrazadas. Y en las calles se veían algunas telas chillonas. Pero no nos engañemos. El covid hizo trizas la salud y el entroido. «Si en verano esta maldita pandemia ya no está con nosotros, habrá que organizar algo», dice Pili, de Kilomberos. Por el momento, «conformarse con lo que hay» y que este entroido sea simbólico, sin los festejos a los que estamos acostumbrados», añade Romualdo Irixoa. Un hombre al que se le pregunta cuál es el secreto de esta fiesta y responde: «nos lo pasamos de maravilla». No hay más. Con eso es suficiente. Aunque el 2021 pase a la historia como el año en que no se celebró una fiesta por todo lo alto solo comparable al San Juan.