El comercio de A Coruña cierra tras una tarde sin apenas clientes

A CORUÑA

La hostelería y las tiendas de la ciudad afrontan el primer día con las nuevas restricciones

27 ene 2021 . Actualizado a las 19:07 h.

A las seis de la tarde el comercio bajó la persiana tras una jornada particular en la que hubo dos dinámicas diferentes. «Por la mañana muy bien y por la tarde nada, abrimos a las tres otra vez y muy poca cosa», aseguran desde Otero Moda Hombre, negocio en el que destacan que apenas hubo consultas sobre los horarios pero sí «mensajes de ánimo».

Mientras, en la zona de la Cubela y en un comercio de un sector distinto como una floristería la situación no fue muy diferente. «Por la mañana aún estuvo bien,aunque se notaba que no había mucha gente, pero luego a partir de las tres y pico nada, todo muy tranquilo», destaca Ana García, de Flor de Abril, quien apunta que la escasa afluencia de clientes fue un reflejo de que «por la calle no pasa casi nadie». Con este balance y estas sensaciones transcurrió el final del primer día de horarios reducidos en el comercio no esencial, que tendrá que ver en las próximas jornadas si la falta de clientela le obliga a limitar todavía más sus horarios de apertura.

El café volvió a las calles de A Coruña

A Coruña vivió su primer día con las nuevas restricciones y algunas ya se empezaron a notar, como la imposibilidad de desayunar o de tomar un café en una terraza, lo que obligó a los clientes a llevarse las consumiciones a casa, al trabajo o a tomarlas en la calle, una situación como la que ya se vivió en la primera etapa de la pandemia o el pasado noviembre.

Por su parte, las puertas del pequeño comercio empezaron a abrirse para los clientes que, desde este miércoles solo podrán comprar o visitar los negocios no esenciales hasta las seis de la tarde. Por esta razón, muchas tiendas optaron por modificar sus horarios e intentar aprovechar las horas del mediodía, aunque con la incertidumbre de no saber si contarán con la presencia de visitantes en esa franja horaria. También están a la expectativa de ver hasta qué punto les afecta el cierre de la hostelería, un sector con el que están muy vinculados y que favorece el consumo en los comercios.

«La calle está que parece un domingo»

«La calle está que parece un domingo», resume un cliente en la puerta de una cafetería sobre el ambiente que se vivía en la ciudad en estas primeras horas ya sin terrazas ni servicio en el interior de los locales. Algunos coruñeses no renunciaron a su café a pesar de tener que tomarlo en la calle. «No hay otra. Cuando se puede tomar en la barra o sentado, bien, y cuando no, pues en la calle. No es la primera vez», asegura Luciano Grela haciendo referencia a los cierres previos de la hostelería.

Jorge García, de Isabella Café
Jorge García, de Isabella Café D. G.

El ambiente apagado de las calles se mezcla con el desconocimiento de algunos. «Hay gente que aún viene despistada, que no sabe que no se pueden tomar aquí el café, sobre todo mayores. Una clienta me pidió si le podía sacar una silla a la calle», relata José Luis, quien espera que estas nuevas limitaciones acaben lo antes posible: «Si aguantamos este tirón, aguantamos todo».

La ciudad vive una situación similar a la de noviembre, aunque los locales empiezan a notar alguna diferencia. «En el cierre de hace unos meses tenía colas para recoger cafés y ahora está demasiado tranquilo», explica Jorge García, de Isabella Café, quien espera que este cambio se deba a que la gente «esté tomando conciencia y quedándose en casa». Este hostelero espera que el semiconfinamiento sirva para acabar con los «continuos cambios» a los que se ven sometidos por las restricciones, una dinámica que empieza a ser «agotadora».

Lo mismo ocurre por las denominadas calles de los vinos. Muchos establecimientos de hostelería ya demoran sus aperturas, «porque no es rentable abrir antes para vender tres o cuatro cafés, o una caña», explicó un empresario. «Solamente nos queda el atender algún pedido de comida y repartirlos a los domicilios a nuestros clientes, pero no es la solución», recalcó otro hostelero. De hecho, en la calle Estrella solamente había abiertos tres establecimientos a las dos de la tarde. Y la gerente de una oficina de lotería confirmaba que la situación «ya era muy difícil, pero a partir de hoy será mucho peor: una ruina para todos», subrayó.

Incertidumbre por el cierre anticipado

«No sabemos cómo va a reaccionar la gente, para nosotros entre las cinco y las siete y media de la tarde era la hora punta, así que a ver ahora», explica Suso Cambón, de la Librería Azeta. Este comercio, como el resto, modificó su horario a partir de este miércoles de manera que seguirá abriendo a las ocho de la mañana pero cerrará a las seis, como manda el decreto, en lugar de a las nueve y media como hacía hasta ahora. El dueño de este negocio explica que el horario «nos machaca, pero no queda otra que asumirlo». En su caso, las últimas horas de la tarde eran muy propicias para recibir a clientes como estudiantes y ahora tendrán que observar el comportamiento de la gente con los nuevos horarios.

«Esto es un desierto», señaló Cristina, la dependienta de una tienda de calzado de la calle Real, «y eso que aún son las doce y media de esta mañana, no te digo nada por la tarde», explicó. Y es cierto, muy poca gente paseaba este miércoles por la principal calle de la ciudad. Y quien lo confirma, entre otros, es el vendedor de la ONCE: «Apenas pasa gente, y a partir de esta tarde aún será peor». Y razona su exposición: «Nunca tampoco vendí», subrayó.

Adaptación es una de las palabras más repetidas entre el pequeño comercio coruñés, que afronta las próximas tres semanas con la esperanza de que las restricciones no vayan a más. «Ahora viene el día de San Valentín y esperemos que vaya bien porque son las fechas que nos salvan el año. El año pasado ya perdimos el día de la Madre y el de Difuntos coincidió con el cierre perimetral y se anular muchos centros que nos habían encargado», asegura Ana García, de la floristería Flor de Abril, que ya luce un cartel avisando de los nuevos horarios de apertura. La respuesta de los clientes es una «incógnita» aunque percibe que, en general, la gente está con «temor y sin ánimo de salir». En su caso, la jornada partida con la que abrían se convierte ahora en una continua pero pendientes del comportamiento de la clientela. «Venían bastante hacia tarde y tenemos que ver si se adaptan o si el cambio de horario nos va perjudicar», explica Ana, quien aplaude que las restricciones lleguen a los centros comerciales: «Tenemos que pringar todos», dice.

El comercio percibe un menor movimiento de la gente por la calle, pero sin llegar al parón completo. «Poco, pero algo hubo, la gente se está portando muy bien desde hace tiempo y hoy, por ejemplo, vino un señor porque se sentía en la obligación de ayudar comprando algo», destaca María Otero, que regenta un negocio de moda masculina.

Bibliotecas y gimnasios tampoco permiten la presencia de usuarios

Marcos Míguez

Las nuevas limitaciones en toda Galicia también afectan a espacios culturales y deportivos como las bibliotecas y los gimnasios, que no permiten la presencia de usuarios en sus instalaciones. Así, en las bibliotecas no se puede estudiar, hacer consultas ni llevar libros para casa, aunque en el interior de los centros municipales continúan los trabajadores de este servicio para realizar labores internas.

Manuel Murguía, en Riazor, en donde se ubica la entrada de la Casa del Agua estuvo durante esta mañana casi desierta. Totalmente despejado se encontraba el vestíbulo de esta instalación. Y lo mismo ocurrió en la avenida de Sardiñeira y de Arteixo, en dónde se ubica la piscina y el gimnasio A Sardiñeira, o en la zona de O Ventorrillo-Os Mariñeiros, por encontrarse en este barrió el centro cultural Ágora y el área deportiva Agra.

Mientras, lugares habituales para diferentes prácticas deportivas como el paseo marítimo o los arenales reciben a ciudadanos corriendo, en bicicleta, o haciendo surf, con las primeras horas de la mañana como las más concurridas para ello.

El último recurso de la hostelería

Ante el cierre obligatorio de las terrazas y el servicio en el interior de los establecimientos, la hostelería asume las consumiciones o la comida para llevar como el último recurso antes de tener que echar el candado a la espera de que se levanten las restricciones. Algunos locales, como la cafetería Vianco, viven hoy su primera jornada ofreciendo la posibilidad de encargar comida para llevar a casa. «Es el máximo posible y lo estamos manteniendo para intentar sacar algo y poder cubrir gastos», destaca José Luis Vigo. En esta primera mañana tuvieron «algunos encargos, pero nada, hay mucho decaímiento», dice el dueño de esta cafetería, en la que asegura que en noviembre «había mucho más movimiento».

Normalidad en la lonja

Por el momento el funcionamiento de la lonja de Linares Rivas no está notando las nuevas medidas para luchar contra la pandemia impuestas por la Xunta. «Os mariñeiros non podemos parar, xa o temos que facer cando hai mal tempo», dijo José, un marinero de un pesquero de bajura que atraca en Oza. Y la operatividad del sector pesquero permite a las plaza y pescaderías mantener el ritmo de ventas, aunque los profesionales temen que la situación empeore a partir de este miércoles «ya que la hostelería ya no puede dar cenas, a no ser para enviar a los hogares, y eso nos perjudica», dijeron varias placeras.