Matilde pide un centro médico para los trabajadores del puerto exterior

Toni Silva ARTEIXO / LA VOZ

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Su hijo murió de un infarto con 38 años. «La ambulancia tardó en llegar», lamenta. La víctima ya solicitaba medidas preventivas desde su sindicato

17 ene 2021 . Actualizado a las 00:15 h.

Cada 13 de mes, Matilde Rabina se desplaza al muelle 1 del puerto exterior de Langosteira para visitar a los compañeros de su hijo. Su ritual obedece a un triste suceso, ocurrido el 13 de febrero del 2020, del que está a punto de cumplirse el primer aniversario. Aquella mañana temprano, tras avisar a los compañeros de que el café ya estaba listo, Miguel Ángel Pousa se desplomó víctima de un infarto. La reanimación fue inútil. El trabajador dejaba allí su vida con solo 38 años, en los brazos de uno de sus compañeros, que aún siguen llorando su ausencia. «Notamos moitísimo que Miguel non está», dicen. Entre ellos nació entonces un vínculo muy especial con Matilde. «Me llaman todos los días para saludarme», dice la mujer, quien se deja fotografiar asomando al muelle «que Miguel retrataba tantas veces, decía que este sitio era su segunda casa».

La muerte de Miguel se hace aún más estridente cuando se conoce lo que él llevaba tiempo pidiendo como representante sindical. Reivindicaba un dispensario médico para el puerto exterior, un refugio sanitario para los trabajadores de este muelle gigante debido a la distancia con cualquier hospital o centro de salud. Y después de pedirlo con palabras, su propia muerte apuntaló su reivindicación. Aquella mañana del 13 de febrero las ambulancias tardaron más de 20 minutos en llegar a la nave. ¿Se habría salvado de haber entonces un dispensario médico en Langosteira? Nunca se sabrá, pero al menos hoy no seguiría esa duda.

Así que Matilde considera que no hay mejor homenaje para su hijo que conseguir lo que él reivindicaba. «No tiene sentido que en un lugar tan grande, con camiones tan voluminosos, no tengan una atención médica, si se hacen daño aquí no es por un rasguño», señala Rabina.

Reuniones

La Autoridad Portuaria señaló ayer a este periódico que mantiene «un diálogo permanente con los representantes de los trabajadores a través de los delegados de prevención y del comité de seguridad y salud, donde se plantean y analizan todas las propuestas que puedan mejorar las condiciones labores», por lo que deja abierta la puerta a cumplir la reivindicación de Miguel Ángel y ahora su madre. «Creo que basta un pequeño dispensario con un técnico sanitario para los primeros auxilios», señala Matilde. «En caso de que volviera a ocurrir una desgracia como a mi hijo, o un accidente grave, las posibilidades de salir con vida serían mucho mayores». «Para Miguel, esta empresa era su segunda casa, él era muy querido, abogaba siempre por resolver los conflictos de la manera más amable posible», añade.

Y su Dépor

No había fundado una familia pero tenía una intensa vida social alrededor del fútbol base. «Él consiguió que el Dépor les dejase el campo de Riazor para jugar unos partidos», señala Matilde Rabina. De hecho, el club blanquiazul también lloró su muerte en el partido siguiente al deceso con un homenaje a Miguel Ángel en los videomarcadores. «Ya había recibido la insignia de plata como socio, y el club me ha reservado su asiento para cuando quiera ir a ver los partidos. ¿Lo ves? Es que se hacía querer, todos lo querían mucho, no es solo amor de madre».