La hostelería se queda sin cena, y sin merienda

Elena Silveira
Elena Silveira A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

El cierre a las seis de la tarde hace prever al sector pérdidas de hasta el 40 % en su facturación

10 ene 2021 . Actualizado a las 05:00 h.

Como un jarro de agua fría. Así cayó en el sector de la hostelería la nueva restricción horaria que les obliga a cerrar a las seis de la tarde y a reducir el aforo de público al 30 % en las mesas de interior, y al 50 % en las terrazas. «¿Cuándo van a dejar de golpearnos? ¿Cuándo se van a dar cuenta de que nosotros no somos los responsables de los contagios?», se preguntaba ayer un empresario de la zona peatonal de A Gaiteira. «Pagamos justos por pecadores». «Nos están vacilando». «No contábamos con que fuera para tanto, habrá que reducir plantilla»... Estas son algunas de las respuestas de hosteleros al preguntar sobre el nuevo horario, que se prolongará al menos hasta final de mes.

José Pan, gerente del restaurante y cafetería La Granera, en la plaza de Tabacos, explica que llevan un año de restricciones y que esta última es la gota que colma el vaso. «Con el cierre a las once de la noche la gente, después de cenar, ya no se quedaba a tomarse una copa. Y, ahora, ya no daremos cenas y tampoco meriendas, porque si cerramos a las seis, a las cinco o cinco y media ya tenemos que ir avisando a los clientes de que tienen que terminar su consumición». Dice que, por ese motivo, irán más allá de lo que marca el Diario Oficial de Galicia (DOG). «De 17.00 a 18.00 siempre fue la hora más floja, así que cerraremos a las cinco de la tarde y listo». Y, por supuesto, parte del personal tendrá que entrar en un ERTE. Aunque la mayoría de restaurantes de la ciudad continuarán con la senda abierta el año pasado de envíos a domicilio.

Rubén Darío, empleado del restaurante y cafetería O Petón, situado en el Centro Comercial Cuatro Caminos, indica que el horario de tarde genera el 40 % de la facturación del negocio. Al cerrar a las seis, no sabe cuál será el futuro. «Nos obligan a desinfectar mesas y sillas, a reducir personal, a mantener las distancias, limitar los aforos, pero... ¿y el resto de establecimientos?» De hecho, ayer ellos tuvieron que dejar de atender en el local a las seis de la tarde (mantuvieron operativo, eso sí, el servicio de café para llevar), mientras el resto de locales del centro comercial seguían abiertos y las grandes superficies de la ciudad acogían a miles de personas en las rebajas. «Llevamos aguantando un año. Tememos lo peor», explica Rubén Darío. 

El colmo de los colmos es lo que les ha ocurrido a unos empresarios que el viernes por la tarde inauguraron un local en la zona de La Marina. Esa misma tarde se enteraron de las nuevas restricciones. Si el plan era dar desayunos desde las ocho de la mañana, comenzar con los cócteles a las siete de la tarde y, cuando lo autorizasen, continuar con las copas de madrugada, el proyecto se ha visto truncado y ya el segundo día de actividad tuvieron que cerrar a las seis de la tarde.

Elena Silveira

Aurelio Esmorís, responsable de la churrería El Timón, espera no tener que recurrir de nuevo a un ERTE. Son nueve empleados y, a pesar de la restricción horaria, se mantendrán todos en sus puestos de trabajo. «Organizaremos el trabajo de otra manera. Abriremos antes, a las 6.30, hasta las 14.00 horas. Después, de 17.00 a 18.00, solo serviremos en sala. Y en vez de cerrar a esa hora, lo que haremos será acotar la entrada y tan solo despachar para llevar hasta las 21.30». Aurelio explica que todavía no se ha estudiado a fondo la orden del DOG, pero su planteamiento es intentar salvar el negocio contra viento y marea. «Esto es un negocio familiar. Somos unos luchadores y, mientras podamos, estaremos abiertos», dice con optimismo.

Fedra mourmouri

 Daniel Luaces, de la cervecería Os Castros, en la avenida de Oza, explica que por ejemplo, el viernes por la tarde ya estaba informando a sus clientes habituales de que ayer tendría que cerrar a las seis. «Normalmente, la gente se quedaba en la terraza hasta las siete u ocho de la tarde, pero con la reducción de los aforos tendré que organizar de otra manera. Si antes el servicio ya era rápido, ahora tendremos que serlo más, para que al menos haya más rotación de clientela», indica. Asegura que cumplirá estrictamente el nuevo horario «por el miedo a las sanciones, que son muy elevadas». Y a los clientes que se hagan los remolones tendrá que despacharlos antes. «A las seis», insiste. En todo caso, comenta que la mayor parte de su facturación es por la mañana y a primera hora de la tarde, ya que ofrece menús. «Lo tienen más complicado aquellos locales que viven de la clientela de tarde. En Matogrande conozco a varios compañeros que ya ni van a abrir», indica Daniel.

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El Delicias, un 24 horas a medio gas

Manuel Viqueira lleva 22 años como camarero en El Delicias, la mítica cafetería de Cuatro Caminos que, desde siempre, abría las 24 horas del día. Y de toda la vida fue parada obligada para los que volvían a casa después de trabajar o para los que se tomaban el café antes de iniciar la jornada laboral. Pero desde ayer cierran a las seis de la tarde. «Es una ruina. El aforo ya nos permite tener poca gente, pero es que con esto nos eliminan la mitad de la clientela», explica Manuel. Dice que la hostelería se ha convertido en «cabeza de turco» de la pandemia y que esta última medida es la que colma el vaso. «Para entrar en los comercios y en los centros comerciales no hay ningún tipo de restricción. Y a nosotros nos quitan hasta la barra, donde hacemos buena parte de la facturación, porque la mayor parte de nuestros clientes son de tomarse un café rápido e irse. Y en la terraza... ya no se sienta nadie, y mucho más con el frío que hace».

«Nos están vacilando»

Los empresarios dicen que se han convertido en los «chivos expiatorios» de la pandemia y que, mientras ellos tienen que cumplir normas a riesgo de que les caiga alguna multa, la gente sigue agolpándose, por ejemplo, en los centros comerciales. «Nos están vacilando. Ahora tenemos que cerrar a las seis de la tarde. Y un sábado es cuando la gente sale a tomarse un café o un refresco. Nos fastidia toda la facturación. Lo que están consiguiendo es que sigan los despidos y cierres de locales, en vez de fomentar el empleo», explica Roberto, uno de los responsables de una cafetería en la calle peatonal de la Gaiteira. Algunos clientes también creen que las medidas restrictivas siempre golpean a los mismos. Judith Silva, es vecina de Monelos y trabaja en una farmacia de la zona de Cuatro Caminos. Mientras desayuna en una cafetería de La Cubela opina que la hostelería no es la culpable, o por lo menos no tiene la mayor responsabilidad, en la propagación del covid-19. «Desinfectan las mesas y sillas, se cumplen las distancias y la obligación de llevar mascarilla... mientras que en los centros comerciales la gente se agolpa sin control alguno. Creo que las restricciones horarias en el sector de la hostelería no es una medida eficaz. Eso no impide que la gente se siga reuniendo en sus casas y otros locales: «Las grandes superficies están abiertas hasta las diez de la noche y no veo que haya un control del aforo», explica Judith.

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