San Diego, la pieza clave de la nueva ciudad

Xosé Vázquez Gago
Xosé Gago A CORUÑA

A CORUÑA

CESAR QUIAN

Los muelles de 377.000 metros en los que están planeados 5.700 pisos para financiar la obra de Langosteira no podrán ser liberados hasta que esté terminado el tren a la dársena exterior. ENTREVISTAEnrique Losada: «Hemos recorrido un camino muy importante en el Puerto de A Coruña en estos once años» OPINIÓN: «Reinventar el puerto: de Langosteira a la nueva fachada», por Andrés Precedo Ledo

29 nov 2020 . Actualizado a las 20:06 h.

En los muelles de Batería y Calvo Sotelo se está dando el primer paso en la construcción de la nueva fachada marítima de la ciudad: la destrucción de la antigua. La demolición de los silos y otros tinglados portuarios, que han quedado sin uso por el traslado de la industria al puerto exterior de Langosteira, es el pistoletazo de salida para la apertura de esos dos muelles, que sumarán 88.393 metros cuadrados al espacio público, casi el doble que la Marina y el Parrote.

Pero esa cantidad palidece en comparación con los 377.057 metros cuadrados de San Diego, que está llamado a ser la pieza clave del desarrollo de la ciudad en el siglo XXI. Siempre que no lo impidan las divergencias entre Administraciones y desacuerdos políticos, que por el momento tienen todo el proyecto en el aire. 

El plan urbanístico

Pendiente de sustituto. La Administración no tiene planes cerrados para Calvo Sotelo y Batería -este mes se conoció el estudio que la UDC hizo a petición municipal-, y tampoco para San Diego. El plan general vigente prevé una edificabilidad de 396.000 metros cuadrados. Esa cifra permitiría levantar hasta 5.700 viviendas en bloques de seis alturas o, en casos excepcionales, de diez. La ordenación del conjunto, que también incluiría espacios libres, viales y la continuación del paseo de Oza hasta la Palloza, dependería del Ayuntamiento, que ostenta las competencias en materia urbanística. 

Las previsiones de edificabilidad se basan en los acuerdos firmados en el 2004 para la construcción del puerto exterior de Langosteira. De hecho, el plan general vigente recoge que el desarrollo de la zona debe ajustarse a lo previsto en esos pactos.

Pero todos los partidos coinciden en que la situación ha cambiado desde el 2004, cuando el sector inmobiliario estaba en su mejor momento, por lo que han aprobado propuestas en el pleno instando a modificar los acuerdos, pero esas mociones no se han traducido en nada concreto. 

La necesidad financiera

La deuda de Langosteira. La urbanización de San Diego, que de llevarse a cabo de acuerdo al planeamiento vigente sería la mayor de la historia de la ciudad, se planteó como una vía para financiar la construcción del puerto exterior de punta Langosteira, que ha supuesto una deuda para la Autoridad Portuaria de 300 millones, una cantidad que amenaza la viabilidad del puerto. 

Según las estimaciones, del 2004, la urbanización de San Diego y el muelle petrolero aportarían algo más de 186 millones. Los terrenos de la estación de San Diego añadirían otros 86 millones. Esas cifras se añadirían a los 85 millones que se podrían obtener en Calvo Sotelo y Batería.

Pero esas previsiones se hicieron en plena pujanza del sector inmobiliario, y hoy parece complicado que se alcancen esas cifras. También se hicieron antes de que otros puertos lanzasen grandes transformaciones urbanas sin necesidad de urbanizar sus terrenos. Es el caso de Valencia, donde el Estado acaba de hacerse cargo de los 350 millones que debía tras su adaptación a la Copa América. El Gobierno justifica esa medida porque en Valencia las obras fueron ejecutadas por un consorcio, mientras las de Langosteira corrieron a cargo de una Autoridad Portuaria, que debe autofinanciarse. 

El principal obstáculo

El tren al puerto. El problema para San Diego y el puerto coruñés es que ni siquiera podrían aplicar lo previsto en el 2004. Antes de urbanizar los muelles es necesario que queden liberados de actividad industrial. En Batería y Calvo Sotelo está hecho, pero en San Diego no será posible hasta que se construya un enlace ferroviario hasta punta Langosteira. La obra, que ya cuenta con todos los permisos, está bloqueada por falta de financiación. 

La Autoridad Portuaria carece de capacidad de endeudamiento. El Gobierno, aunque considera estratégico el transporte de mercancías por ferrocarril, al que destinará 806 millones hasta el 2024, y va a financiar el tren del puerto de Castellón, sigue sin presupuestar los 140 millones que costarían las obras en A Coruña, y tampoco ha confirmado si recurrirá a fondos de la UE.

Sin tren, la ciudad no recuperará San Diego ni siquiera cuando Repsol complete el traslado de sus instalaciones a Langosteira, que quedará listo en cerca de año y medio tras una inversión de más de 125 millones de euros.

Además, sin ferrocarril la propia viabilidad de Langosteira, donde se han invertido cerca de mil millones entre el sector público y el privado, estará amenazada. Todos los puertos del noroeste cuentan con ferrocarril o, en el caso del puerto exterior de Ferrol, está en plenas obras. 

El sector inmobiliario

A la espera. Juan José Yáñez, portavoz de la Asociación Provincial de Promotores Inmobiliarios de A Coruña (Aproinco), señala que el sector «no tiene planes» para el inicio de la actividad en los muelles a corto plazo. 

Yáñez explica que en la actualidad hay demanda de vivienda nueva, a la que se está dando salida sobre todo en Oleiros, Arteixo o Culleredo, pero añade que es muy difícil hacer previsiones cuando, a las dudas sobre la planificación de la zona, se suma el largo plazo en el que estarán disponibles los terrenos. Según los datos de Fomento, el plazo medio de transformación es de unos ocho años, pero dada la complicada situación administrativa de los muelles es probable que sean necesarios más. Cabe señalar que solo la construcción del enlace ferroviario a Langosteira tendría un plazo de ejecución de cuatro años y medio, y es probable que sufra retrasos, ya que la mayor parte de su trazado discurrirá bajo tierra.