El curioso método de las bolsas de plástico en la Sagrada Familia para poder comer y cenar diariamente

Emiliano Mouzo A CORUÑA

A CORUÑA

Emiliano Mouzo

Los usuarios de la Cocina Económica llegan con dos horas de antelación a la pista deportiva para recoger sus menús

09 nov 2020 . Actualizado a las 15:35 h.

Hasta las doce del mediodía no acude el camión de reparto de comida que, desde la Cocina Económica llega a la pista polideportiva de la Sagrada Familia, entre la calle Nuestra Señora de Fátima y Alberto Datas Panero.

Sin embargo, a las diez de la mañana los tubos metálicos que delimitan las pequeñas gradas de esta infraestructura deportiva con el área de juegos comienzan a servir de tendedero para las bolsas de aquellas personas necesitadas que vienen a buscar su comida y su cena. A este centro de reparto de la Cocina Económica acuden diariamente unas 100 familias.

El objetivo de los usuarios es reservar su turno. Así, a medida que van llegando a la explanada atan sus bolsas a los tubos o dejan sus carritos en el puesto que les corresponde. Este curioso método, e innecesario, según los responsables de la institución benéfica, «es que veces tenemos que irnos de aquí para hacer cosas, y así dejamos el sitio reservado», indicó María Josefa, que acude a diario al dispensador de comida «para alimentar a mi marido enfermo, y sin ninguna paga, y a mis dos hijos», recalcó.

Pero estos casos son los menos, según reconocen varios usuarios. La finalidad principal «es no tener que esperar mucho desde que llega el camión, no estar aquí hasta la una y media de la tarde», subrayó José Luis.

Los responsables de la Cocina Económica recalcan que este método es innecesario: «Ninguno de nuestros usuarios tienen porque coger turno». Recordaron que todos los beneficiarios están identificados y ninguno de ellos se quedará sin su menú, y la calidad de los alimentos es igual que si se recoge a las doce que a la una y media», subrayan.

Además, alertan que esta modalidad no es recomendable. Aseguran que las normas sanitarias «no recomiendan mucha movilidad, que es mejor salir poco a la calle, salir solo lo necesario», para evitar cualquier riesgo de contagio del covid-19.

Lo que sí se está comprobando es la responsabilidad de las personas que van a recoger sus menús a la Sagrada Familia. Una buena parte de los usuarios de este punto de reparto cuelgan sus bolsas o dejan sus carritos «manteniendo los dos metros» que obligan las normas contra el covid. Pero hay otros que se juntan, «forman corrillos y hasta se ponen a charlar» mientras esperan para recoger su comida.

«Hay que estar vigilando continuamente para que no te cambien tu bolsa y te cojan el sitio»

El hábito de coger turno colgando las bolsas en las tuberías de la pista polideportiva de la Sagrada Familia tampoco está exento de picaresca. «Hay que estar vigilando continuamente para que no te cambien tu bolsa y te cojan el sitio», afirman beneficiarios.

Casos desesperados

Las personas más desfavorecidas, sin recursos son las que acuden a las colas de las instituciones benéficas para sobrevivir.

Un joven de Móstoles lleva casi tres meses acudiendo al dispensario de la Sagrada Familia. Llegó de la ciudad madrileña tras quedarse sin empleo, como portero de discoteca, en su tierra. Creyó que en Galicia la cosa estaría un poco mejor, pero se encontró fuera de su casa y sin empleo. Duerme bajo un techo, junto con su pareja, gracias a la Cruz Roja. Y ambos comen gracias a la Cocina Económica o a Padre Rubinos.