Cien mil euros. La cifra es como una letanía machacona para Coruña en los Presupuestos Generales del Estado: vial 18, cien mil euros; avenida de Alfonso Molina, cien mil euros; reforma del puente de A Pasaxe, cien mil euros... En esta lotería de las inversiones, las grandes infraestructuras de la ciudad (en el aire en algún caso desde hace decenios) no se llevaron ni la pedrea. Un año más, el olvido estatal se ha hecho patente con ese recitativo contumaz, cien mil euros, una cifra ridícula para obras de semejante fuste.
Pero poco y mucho son a veces términos relativos: ya le gustaría a los coruñeses que el tren a Langosteira formase parte de la letanía machacona de los cien mil para, al menos, poner en marcha la maquinaria administrativa. Para el proyecto del Puerto hay 10.000 euros, consignados por la propia Autoridad Portuaria, no por el ministerio.
Se avecinan ciclos presupuestarios complicados en los que poco puede ser mucho si se juegan bien las cartas. El proyecto (que ya existe) del tren a Langosteira no necesita grandes dispendios para poner en marcha su tramitación, pero sí voluntad política.
El asunto amenaza ahora con convertirse en un problema entre Administraciones de distinto signo, y así no habrá jamás una solución. Parece más inteligente aparcar las diferencias de partido en beneficio del bien común y sumar esfuerzos para que la infraestructura, que es un clamor entre los empresarios y vital para el desarrollo del puerto exterior y la liberación del muelle de San Diego, se haga realidad lo antes posible.
Todavía hay tiempo y un trámite parlamentario por delante que brinda la oportunidad de enmendar los presupuestos y apostar de verdad por este tren.