Las clases particulares y telemáticas ganan adeptos para evitar contagios

Francisco Brea
Fran brea A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Rafael Pérez imparte clases telemáticas de piano y francés desde su casa en A Coruña
Rafael Pérez imparte clases telemáticas de piano y francés desde su casa en A Coruña EDUARDO PEREZ

Algunos profesores aprovechan para llegar a más clientes potenciales

05 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El covid-19 ha cambiado vidas y hábitos a todos los niveles. La pandemia ha provocado que muchos se replanteen sus costumbres y otros hayan tenido que reinventarse para ofrecer soluciones. Algunos padres y madres ahora no quieren enviar a sus hijos a academias y optan por contratar a profesores particulares, tanto para que acudan al domicilio como para que impartan sus clases a través de Internet. El objetivo, que los niños se expongan lo menos posible a la enfermedad. Así, los que se dedican a prestar este servicio están notando un aumento de la demanda y viendo nuevas oportunidades de negocio.

Rafael Pérez vive en A Coruña y da clases de piano y de francés. Aunque prefiere la modalidad presencial, y la mantiene en la ciudad, ha decidido impulsar las sesiones telemáticas. Destaca que con el piano «no es tan fácil ver las manos de los niños». Lo que necesita el alumno es tener el instrumento, un ordenador, o dispositivo con cámara web, y conexión a Internet. El método online ofrece más seguridad hasta que «haya tranquilidad», explica. Si la clase es presencial, el uso de mascarilla es innegociable y también una práctica que Pérez afirma que ya utilizaba antes de la pandemia: «Profesor y alumno tienen que lavar las manos antes de empezar y al acabar».

Si dar música a distancia «es más problemático», impartir francés con este método en ciertos aspectos «supera al presencial», resalta Rafael: «Una alumna tenía cinco horas a la semana y quería más, y los niños también». Eso sí, también provocó que él tuviera que estudiar: «Aprendí a utilizar diversas herramientas tecnológicas, como tabletas y pizarras digitales». Pero esto le abre nuevas oportunidades de negocio: «Se me ocurrió ofrecer clases de español a franceses y de piano a latinos que viven en Estados Unidos».

Pérez reconoce que la crisis sanitaria hizo que aumentara su número de clientes potenciales. Ahora su casa es su lugar de trabajo y tiene que salir de ella para «desconectar».

En varias ciudades

Fina se ofrece para dar clases particulares en Santiago y también en Vigo y en Ourense, ya que ha optado por trabajar a través de una pantalla: «Llevo seis años dedicándome a esto y me gusta más la presencialidad. No sabía si así sería viable, pero hay que adaptarse y va bien». Alude a la inestabilidad para reafirmar su idea de utilizar Internet: «Ya no sabes si van a confinar ciudades o barrios, ni cuándo. Además, puedes ir el lunes a dar clase a casa de un niño y que dos días después se comunique un positivo en su aula, y yo ya habría pasado por más domicilios...».

A pesar de ello, mantiene sesiones presenciales aunque «son las que menos». Los niños más pequeños aguantan peor el estar delante de una pantalla que los mayores o los adultos, afirma. Y es que mantener la concentración no es sencillo: «Antes daba dos horas seguidas y ahora están más repartidas».