Fran Giraldo: «Las cuentas no salen en absoluto, pero esto se hace por pura pasión»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

MARCOS MÍGUEZ

Arranca un nuevo curso en la escuela y sala de teatro de Los Rosales

21 sep 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Fran Giraldo es un factótum de las artes escénicas. Es técnico de la sala, actor de la compañía y profesor de la escuela de Teatro del Andamio. Vamos, que hace todo lo que haya que hacer, junto a Tatiana Likhacheva y Gema Ulloa, para mantener en pie este reducto cultural ubicado en Los Rosales. Incluso ha debutado como arquitecto o como especialista en riesgos en el rediseño de la sala situada en la plaza Elíptica para que esta cumpliese con todos los requisitos sanitarios impuestos a raíz del coronavirus y, de esa manera, poder arrancar una nueva temporada con sus actuaciones -ayer tuvieron la primera- y sus clases. Por cierto, la matrícula ya está abierta.

-Teatro del Andamio lleva casi veinte años en activo.

- Yo llegué más tarde, en el 2013, y Teatro del Andamio se fundó en el 2001 por Álvaro Guevara y Tatiana Likhacheva. Empezaron en Labañou, en un local pequeño cerca del estadio. Y un par de años después se trasladaron ya para Los Rosales. En un principio no había sala de teatro como tal. Lo que hacían con la compañía era actuar en la calle y pasar la gorra. Pero al mismo tiempo montaron un local para ensayar las actuaciones de la compañía y crearon una escuela de formación de actores, algo que prácticamente no existía en esta ciudad. Era darle una oportunidad a muchos jóvenes, y no tan jóvenes, de que se formaran en la actuación.

-Dice que no había referentes previos en la ciudad. ¿Y funcionó?

-Funcionó, porque aunque comenzaron con un pequeño grupo de alumnos, al año siguiente ya tenían grupos de niños y adultos. Y de aquí han salido actores conocidos y premiados, tanto en televisión como en cine o teatro. La cosa fue evolucionando y actualmente tenemos diez grupos de distintas edades, lo que al final suman unos cien alumnos, lo que no está nada mal, dados los tiempos que corren.

-Tienen alumnos de todo tipo y edad. ¿Qué les ofrecen?

-Les proporcionamos herramientas comunicativas que son fundamentales para moverse en la sociedad actual. Pero vienen por muchísimos motivos diferentes. Muchos por mero disfrute, pero también otros que tienen clarísimo que quieren ser actores profesionales. Y después hay muchos adultos que vienen porque quieren aprender a hablar en público, que no se les caiga esa gota de sudor frío cada vez que se ponen delante de alguien que no conocen. Y lo logran. Pero tenemos de todo, profesores de infantil y primaria, médicos y enfermeros, programadores informáticos...

-Habrán tenido que hacer muchos cambios por culpa del covid.

-Hemos tenido que modificar todo. La estructura nuestra interna y de la grada y toda la sala. Nuestros ensayos como compañía y las propias clases. Todo ha cambiado. Hemos quitado un montón de butacas para que haya sitio suficiente para mantener la distancia de seguridad y podamos ensayar con todos los alumnos.

-¿Y como sala?

-Hemos establecido un protocolo ante esta situación que incluye mascarillas obligatorias, distancia de seguridad, gel hidroalcohólico y tomar la temperatura con un termómetro infrarrojo a los asistentes. Además limpiamos y desinfectamos la sala diariamente y hemos reducido el aforo a un 35 %. Pasamos de 80 butacas a 30. Nuestra sala es pequeña y esperamos que, al menos lo que está habilitado, se llene. Prevemos poco público, sobre todo ahora al principio, pero confiamos en que con el tiempo todo vuelva a la normalidad, porque la gente está demandando cultura y ocio.

-Con 30 butacas no sé si saldrá rentable la cosa...

-Las cuentas no salen en absoluto, pero esto se hace por pura pasión. Ya era algo complicado antes de que hubiese una pandemia mundial, pero ahora ya es imposible. Afortunadamente recibimos ayudas de Agadic para poder programar, si no sería inviable. Pero es que creemos que es algo necesario para la ciudad contar con una sala alternativa de teatro. Comenzamos esta nueva temporada con incertidumbre, esta es la palabra clave, pero con muchísima ilusión, porque creemos que ayudamos a la gente, en su disfrute y en su formación como personas. Esto hace que queramos seguir cueste lo que cueste, contra viento y marea. Y aunque el teatro lleve 2000 años en crisis y tengamos un plus este año con la pandemia, nosotros volvemos a abrir y con más ilusión si cabe.

«Los colegios y las empresas siguen con su labor y la cultura debe seguir porque es vida»

El mundo de la cultura, especialmente el de las salas de espectáculos, ha sido singularmente castigado por la pandemia.

-¿Cómo les afectó el parón del confinamiento?

-Nos pegó un bofetón enorme. Tuvimos que cancelar toda la programación desde el 14 de marzo, y la teníamos cerrada hasta final de curso, en mayo. Y ahora lo que estamos intentando es programar en estos próximos meses los mismos espectáculos que nos hemos perdido.

-Las clases tuvieron que pararlas también, ¿no?

-También, aunque hicimos algunas clases por videoconferencia. Incluso cuando retomamos actividad en las clases, hicimos ensayos con algún alumno presente y otros por vía telemática. Pero pudimos terminar el curso, modificándoles ensayos a los alumnos, espacios y formas de actuación y todo en menos de un mes. Estamos muy orgullosos de cómo salió todo. Ahí fue cuando decidimos eliminar las gradas para dejar un espacio diáfano, sobre todo para que los padres tuvieran la seguridad de que podían venir a ver la función de fin de curso de sus hijos.

-Con este panorama, ¿cómo ven el futuro?

-La incertidumbre me parece que va a estar acompañándonos durante bastante tiempo. Pero que no sea porque no lo intentamos. Tenemos más ilusión que nunca depositada en programar funciones en la sala, en la escuela y en nuestra propia compañía, porque tenemos once actuaciones en los próximos dos meses, algunas fuera de Galicia, en Castilla León y Madrid. Todo tiene que volver a rodar, los colegios siguen con su labor, las empresas siguen, la vida sigue y la cultura también tiene que seguir, porque la cultura es vida, es necesaria.