Empresas y particulares se vuelcan para intentar llenar la despensa del banco de alimentos

Emiliano Mouzo A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

EMILIANO MOUZO

Las oenegés comienzan a recuperar parte de sus provisiones, bajo mínimos ante la avalancha de peticiones a raíz de la crisis covid

14 sep 2020 . Actualizado a las 14:45 h.

Los coruñeses se prodigan en solidaridad. La generosidad «la llevan en los genes», dice orgullosa María Capelán, Mariquiña, la responsable del Banco de Alimentos Rías Altas. Pero en esta difícil etapa, de tan complicadas circunstancias que se está viviendo, «la magnificencia de nuestros conciudadanos se multiplica por mil», asevera satisfecha Mariquiña.

 El pasado martes el Banco de Alimentos tenía sus despensas bajo mínimos, escaseaban alimentos y productos básicos, como por ejemplo leche, galletas, café, cacao, conservas de pescado o pañales para los pequeños.

Había riesgo de que unos 20.000 usuarios quedasen desabastecidos, entre ellos los que acuden diariamente a las oenegés. Ante esta grave situación, a sus responsables no les quedó más remedio que lanzar una llamada de auxilio.

Y la respuesta no se hizo esperar. Ese mismo día, aunque a cuenta gotas, fueron llegando las donaciones. Las restricciones por la pandemia impiden realizar recogidas de comestibles y otros productos básicos en los supermercados, «debido a que se formarían aglomeraciones». Pero muy rápidamente los pequeños negocios coruñeses buscaron una alternativa: que le llevasen las donaciones a sus establecimientos y después los recogerían los voluntarios de la institución benéfica. Y así fue, se adhirieron a esta fórmula alrededor de veinte locales, desde farmacias, academias, papelerías, bares, hasta peluquerías y zapaterías.

La solicitud de ayuda por parte del Banco de Alimentos también fue atendida por importantes empresas, como Feiraco o La Voz de Galicia, e incluso llegaron contribuciones desde organismos oficiales. Y tampoco faltó la donación de la Policía Local de A Coruña. Y así, poco a poco, el almacén de la institución se va llenando, pero hace falta más.

De hecho, las oenegés que dependen del Banco de Alimentos no están pasando grandes aprietos para poder atender a los más necesitados. Un ejemplo es La Cocina Económica, que incluso reparte diariamente, en colaboración con la Cruz Roja, alrededor de setenta menús para niños que por culpa del covid-19 están confinados, bien porque ellos son positivos o lo es alguien de su entorno familiar. Y los voluntarios de la Cruz Roja les llevan la comida a casa.

Encarna, la cocinera de Sor Eusebia, aseguró que los sesenta residentes de la institución «están atendidos como siempre, porque si falta algún tipo de alimento lo sustituimos por otro». Y de la misma forma se pronuncia la religiosa Teresa González, responsable de Santa Lucía.