Susana Rivera, médica del Chuac: «Los pacientes ya no pasean por los pasillos»

R. Domínguez A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Susana Rivera García, internista del Chuac
Susana Rivera García, internista del Chuac c

La internista confiesa que al inicio de la pandemia «solo pensar en el fonendo rozándome en el cuello sentía pavor»

05 jul 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Susana Rivera García (Ourense, 1975) es una de las médicas que forma parte del servicio de Medicina Interna del Chuac, un auténtico batallón de profesionales capitales en el funcionamiento del hospital y esenciales para hacer frente a lo más duro de la crisis del coronavirus.

-¿Cómo resumiría su experiencia durante la pandemia?

-Mi experiencia al final fue positiva, pero... Soy internista de a pie, infectóloga, para mí todo comenzó el 4 de marzo. Cuando me enteré del primer caso, mi sensación fue de miedo y de que algo grande se nos venía encima.

-Y así fue.

-Yo ya me empecé a poner mascarilla, doble guante, a tomar todas las medidas. Insistíamos en lo que estaba pasando en Madrid, en Italia.... Hasta días después no hubo la primera reunión con otros servicios y se habló ya de crear un equipo para llevar conjuntamente a estos pacientes. Incluso para algunos compañeros éramos unos exagerados, nos decían que asustábamos... algunos hicieron vida normal hasta que se decretó el estado de alarma. A mí me inquietó mucho, se nos vino todo encima...

-¿Hasta qué punto?

-El período crítico fue la última semana de marzo y las dos primeras de abril, cada día se reclutaban más internistas, se cerró toda la medicina interna normal y casi todos empezamos a ver pacientes covid. Yo no estuve demasiado tiempo por circunstancias personales, pero fueron semanas muy intensas. Hubo que adaptarse a un trabajo distinto, con compañeros distintos.. Intentamos hacerlo siempre con una sonrisa para el paciente, aún a pesar de nuestros temores.

-¿Cómo está siendo la vuelta a la que llaman nueva normalidad en el hospital?

-Ahora ya estamos en la presión normal. Pacientes son los normales, pero es verdad que han cambiado las cosas. Los enfermos que vuelven a sus residencias tienes que pedirle la prueba del covid antes de darles el alta, se retrasa un día la salida. Y notas que los enfermos también tienen miedo. Antes paseaban por los pasillos, ahora no salen de las habitaciones. También vemos que ahora vienen menos familiares a visitarlos, aunque eso es bueno porque hay que evitar riesgos... Nosotros también estamos haciendo más telemedicina para tratar de evitar que vengan.

-¿Cree que hemos aprendido lo suficiente?

-Estamos actuando mal. Yo, al menos creo que lo estamos haciendo mal. Me da pánico. ¡A veces pienso que si veo a uno de los que están en la terraza como si nada y vuelve con covid no lo voy a tratar! Hemos trabajado mucho, hemos visto morir a personas solas... Nosotros seguimos teniendo mucho cuidado. Yo me pongo doble mascarilla y doble guante aunque el enfermo venga con una anemia. Sí, me da miedo la desescalada de la población y algunos sectores no parece que estén realmente concienciados.

-¿Habrá segunda oleada?

-Tenemos mejores tratamientos, tenemos protocolos, sabemos más de la enfermedad, de cómo manejarla y si hay segunda oleada, nos encontrará mejor preparados. Pero sí, creo que podemos ser más responsables. Hay gente que lo ha olvidado muy pronto. Salvo que haya tenido un familiar directo afectado, parece que ya ha pasado.

«Solo pensar en el fonendo rozándome el cuello sentía pavor»

La doctora Rivera es clara sobre lo que supuso estar en primera línea frente al covid-19.

-¿Que recuerda de los primeros pacientes?

-La primera vez que entré a ver un paciente tenía miedo. Realmente, no quería ni auscultarlos porque en realidad no oía nada. Prefería darles la mano.

-¿..?

-Entrabas camuflada con los trajes. Los fonendos que teníamos no eran muy buenos, y luego es difícil escuchar algo. Con dos gorros, escuchar a través de dos capas. con doble mascarilla nosotros y ellos también. No era fácil entenderse. Y tampoco era muy útil, salvo que el paciente tuviera una placa de tórax normal, no te aportaba información. No sabías quién había tocado el fonendo, ya solo ponértelo y pensar que te rozara el cuello... me daba pavor. ¿Para qué? Tú te pones en peligro, a ti y a tu familia, y te aportaba muy poco o nada. Prefería ponerle la mano en el pecho, mirarle si estaba taquicárdico y mostrarle, de paso, mi apoyo. Ves la soledad, vi pacientes morirse solos, a matrimonios que se moría uno siendo consciente el otro y sin ni poder acercarse.

-¿Qué le transmitieron los pacientes?

-Los pacientes fueron buenos, se portaron muy bien. Vi a algunos chicos jóvenes con miedo de morirse, con miedo de ir a la uci. A la gente mayor la vi más tranquila, más preocupada por los suyos que por ellos.

-Profesional y humanamente es una experiencia única.

-A la mayoría lo que nos podía retraer era el temor a infectar a nuestras familias. Tengo a mis niños en casa, a mi madre enferma.. Lo mejor fue el compañerismo día a día, aprender... Nadie nos preguntó, pero nadie se negó a estar y a hacer lo que teníamos que hacer.