Santiago Saiz Fouz: «El confinamiento ha destapado qué es importante y qué sobra en la vida»

Fernando Molezún A CORUÑA / LA VOZ

A CORUÑA

Santiago Saiz, fogógrafo e ilustrador, autor del libro  Aprendí de lo que había olvidado
Santiago Saiz, fogógrafo e ilustrador, autor del libro Aprendí de lo que había olvidado cedida

El fotógrafo presenta este lunes en el Náutico su crónica ilustrada de la pandemia

22 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

«Octavo día: Me he ido de puente al salón, necesitaba aire fresco». Este es el texto que acompañaba a una de las viñetas que el fotógrafo Santiago Saiz Fouz fue colgando en sus cuentas de FaceBook e Instagram (#ssaizfouz) durante el confinamiento. Ante la imposibilidad de recorrer las calles cámara en ristre, como suele hacer, retratando todo lo que al resto de los mortales se nos escapa, decidió dar alivio a su creatividad a través de estas píldoras ilustradas que lo mismo invitan a la reflexión que a la risa y que publicó puntualmente como si de un diario de pandemia se tratase. Ahora las recoge en un libro, al que ha titulado Aprendí de lo que había olvidado, que presenta este lunes a las 19.00 horas en el Real Club Náutico.

-¿Cómo surge esta idea?

-Viendo el panorama decidí recluirme en casa unos días antes de que fuese obligatorio. Y colgué un dibujo en las redes contándolo, como hago muchas veces. Me planteé entonces qué narices iba a hacer yo quince días encerrado. ¡Quince días, pensaba! Así que se me ocurrió hacer una especie de diario con dibujos, contando lo que se me pasaba por la cabeza, reflexiones pero siempre con un tono positivo e incluso con algo de humor. El problema es que algo que surgió como divertimento, para ir colgando de vez en cuando, empezó a tener mucho seguimiento y si algún día tardaba en colgar el dibujito ya me estaba diciendo la gente que qué pasaba, que dónde estaba el de hoy.

-Se convirtió en una obligación.

-Más bien en un compromiso que acepté con agrado.

-Y ahora lo convierte en libro.

-Eso fue cosa de la familia, mi hermano y mis hijos. Yo les dije que ahí tenían los dibujos y que hicieran con ellos lo que les diese la gana.

-Es una buena manera de que perdure, de no olvidar esas semanas tan extrañas.

-Se trata de eso, de que no quede en una mera anécdota, en algo que salió sin más en las redes sociales. Me gusta que quede, como una especie de reflexión. Y como recordatorio de lo que hemos pasado, o que estamos pasando. Que no es ninguna coña, que ha sido algo a nivel mundial que se ha llevado a mucha gente por delante. Así que no está de más tenerlo presente.

-Acudiendo al título del libro, ¿qué aprendió de lo que había olvidado?

-Básicamente que muchas cosas que parecía que tenían mucha importancia en realidad no la tienen. Plantearte qué es lo realmente fundamental, qué quieres cambiar en tu vida. Creo que es algo que nos ha pasado a todos en mayor o menor medida durante el confinamiento. Nos ha ayudado a destapar qué es importante y qué sobra en nuestras vidas.

-¿Y realmente hemos aprendido algo de todo esto?

-Creo que sí, soy optimista. Le hemos visto las orejas al lobo y eso nos ha hecho recapacitar. Puede que esto nos haga mejores personas, o que al menos nos haga intentar ser mejores personas. Lo que no quita que el que es egoísta probablemente seguirá siéndolo. Pero por la calle solo ves gente con mascarilla. Puede que ahora nos estemos relajando, pero queda en el ambiente esa sensación de cuidado, de responsabilidad.

-Sigue publicando dibujos en las redes sociales, pero claro, estos ya no entrarán en el libro.

-Hubo que ponerle un límite. Aproveché uno de los cambios de fase y dije ‘hasta aquí'. Esto es lo que va en el libro. Eso no quita que siga haciendo dibujos, pero si la gente los quiere ver que mire en las redes sociales, que no vamos a estar sacando esto en fascículos.

-Entre sus viñetas hubo varios homenajes al personal sanitario y otros trabajadores que estuvieron en primera fila durante la pandemia.

-Es que se lo merecen. Aunque recibieron reconocimientos y aplausos, son héroes anónimos, no conocemos sus nombres. Y la labor de muchos ha pasado desapercibida. Más de los que creemos. Alguno me lo dijo: «¡que a mi no me has puesto en el dibujo!». Pero es que ya no me daba para más la cartulina. 

Santiago Saiz

«En mi primer paseo me fui hasta el Orzán, tenía necesidad de ver el mar»

El protagonista de la mayoría de las viñetas de Santiago Saiz es un tipo espigado, con gafas, pelo en retirada y cámara al hombro. Un autorretrato en toda regla, vamos. Pero el fotógrafo e ilustrador quiere darle una vida y entidad propia a este personaje: «Quiero que ese dibujo mío tenga nombre propio, que se convierta en un personaje autónomo. Así podría darme juego para tratar los temas que quisiera. Pero todavía no tiene ni nombre», asegura.

-Los dibujos que recoge el libro fueron hechos en analógico, es decir, sobre papel. ¿Ha pensado en exponerlos?

-Me lo han ofrecido, alguien que además ya había estado persiguiéndome con esa idea de exponer mis dibujos en su bar desde hace años. Lo haremos pronto, pero con calma.

-Sé de gente que quiere adquirir alguno de los originales.

-Ya, pero los quiero conservar yo. Eso no quita que pueda hacer alguna reproducción en buen papel si me lo piden.

-¿Qué hizo la primera vez que pisó la calle en el confinamiento?

-En el primer paseo me fui hasta el Orzán, respetando el horario marcado para mi edad. Tenía necesidad de ver el mar. Algo que en esta ciudad tenemos ahí, todos los días, y que a menudo no le hacemos ni caso. No puedo describirte la sensación, era como una emoción...

-¿Y la primera foto que hizo?

-Fue en esa primera salida, que ya cogí la cámara. En el trayecto hacia el Orzán fui fotografiando las ventanas, con la gente aplaudiendo a las ocho de la tarde. E hice unas del atardecer en la playa muy bonitas, pero no por mérito mío, sino por la maravilla que tenía delante. Y ahora ya vuelvo a salir todos los días con la cámara, que es mi vida.